Foto: María Cárdenas.

Hans y Paul son dos hermanos que heredan la casa familiar donde se criaron y se ven obligados a ponerla en venta. La precariedad los empuja al éxodo. Esta es la columna vertebral de De fora vindrem (Sala L’Horta, 27 de marzo, 19h), producción de Purna Teatre que, a través de sketches de humor vitriólico y mala leche, apunta hacia los procesos de turistificación y gentrificación de las ciudades.

Pau Blanco y Xavo Giménez dan vida a los dos hermanos sobre el escenario. Xavo firma también la dirección y es autor del texto junto a Toni García. Con Giménez y Blanco hablamos de la obra, del poder del humor, del estado de la cultura o de la identidad del teatro valenciano.

¿Es el humor más eficaz a la hora de denunciar determinados temas por aquello de que pilla al espectador por sorpresa?

Xavo: Yo creo que lo que es de risa son la cantidad de denuncias que hay por culpa del humor. Que el humor sea un buen martillo para hablar, no sé, del cáncer, de la muerte de mi hijo o de las cámaras de gas no te allana el camino si quieres entrar en esos temas tan cachondos. Saber qué cosas van a funcionar es la trampa más peligrosa. El humor es una matemática inestable.

Pau: Creo que con el humor pudes tratar los temas con bastante más mala leche. En realidad tampoco me planteo si es más eficaz o no. Yo más bien no sé hacerlo de otra manera.

¿Cuál fue el origen de la obra?

Xavo: Subir las escaleras del metro de otra ciudad y al salir a una calle desconocida pensar: “yo he estado aquí”. Y reconocer todos esos negocios que son champiñones y que unifican el paisaje y barren las aceras. Tal cual. El centro de San Francisco es igual que el de San Sebastián. Pasar por la puerta de casa de mi abuela en Conde Salvatierra y ver que ya no vive nadie, que solo hay despachos, peluquerías caninas, bufetes de abogados y hoteles en pisos de porteras. Ya no huele a pescado en València. Huele a crema solar y muffin. El colmo fue cuando quitaron Unión Muscial Española por Ale-Hop en la calle de la Paz. Suficiente para un levantamiento armado.

Pau: Xavo me comentó que ya tenia título para la nueva obra purnera, que es es como solemos empezar los espectáculos de Purna, por el tejado…pero con fundamento. El título propuesto era “De fora vindran”, un título perfecto, pero que pasó a ser pluscuanperfecto a los diez minutos “DE FORA VINDREM”…. lo dice todo.

Cuando se hace ficción sobre un hecho que suele tener presencia en la realidad de una ciudad, ¿se toma alguna precaución (o se utiliza alguna herramienta escénica o creativa) desde la ficción para que aquello de que «la realidad supera a la ficción» no le afecte?

Xavo: La precaución es tratar de afinar el golpe. Pasar del bombardeo al tiro certero en la nuca. En este caso, ir deshojando el gran tema de la gentrificación para llegar a un pequeño piso en el barrio del Carmen donde viven dos hermanos que deciden vender la casa familiar y deben encontrar otro lugar. Entender la ficción desde las pequeñas cosas y no desde los titulares. Estar alerta a las desgracias que hay tras los felpudos. En «De fora vindrem» hemos encontrado los elementos escénicos que nos permiten el juego, el recuerdo y la proximidad. Dos bastidores, caballetes, pinceles, ropa de pintor, precinto… Una familia de objetos que nos indican que algo está en proceso de cambio, de renovación, de destrucción. Si el cambio es para bien o para mal eso ya es cosa del espectador. La mayor precaución en esta obra ha sido no culpar a los culpables. No en exceso. Hay culpables perversos, sí, pero hay cómplices discretos. Caixabank puede que sea un nido de buitres, pero los hermanos que ponen su piso en airbnb y echan a su antiguo inquilino son basura.

Pau: La realidad siempre superara la ficcion. Así que juntamos toda la realidad que podemos en 70 minutos y así conseguimos que la ficcion supere a la realidad. Espacio por tiempo dividido por dos y raíz cuadrada de 27… matemáticas inestables como ya apuntaba antes Xavo, que es más listo que yo.

