Foto: Jordi Pla.

Dinamarca (Teatre Rialto, hasta el 31 de enero), incluso antes de estrenarse, ya era una obra importante y especial dentro de las artes escénicas valencianas. Supone la última colaboración entre los hermanos Rodolf y Josep Lluis (fallecido en 2015) Sirera. Con esta obra se cierra su trilogía Europa en guerra (que dio con anterioridad los montajes Silenci de negra y Benedicat). Rodolf la terminó de escribir como homenaje póstumo a su hermano Josep Lluis, con quien tuvo tiempo de plantearla antes de su repentina muerte.

La obra transcurre, como no, en Dinamarca. Más concretamente durante los años que sufrió la ocupación nazi. «Seis personajes entretejen una  telaraña de relaciones y conflictos que basculan de la esfera más íntima y familiar a la lucha entre la Resistencia y los grupos paramilitares pronazis, del universo sentimental a la ambición profesional y de los deseos sexuales más escondidos a la crisis de la fe religiosa».

Dirigida por Carles Alfaro, se trata de una producción del IVC, que cuenta con Rebeca Valls, Paula Braguinsky, Sergio Caballero, Cristina Garcia, Raúl Navarro y Enric Juezas en el reparto. A ellos, como habitantes de esta Dinamarca, les hemos preguntado por la obra:

Rebeca Valls. Foto: Jordi Pla.

Rebeca Valls

Dinamarca es un homenaje a Josep Lluís Sirera. Cierra la trilogía Europa en guerra que comenzaron juntos Josep Lluís y Rodolf Sirera. La ha terminado solo Rodolf, pero la firma por los dos. Antes de fallecer Josep Lluís, los dos hablaron sobre la última parte que cerraría la trilogía y estoy segura que durante el proceso de escritura Josep Lluís ha estado ahí, junto a Rodolf, de una manera o de otra.

Dinamarca es una obra compleja y grande, en el buen sentido de la palabra, que creo que se convertirá en un reto para cualquier directora/director y/o actriz/actor que la quieren representar en un futuro. Como lo es ahora para nosotros. Deseo que el espectador viaje como lo hacemos nosotros. Para mí es una obra especial ya que es la primera vez que interpreto una obra de Josep Lluís y de Rodolf. Mi tío y mi padre. Así que me toca especialmente en todos los sentidos.

Paula Braguinsky y Rebeca Valls. Foto: Jordi Pla.

Paula Braguinsky

Para mí, Dinamarca está suponiendo un cambio tanto profesional como personalmente hablando. Es una obra llena de vida, de esperanza y de injusticias. De amor y de celos. De felicidad que trata de abrirse paso entre la violencia y la tristeza.

Para mí, Dinamarca es describir un mundo, un universo de personas (personajes) que luchan por ser mejores, pero no pueden huir de lo que son.

Ànika, que es el personaje que interpreto, es una mujer muy avanzada a su tiempo, una mujer valiente que no se detiene ante los obstáculos. Que continúa hacia adelante para cumplir lo que siente en su corazón. Que no renuncia, que lucha sin pensar si ganará o no. Ella, que nunca ha recibido amor, es capaz de querer por encima de todas las cosas, sin límites ni condiciones. Para mí, Ànika es luz.

Realizar este proyecto tan maravilloso, con un equipo tan fantástico, y tener la oportunidad de trabajar junto a grandes profesionales, ha sido un gran reto y también un grandísimo aprendizaje. Me siento muy agradecida por formar parte de esta aventura y poder hacer este viaje al Rialto. He crecido yendo de teatro en teatro, de camerino en camerino, y no puedo explicar la felicidad que siento al saber que durante un mes (y lo que llevamos de ensayos) esta maravillosa sala ha sido y será mi casa. Y ahora solo me queda desear un buen viaje a quien venga al teatro a acompañarnos. ¡Nos vemos en Dinamarca!

Sergio Caballero. Foto: Jordi Pla.

Sergio Caballero

Dinamarca, para mí, es una historia muy poliédrica, que habla sobre una familia que es muy infeliz y corrupta, una historia llena de retazos de otras historias. Es como una telaraña muy enmarañada, de saltos de tiempo, de cosas ocultas, de secretos,… que hace que sean las piezas de un puzzle. El espectador tendrá que resolver y descifrar quién es quién y por qué es así.

Mi personaje es un alma errante en este espacio de cenizas, derruido, como los propios personajes, no solo por el momento histórico, sino porque se dinamitan unos a otros. No sabe amar y por ello llegará a hacer cosas bastante horribles, desde su aparente educación. Es equidistante y trabajar eso, esa equidistancia, ha sido como un viaje porque es algo muy difícil.

Trabajar en este proyecto ha sido como conseguir que los astros se alinearan y eso se agradece mucho. Es un texto muy potente, con una dirección extremadamente meticulosa, producido por el IVC. Ha sido muy gratificante. Primero, porque hacía diecinueve años que no coincidía con Carles Alfaro. Hicimos Nascuts culpables, obra que fue a los MAX, donde también estaba Cristina Garcia como aquí, pero ella y yo no coincidimos, porque eran monólogos. Con Cristina y con Rebeca Vallas he hecho bastante tele (Autoindefinits, Maniàtics, Da Capo), pero encima de un escenario siempre he tenido mono de trabajar con ellas y por fin, ahora, ocurre. He descubierto, también, a Paula Braguinisky, que es una excelente compañera dentro y fuera del escenario, es muy joven pero tiene mucho talento por explorar.

