Hay una nostalgia melancólica de la que no se habla. La que hace añorar o evocar lo no vivido. Debería doler el doble, por el recuerdo y por el vacío, pero ocurre lo contrario. Es lo bello y lo triste al mismo tiempo. Como en el título de la primera canción del último disco de Charlie Mysterio, ahora solo Mysterio, editado por Munster. Un himno de crooner cantado desde una realidad paralela, como todo el álbum. Susurros para el baile brumoso. El confort de lo extraño que, sin embargo, resulta acogedor.

La libertad lírica y compositiva de Vainica Doble, la suciedad gozosa de Suicide, los coros en la tercera fase, la música ligera con mucho quilates, la orfebrería pop de Carlos Berlanga, la independencia selvática de Ana D, el glam desnudo de T.Rex, las bandas sonoras olvidadas, el sello inspirador de Joe Meek, El Zurdo y Brian Wilson jugando al dominó y tomando café en Spicniclandia, el pasaporte sellado en el país de Juan de Pablos, y mil sonidos, nombres y sensaciones más, listados que no se agotan como las pipas, o el vino, en una infinita tarde de verano.

Charlie Mysterio colecciona proyectos en solitario o en la mejor compañía (Los Caramelos, Os Peregrinos, La Ruleta China, Shadow Girl, Mysterio) con el mismo buen ojo con el que factura canciones. Es como una religión paralela en la que sus fieles exhiben un carnet de afiliación. Dadle un pedal fuzz y una Roland TR-606 y no, no pondrá el mundo a vuestros pies, sino algo mejor, las canciones pop más (im)perfectas, y por ello más bonitas, del planeta narcotizado en el que nos gustaría vivir.

(Chalie) Mysterio actúa este viernes, 17 de mayo, a partir de las 23h en el Deluxe. 8€.