Santi de la Fuente. Foto: Julia Reoyo.

Me llamo Santi de la Fuente y me dedico a bailar sobre todo. Bailo yo y hago bailar. Miro cómo bailan otras en el Conservatori Superior de Dansa de València desde hace 5 años y me he quedado sin puntos para el más allá porque todos los que logré por buena persona los he gastado consiguiendo ese trabajo. Hace casi 30 años me crucé con Mate Vera en el instituto y descubrí la danza contemporánea. Hace casi 20 años me crucé con Tatiana Clavel en Altea y mi trayectoria cambió para siempre porque montamos La Coja Dansa, que igual recibe un premio del IVC o te fracasa estrepitosamente (somos muy versátiles), y Acontarmentiras, un espacio en Benimaclet donde viene mucha gente a ensayar y a bailar.

Ahora siento que debo revisarlo todo porque tengo ya 43 y porque me duele el lomo y porque últimamente tengo mucha ansiedad y la sensación de que me he quedado desfasado, además de que, cada vez más, me llaman para colaborar en programaciones de festivalitos muy molones o para escribir capítulos de libros y, entonces, me temo que es que me he hecho viejo y respetable, y la danza necesita de todo menos respetabilidad.

También me pregunto si salir en Verlanga va a hacer que me suban los followers o incluso si voy a ligar un poco más. Sobre todo lo segundo. Si no es así, espero al menos que sirva para que las madres y los padres lleven a su prole a ver Desgel a La Mutant el 8 de junio. Nos hemos recorrido ya toda Espanya desde hace 3 años con esta pieza y por fin València ha considerado que somos merecedores de actuar en nuestra casa. La Mutant es cool-tureta y muy artes vivas y me la disfruto mucho como espectador, así que pega también con el target Verlanga.

Un disco:

Xerrox vol.1 de Alva Noto, aunque el primero que me compré fue Like a Virgin de Madonna.

Una película:

Para hacer reír, y porque en parte es verdad, siempre digo que Sister Act.

Un montaje escénico:

Atlas, de Clavel & León, con la enorme Olga Clavel bailando. Frère et Soeur, de Matilde Monnier; Maybe Forever, de Meg Stuart; noBody, de Sasha Waltz; Shichimi Togarashi, de Juan Domínguez y Amalia Fernández,… Y me hubiese encantado ver a A. Kaprow o a J. Beuys en su momento.



Un libro:

Ahora estoy con El animal que luego estoy si(gui)endo, de Derrida, pero no me entero de la misa la mitad. Me pasa lo mismo con Deleuze o con Agamben, pero es que la cabeza se te dispara y es emocionante. En plan novela, me quedo con Don DeLillo, Toni Morrison, Coetzee o Updike. Y siempre vuelvo a Beckett.

Una serie de tv:

¿Televisión? ¿Eso sigue existiendo? Recuerdo Verano Azul, Las Chicas de Oro y Beverly Hills 90210. Arqueología audiovisual. Pero mis series favoritas, aunque igual no cuentan como series, son las de David Attenborough.

Una serie de dibujos de tv:

Desde Banner y Flappy a La Bola del Drac, pasando por La Aldea del Arce. No me he actualizado desde los 90 del siglo pasado.

Una revista:

Compré la Zero durante una década, creo.

Un icono sexual:

El Fauno Barberini.

Una comida:

Me hago unos gazpachos de remolacha con cúrcuma que me ponen a cien por hora. Y las empanadillas de espinacas del bar del Conservatori de València conforman la mitad de mi dieta.



Un bar de Valencia:

Tengo la mitad del corazón derretido en el Babia de Benimaclet, aunque ahora ya solo voy al Raga de Ruzafa, que es el único del barrio donde la gente no tiene iPhones. Y, aunque no eran bares, recuerdo La Marxa de mi época universitaria y el Látex de mi treintena con mucho cariño.

Una calle de Valencia:

Leonor Jovani en Benimaclet, que es donde está Acontarmentiras. Mi segundo hogar.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Pues ahora mismo me iría con mis hermanos Gregorio y Miguel, que son padres de familia y no viven cerca y no les veo nunca e igual con un vermú nos reíamos un rato.