La historia de Manifest Antiromàntic (Teatre Principal, 25 y 26 de marzo) está basada en una cita real de Tinder, narrada «musicalmente por un corazón autómata con efecto autotune. Mientras, se van sucediendo canciones de electrónica con un paisaje acústico posmoderno donde entran en crisis el sexo, el amor e incluso el género de los protagonistas». Eso es lo que dice la nota de prensa. Pero en Verlanga queremos ir más allá y les hemos pedido a sus dos directores, Joan Palomares y Pau Berga, que sean más concretos, que nos expliquen lo que es y lo que no es su montaje.

Joan Palomares es el líder del grupo Prozak Soup, Pau Berga es realizador. Juntos ya trabajaron en el vídeo de la canción «Come On» de los primeros, que se hizo con el Premi Carles Santos 2019. Desde entonces han tenido la necesidad de crear algo nuevo («hacia un terreno más complejo y vivo») juntos. Eso es Manifest Antiromàntic, que cuenta con Sara Guerrero, Kerri Ann, Olga Martínez y Alberto Escartí en el escenario, acompañados musicalmente del propio Joan, de Rafa Nogueroles y del resto de Prozak Soup. Palomares y Berga toman la palabra:

Manifest Antiromàntic es:

➡️ Una electro-ópera en autotune ascendente. Un ensayo escénico que se expresa a ritmo de música neo-máquina posmoderna cantada de la manera más artificial posible, con una puesta en escena tersa, pulida y militarizada, que viene a relatarnos cómo ven el amor Berga y Palomares en la época del consumo los cuerpos.

➡️ Una historia de tecno-amor neoliberal nacido a partir de un match de Tinder. La historia de un amor entre los dos protagonistas de la obra, @miss y @mr, que sirve para poner al descubierto de manera absurda y divertida los flujos de representación y control del género en las relaciones sexuales digitalizadas.

➡️ Un desfile militar de seres despersonalizados y sin género que se mueven al ritmo de los algoritmos de Amazon, las eyaculaciones de PornHub, el scroll infinito de Instagram y los universos solitarios de Meta.

➡️ Una epopeya porno-narcisista sobre la performance de dos personas preparadas para una relación normativa entre fiestas, drogas y sexo. En un mundo, el nuestro, donde la pornografia ya es la manera más común y generalizada de representación, tanto de nuestros cuerpos como de nuestra sexualidad inconsciente

➡️ Una experiencia escénica que no sabemos muy bien si os dejará con ganas de fiesta o de prenderle fuego a un Mediamarkt. Lo que sí sabemos es que esta sátira discotequera os hará reír y removeros en la butaca. Y buscar en internet lo que significa Pegging :).

Manifest Antiromàntic no es:

➡️ Una paja mental aburrida y museística. Es una obra plástica, bella y entretenida. Porque el mundo digital, aunque enfermo, no deja de ser fascinante.

➡️ Un concierto en directo, ni una obra de danza contemporánea, ni poesía posmoderna, ni unas escenas donde los actores se debatan entre pensamientos existenciales mientras una pantalla emite en bucle un coito pornográfico. Pero quizá sí una mezcla de todo lo anterior.

➡️ Una obra que le gustaría a Jeff Bezos. A Putin seguramente tampoco.

➡️ Una ópera como Turandot o Carmen, sino más bien como si intentaras componer una ópera rock únicamente con sintetizadores mientras te metes unas pastillas de Viagra y varias horas de pornografía japonesa en 3D en vez de psicodélicos.

➡️ Una obra solo para el público juvenil. A la gente que se le hace grande el Facebook también le gustará. Nuestros padres van a venir, y aunque no estamos seguros si nos volverán a dirigir la palabra, creemos que les gustará también. Pero para aclararnos, quizá no es una obra para venir con tu abuela el día de su cumpleaños. Bueno, depende de cómo sea tu abuela.