¿Qué tipo de recursos cómicos hay en «De fora vindrem», qué tipo de humor? ¿Tuvistéis algunos referentes concretos?

Xavo: Los ingredientes de Purna. El público cara a cara. El teatro de Pau Blanco es directo y dispara a la butaca. Toni García y yo tenemos otros mundos y combinarlos en esta obra ha sido un regalo y un proceso de mucha escritura. Había para tres obras y hemos tenido que meter mucho paredón. Tres visiones del humor que conjugan en tres patas; el absurdo de Toni, el metateatro mío y el sarcasmo de Pau. Nuestros referentes son las estampitas de Rubianes, el esmorzaret, la casalla alcassera y las portadas de las grandes obras clásicas.

Pau: Silenci, qui calla otorga…

Foto: María Cárdenas.

¿Es una obra viva que a medida que se representa puede añadir o eliminar partes de ella según la reacción del público?

Xavo: Si no no sería purnera. En esta ocasión no hay tanta manga ancha para jugar con el espectador ya que hemos creado una pieza con una estructura dramática más cerrada. Una historia, como se suele decir. Siempre atentos al señor que atiende el teléfono, o la señora que se duerme, pero poco más. No permitimos subir al escenario a nadie a actuar con nosotros y no podemos tocar a la gente como le gustaría a Pau. Cierto es que a medida que la vida sigue, la obra va mutando. La obra permite actualizaciones. Y escuchar a la propia obra. Es algo que vas aprendiendo con los años. Una vez la obra empieza a girar te va mandando mensajes potentes de sus defectos y virtudes. De los espacios muertos y de sus deseos.

Pau: Como bien dice Xavo, esta es una pieza con una estructura dramática más cerrada. Pero como yo no sé que es eso de una estructura dramática más cerrada…la dejaré abierta. Si no no sería purnera, como también dice Xavo

¿Cómo manejáis el formato de pareja cómica en el escenario? ¿Qué papel representa cada uno?

Xavo: Pau dispara y yo recargo. La clásica pareja de payaso blanco y payaso de nariz. El payaso blanco es la sobriedad y el control y el de la nariz es suicida y descarado. A Pau hay que frenarlo y a mí hay que empujarme. No inventamos nada con esta fórmula. Hemos intentado hacer teatro de culto pero no nos sale.

Pau: Cierto, el teatro de culo no nos sale. Somos más de dar la cara.

La obra denuncia la perdida de identidad que se acaba produciendo en los barrios que sufren la turistificación y gentrificación. ¿Se puede extenderse eso de alguna manera a la cultura?

Xavo: Desde luego. La cultura es un centro comercial. Los artistas hemos acabado trabajando para el régimen de turno. Creando para cumplir las plicas, poniendo títulos en valencià para puntuar, mirando el calendario para ver centenarios, limando asperezas para “los de arriba” y todas esas mierdas. Hemos pasado de masticar a sorber. No hay libertad sino necesidad. Nuestro trabajo es hacer dossieres. Con mucho arte, eso sí.

Hablando de identidad y cultura, ¿creéis que hay algunos rasgos que definan la identidad del teatro valenciano?

Xavo: El exceso y el oficio. Nuestro teatro no es referente en ningún lado más allá de Requena, o si lo es, es de formal puntual y residual. Lo marcan compañías y creadores de primera fila, pero no por ser valencianos o exportar una manera de hacer. Estamos a unas alturas donde la denominación de origen es para el embutido, el queso, el vino y poco más. No soy partidario del “tots a una veu” en esto de la creación porque acaba siendo más genuflexión. Huir a zancadas de las identidades como bandera. Diversidad y profesionalidad. Nuestro sociedad ha sido por tradición de cartón piedra y moqueta de feria porque así han sido nuestros despachos. Es decir, de usar, posar y tirar. Vemos luces al final de los túneles con espacios de envergadura como La Mutant o TEM, ahora y antes. Cuando dejen de ser picas en Flandes de los dirigentes de turno y sean espacios de y para los artistas y no para las siglas, veremos qué pasa. Nuestros teatros públicos son como la catedral de València. Un poco visigoda, un poco musulmana, un poco beata, un poco churregueresca y un poco nada. Siempre nos quedará «L’Alqueria Blanca» para sentirnos de algún lugar y envidiar otros.