Mar Benegas. foto: Yago Benegas.

Mar Benegas es poeta, escritora y autora de libros infantiles. Sus libros se han publicado y traducido en Corea, Brasil, Francia o China. Es animadora a la lectura y la creación literaria en bibliotecas y escuelas. Especialista en LIJ y Poesía Infantil. Formadora de docentes, bibliotecarios y familias. Conferenciante. Dirige, con Jesús Ge, El sitio de las Palabras, dedicada a la formación virtual y presencial en torno al libro. Es la creadora y directora de JALEO (Jornadas de Animación a la Lectura, Escritura y Observación) para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (en Valencia).


Una calle  ciudad para … la Infancia.

Ciudad Infancia. Porque una calle no sería suficiente.

Ciudad Infancia será un espacio habitable, tranquilo, solidario. Donde las niñas y niños podrán ir a la escuela paseando, ocupar su espacio en el mundo, en las calles, en los parques. No será un peligro para ellos. Por eso, al terminar la escuela, saldrán a jugar sin vigilancia. Y no permitiremos que los dañen. Ni tampoco que formen parte del sistema de producción despiadado al que los empujamos cada vez más temprano: podrán estar horas haciendo torres con palos o piedras, o dibujando, o jugando a ser astronautas, o saltando los bancos, toda la tarde, sin prisa, con tiempo para aburrirse, porque del aburrimiento nacen las mejores ideas y las más creativas. Y no, nunca se permitirá que tengan el día ocupado desde la mañana hasta la noche.

Será una ciudad abierta, flexible y tolerante, como la propia infancia. Escuchará a los niños y niñas, que tendrán voz y voto, como ciudadanos de pleno derecho que son. Y no tendrá fronteras. Nadie pasará frío, ni hambre.

Y existirá una escuela, la Escuela al Revés. A la Escuela al Revés iremos las personas adultas, a desaprender y aprender de nuevo. Aprender a vivir. Allí, los niños y niñas, podrán enseñarnos todo lo que saben: habitar el asombro, a reír y llorar y luego seguir adelante como si nada, a ser generosos, a decir que no y que sí con todo el cuerpo, a mirarnos a los ojos, a transformar un poco de barro y unas hojas verdes en un restaurante maravilloso, a jugar, a imaginar, a inventar otra realidad.

En Ciudad Infancia habrá bancos pequeños y grandes en los parques, y columpios pequeños y grandes, y rampas para subir a todas las aceras y que todas las personas puedan llegar a todos los lugares. No estará hecha por los adultos con sus coches, para el uso de los adultos y sus coches.

Y sabremos que cada cual es diferente a su manera. Y que una ciudad debe ser acogedora y fácil para todas las personas que la habitan. Además, cuidar de los otros será honorable, no estará mal visto ni será menospreciado. Por eso, las personas que dediquen su vida a cuidar de las personas que no pueden hacerlo serán más importantes que los políticos y los empresarios.

En Ciudad Infancia se recitarán poemas por los altavoces, iremos al teatro y nos gustará bailar, leer y escribir.

Y, por supuesto, las mujeres y los hombres cobrarán lo mismo por el mismo trabajo. No permitiremos ninguna violencia, ni física, ni económica, ni emocional, ni contra ninguna persona.

Porque no enseñamos lo que queremos, enseñamos lo que somos y en Ciudad Infancia, todos habremos ido a la Escuela al Revés, para aprender a ser.