Tubal Perales. Foto: Nerea Martínez.

Soy Tubal Perales Climent. Con este nombre no hay dudas, o me conoces o no, no creo que haya otro por València. A mis 40 años he hecho de todo, principalmente en los ámbitos de mis dos pasiones: la música y el vídeo. Estuve en la discográfica Mésdemil durante sus 10 años de trayectoria, he pasado por varios grupos de diferentes estilos musicales, he grabado centenares de conciertos con mi cámara, he diseñado discos, he realizado documentales, he trabajado en televisión y también he amenizado las verbenas de muchos pueblos. He puesto mi saber hacer al servicio de la música valenciana, he realizado campañas en defensa de la llengua y de la terreta, pero sobre todo creo que he sido una buena persona. Actualmente, me dedico únicamente al sector audiovisual con mi marca Impactant, desde mi plató/taller UNIC. Creo en el Karma, en el bien común y en la buena gente.

 

Una canción:

Una canción que ha venido a quedarse conmigo para siempre es «Lluna de mandarina», del grandísimo Senior i el Cor Brutal. Es especial por muchos motivos, me ha acompañado en varias etapas de mi vida dándome la calma que he necesitado y me ha hecho llorar también. Las canciones que te llegan tan profundamente son tesoros que se han de cuidar, yo tengo un buen recopilatorio de este tipo de canciones. Gracias a «Lluna de mandarina» abrí el corazón de mi mujer y la bailamos por casa como un himno… Què m’has fet?

Una película:

Muy fan, pero mucho, de las dos primeras de El padrino, me parecen obras maestras de la narración audiovisual. A Coppola le perdono sus últimas películas porque ha hecho auténticas joyas del cine, tuvo un momento mágico y se supo juntar con grandes profesionales. Su montador, Walter Murch, ha dejado buena literatura sobre lo que significó editar esa precisa máquina italiana. A un gran amigo le hicimos un montaje editando escenas de la película y doblándolas para el día de su boda, fue muy divertido buscar un personaje para cada amigo. Leí el libro de Mario Puzo no hace mucho y la verdad es que ahora no sabría decir qué es mejor, si la película o el papel.

Un montaje escénico:

Sigo a mi primo Manuel Climent en todo lo que hace con la compañía A tiro Hecho, me parece que utilizan muy bien los elementos escénicos sencillos para contar historias para la reflexión. Son piezas teatrales necesarias y, a la vez, tremendamente divertidas. Quizás “Tot explota” es un buen ejemplo del nivel que pueden adquirir con la ayuda necesaria, además cuenta con los diseños de Elías Taño, otro imprescindible.

Una exposición:

Voy mucho a exposiciones, pues mi formación en BBAA me hace ser un apasionado al arte en todas sus variantes, las disfruto mucho. Y esa afición me hace viajar, siempre que voy a un sitio nuevo visito los museos de arte o miro la agenda local para ver qué exposiciones temporales ofrecen y planificar así la visita. Puedo hacer un viaje a propósito para ver una exposición concreta, no hace mucho nos fuimos a Barcelona para ver una retrospectiva de Christian Marclay en el MACBA, a quien hace tiempo tenía muchas ganas de ver en directo.

Un libro:

Encuentro poco tiempo para leer y leo mucho menos de lo que compro y me gustaría. Así que últimamente devoro más novelas gráficas, que me vienen mejor para los huecos que encuentro. Coincide que mi mujer también está enganchada, así que nos vamos regalando y recomendando cosas. He leído todo lo de Joe Sacco y ahora llevo a medias Un tributo a la tierra, una obra sobre los nativos de la parte más inaccesible de Canadá. Como en todas las novelas gráficas de Sacco, me parece que hace un documental muy fiel de la situación y me quedo con la sensación de haber estado viviendo su misma experiencia, buscando las respuestas que me hubiese planteado en ese escenario. Leí Gorazde en un viaje que hice a los Balcanes y Palestina es una barbaridad que te pone los pelos de punta.

Una serie:

En su día me gustó mucho Treme, de David Simon. Tiene una buena combinación de música, corruptelas, especulación y gente que quiere cambiar las cosas. Un buen ejercicio de mostrar cómo afectan en los vecinos las decisiones políticas. Me pareció que tenía mucha valentía para mostrar una situación tan parecida a la que se vive en el barrio del Cabanyal y que una serie tan atrevida como esa sería imposible hacer aquí.

Un podcast:

No me he metido aún en este campo, siempre prefiero escuchar música antes que diálogo. Tengo pendiente escuchar a Xavier Martínez en Podcasteando, de Plaza Radio, que seguro que está investigando historias con su curiosidad habitual.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Puestos a pedir, me encantaría tener una foto mía hecha por Salgado, a poder ser un robado, que no soy mucho de posar (por eso estoy siempre detrás de la cámara y no delante). El retrato más completo me lo ha hecho la artista y amiga Alejandra de la Torre, como regalo de boda de mi mujer. Un collage de elementos que me definen y que corona nuestra cama. Ahora bien, los retratos que me guardo con más cariño son los que me hace Violeta, que a sus 7 años tiene ya mucha mano.

Una comida:

Arroz al horno, sin lugar a dudas, muy por encima del resto de arroces. Le tengo pillado el punto y podemos decir que es mi plato estrella. Este amor por el arroz al horno viene de mi abuela paterna, que hacia “Cassola” con muchísima más gracia que yo. Era su plato estrella para cuidar a la familia (entre otras muchas delicias) y se metió en mi paladar desde pequeño, ella fue quien nos enseñó el cariño por la cocina y que todos los pasos son importantes. Nos dejó un puñado de recetas solo con ingredientes, sin especificar las cantidades, se llevó la magia con ella.

Un bar de València:

Nos hemos aficionado a celebrar en el Ma Khin Café, bajo del mercado de Colón. Buena relación calidad precio, con algunos platos y postres que nos encantan. Nos gusta probar diferentes gastronomías y esta combinación birmano-valenciana sorprende. Me lo enseñó mi prima Lorena, que estuvo trabajando allí, y nos llevó una noche a cenar. También de Asia nos encanta la taberna Tora y el muy recomendable Min Dou de la calle Pelayo, donde siempre cae alguna compra de ingredientes asiáticos para cocinar después en casa.

Una calle de València:

Estoy enamorado de mi nuevo barrio, Orriols. Pasear por sus calles en domingo es una locura de trajes regionales de medio mundo y está lleno de tiendas de alimentos donde probar otros países. Aquí se juntan inmigrantes, religiones, acentos y, pese a los alarmismos, yo me siento muy tranquilo.

Un lugar de València que ya no exista:

La Pilona, okupa que estaba frente al mar en El Cabanyal. Muchas horas hemos pasado dentro viendo a conocidos, descubriendo gente y tocando el trombón en Kostra Nostra, la banda skapunk que tenían unos amigos y a la que le pusimos melodía y alegría. Fue una etapa muy divertida, noches muy locas y mucho dejarse llevar. También le tengo muy buen recuerdo a la antigua facultad de Bellas Artes del Politécnico, en la que pasé 7 años. Fui a visitarla cuando la habían derruido y me quedé un trozo como si fuera el muro de Berlín.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Me tomaría un vermut con muchísima gente que no me da tiempo a ver. Desplazados, atareados, cuidadores, lactantes… La pandemia nos ha hecho más grande la distancia, pero antes ya echaba de menos a muchas amigas y compañeros que la rutina y el trabajo dejan en segundo término. Supongo que es lo que tiene hacerse mayor, pero echo de menos el tener tiempo para no hacer nada.