Soy Pepe Ábalos. Soy director, realizador, artista visual, editor, y muchas otras cosas que mi padre sigue sin entender. Yo lo entiendo a él porque tengo una profesión compleja, creativa y cambiante, y ni siquiera yo, en muchas ocasiones, sé definir a lo que me dedico. Intento darle forma a todo ello bajo el paraguas de Uranes Films. También he tocado en grupos como Jackson Milicia o Siesta! y he sido promotor de festivales de arte y música. Me gusta contar historias. Me gusta que me cuenten historias. Me gusta convertir ideas en imágenes. Me gusta el sonido. Me gusta escuchar. Y sobre todo, me gusta reírme. “Hago películas, videoclips, publicidad y documentales. Hago todo lo que me dejan hacer, papá”. “Muy bien. Aprovecha ahora que eres joven. Trabaja”, me dice él. Y yo siempre me quedo pensando que es el peor consejo del mundo. Aunque si estás leyendo esto y tienes trabajo me puedes llamar. “Vale papá”.
Un disco: Podría decir que cualquiera de Joy Division o de Sonic Youth porque son dos grupos que me han marcado muchísimo. También me vienen a la mente muchos discos de Neu! o Can, pero voy a decir tres: Images du Futur, de Suuns; Dancehall, de The Blaze y The Skies, de Egyptoloty.
Una película: Una de las que más me marcó en su momento: Léolo. Estaría en mi top junto con: Como ser John Malkovich, Border y Enemy.
Un montaje escénico: La pasionaria, de La Veronal. Vi ese montaje en el Teatre El Musical del Cabañal hace unos años. Me dejó totalmente perplejo su maravillosa utilización del cuerpo y de la danza como herramienta perturbadora. Yendo a lo visual, y sin entrar en cuestiones temáticas, creaban imágenes poderosísimas y extrañas, distópicas y artificiales. Me gustó mucho lo cinematográfico de las escenas, aunque como espectador solo podías disfrutar de ese plano general que te brinda tu asiento frente al escenario.
Conocí esta pieza a través de Blanca Añon y María Salguero, de la compañía teatral Colectivo Miss Panamá. También podría recomendar cualquiera de sus producciones. Ahora mismo acaban de poner en marcha Theme Park Cabañal, dentro del Cabañal íntim: Un tour distópico y ficcionado por un futuro barrio del cabañal convertido en un parque temático. Id.
Una exposición: Metamorfosis, Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay en La Casa Encendida. Me pilló en Madrid por cuestiones que no recuerdo, como casi nada, pero esa exposición se me quedó grabada en la cabeza. En parte porque desde la universidad soy muy fan de Švankmajer. Fue un cineasta y artista checo, máximo friqui del stop motion con objetos reales y de la creación de piezas surrealistas. No sabría cómo más definirlo ahora mismo. Quién lo conozca sabe de lo que hablo. Quien no lo conozca tiene un buen pozo en el que caerse desde ya mismo. Cuando lo descubrí en la universidad no lo conocía tanta gente, por lo menos de mi edad y contexto, pero rápidamente se apoderó de algunos recovecos mentales maravillosos. Y ahí sigue.
Un libro: Siempre recordaré cuando, siendo bastante niño, me leí la trilogía de El Señor de los Anillos. Era verano y solo quería que llegase el momento de meterme en la cama por la noche. También los primeros libros de más de 300 páginas que me leí siendo también bastante niño, casi todos de Stephen King: Cementerio de animales, It, Misery, Apocalipsis. Más actual: La casa de hojas. Una historia de terror y análisis fílmico. Extraño y maravilloso.
Una serie: De las últimas que he visto y más me han gustado: Succession y The Leftovers. Las dos me perturban como la vida. The Wire no me la puedo dejar por mucho que haya pasado el tiempo. Y te diría que de animación Rick y Morty, Futurama o South Park están entre mi top.
¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? Un caricaturista callejero. Siempre me han dibujado en situaciones divertidas. Recuerdo uno siendo niño con mis padres y mis hermanas. Ese “engendro de mí a lo ninot fallero” estuvo colgado de mi cuarto mucho tiempo cuando era un poco idiota. También recuerdo otro en el Canela Party. Siempre caricaturistas callejeros. Siempre dibujos de dudosa calidad. Siempre buenos recuerdos.
Una app: After Effects.
Una comida: Paella y fideuà. Fin de semana. Sol.
Un bar de Valencia: Voy a decir el “Aferlamar” o “Bar de Jose”, antigua Tasca Borrull. He vivido en esa calle los últimos años y ha sido nuestra segunda casa.
Una calle de Valencia: La calle Pelayo. Crecí ahí cuando solo había un bar chino en el barrio. Mi padre tenía un restaurante allí, justo al lado del Trinquete Pelayo. En aquellos años, el trinquete era el bar con el techo más alto del mundo, con apuestas entre señores que olían a puro, a Ducados, a Varón Dandy y a sol y sombra. El restaurante de mi padre se llamaba “El naranjo”. Nombre olímpico. De pequeño me encantaba pasarme el día allí con mi padre. Partidas de dominó y de cartas, chatitos y traqueotomías. Mientras mezclaba Choleck con Trina y comía Bocabits con patatas fritas cogidas directamente de la freidora de la cocina, veía cómo paraban los coches y algún “transeúnte” metía droga dentro. Yo no entendía nada pero iba tirando. Allí aprendí que cuando gritas “agua” es que viene la policía. Allí aprendí lo que es un trilero, y que puedes hacer un cubilete con media patata. Siendo adolescente trabajé en el bar de mi padre, con varios amigos, siempre en Fallas. Yo era jefe de barra y mis amigos eran los mejores y peores camareros que he visto nunca. Ayudábamos como podían ayudar unos chavales que por la noche se iban de fiesta a beber y dormían más bien poco. Pero a parte de eso le poníamos todo el amor del mundo y todo nuestro esfuerzo y energía, que en aquel entonces era como un acelerador de partículas fuera de control. Hoy en día esa calle tiene algunos bares/restaurantes de comida china que son maravillosos, puedes perderte en librerías con solera y en tiendas de discos y cómics. Y lo más increíble es que después de muchos años he vuelto a vivir en ese barrio. Así que abrazo al pasado.
Un lugar de València que ya no exista: El bar Alhambra. Sigue existiendo pero es un cuerpo hueco.
¿Con quién te tomarías un vermut? Me tomaría varios. Y cervezas y cazalla. Con mi familia y con mis amigos y amigas.