Ha sido muy beneficioso como actor poder trabajar este tipo de personaje con Carles y en este tipo de obra. La ciudad necesitaba rescatar el tándem de los Sirera, Rodolf y Josep Lluis, y que de alguna manera reconciliarse así con estos autores, que siempre han estado más valorados fuera. Trabajar con Carles ha sido enriquecedor y muy estimulante y hemos sabido reconducir a mi personaje, que es un personaje nada fácil, porque tiene dos caras y muchos matices.

Dinamarca, creo, que son los propios personajes. Seis personajes muy bien escritos y muy bien conducidos. Cada uno es priosionero de su propia Dinamarca particular invadida por los demás. Es una metáfora, sobre todo en estos tiempos convulsos en los que nada es lo que parece. Es un viaje de dos horas en las que el espectador se convierte en un voyeur casi pornográfico porque posee una información que en cada escena se balancea entre el bien y el mal. Porque esta obra habla del mal, del pecado que purgamos en relación con nosotros mismos y los demás.

La obra tiene una puesta en escena impresionante, la música de Joan Cerveró es como entrar dentro en una película de los años cincuenta y eso el espectador lo va a agradecer. Hay un audiovisual de Amador Artiga,. El vestuario de Pascual Peris transmite ese olor, ese aroma, esa textura de esa época, en ese espacio tan particular con estos personajes tan duros. Ha sido una experiencia muy enriquecedora y en el punto en el que estoy de mi carrera me he dejado alienar por los astros.

Cristina Garcia y Rebeca Valls. Foto: Jordi Pla.

Cristina Garcia

Este verano nos hemos puesto los abrigos y nos hemos ido a Dinamarca. Ha sido un viaje caluroso, potente, creativo y muy humano. Nos hemos tirado de cabeza al mar de Copenhague, rodeados de palabras de los hermanos Sirera y de la mano escénica de Carles Alfaro. Yo he vivido el sueño de volver a trabajar con mi maestro Carles Alfaro, con quién empecé a hacer teatro en València. Ha sido un regalo y un placer. Dinamarca me ha puesto entre las cuerdas y me ha dejado escrito en la piel este mensaje. Es tan fácil. Es tan fácil hacernos daño los unos a los otros. Está tan cerca la maldad. Tanto que la tenemos dentro de nosotros. Basta un pequeño empujón para que saquemos lo peor de nosotros. Somos muy complejos y muy raros.

Raúl Navarro y Sergio Caballero. Foto: Jordi Pla.

Raúl Navarro

Dinamarca es una obra de teatro de los hermanos Sirera con un componente emotivo muy alto, ya que forma parte la trilogía “Europa en guerra” que empezaron juntos y ha cerrado Rodolf con Dinamarca.

Dinamarca es la historia de seis personajes, sus relaciones y conflictos presentes y pasados, enmarcada en la Segunda Guerra Mundial. A su vez es la obra escrita y no firmada por uno de sus personajes, Anika. La pieza viajara a lo largo de la obra y del tiempo, siendo un detonante de conflictos para sus personajes.

Como actor suelo pensar que todas las obras, de una manera u otra, hablan sobre el amor. Y en Dinamarca, la semilla del amor está en todos los personajes, sin embargo, por diferentes circunstancias en ninguno llega a florecer. Este hecho destierra de esta obra los colores claros, vivos o chispeantes, para llevarla a una paleta de mayor oscuridad.

En ella interpreto a Frank Holt, que sin duda es un representante de esa oscuridad y que, sustentado en la ideología del nacionalsocialismo, abrirá la puerta a lo peor que lleva dentro. Para Frank Holt, Dinamarca lo es todo, él es un patriota convencido de que la democracia está en manos de los burgueses que se olvidan de las clases humildes. Y ha tomado partido por la causa que él cree que establecerá un orden nuevo. Esto le llevará a cruzar los límites que sean necesarios para conseguirlo. Atravesando de forma inconsciente los de su propio autocontrol.

Me interesan mucho los personajes en los que aflora el mal que todos llevamos dentro, motivado por vivencias pasadas. Y en este caso, siendo la guerra algo monstruoso, es el lugar perfecto para que de una forma deshinibida, Frank libere ese monstruo que hay en su interior .

Para mí trabajar en ella supone volver al teatro en València. Después de estar un par de años dedicándome a otros proyectos creativos, en 2018 decidí retomar mi carrera de actor, la suerte me sonrió y participe en dos temporadas de una serie infantil internacional rodada en inglés con un personajeje comico y protagonicé la última película de Vicente Monsonis, “El Cercle en l’aigua”. En 2019 me propuse volver al teatro y creo que no he podido tener más suerte al ser seleccionado para esta producción, trabajar con este equipo y elenco es un lujo. He aprendido muchísimo. Carles Alfaro es un apasionado de su profesión y busca en cada detalle técnico o actoral la excelencia artística. Mis compañeros de reparto han tenido un compromiso altísimo para encarnar a cada uno de sus personajes y hemos estado arropados por un equipo técnico sobresaliente.

Para las artes escénicas de la ciudad supone tener aquí a uno de nuestros más reconocidos directores. La unión Alfaro-Sirera en sí misma es ya un acontecimiento teatral.

Y es que poder estar en contacto con el autor, que haya venido a diferentes lecturas y al proceso de ensayos, contar con sus aportaciones directas… Ha sido una suerte. Su presencia ha sido una motivación extra.

Enric Juezas. Foto: Jordi Pla.

Enric Juezas

Hasta hace muy poco, para mí Dinamarca no era más que un país situado al norte de Europa, el más meridional y el de menor extensión. Pero ahora, para mí este nombre propio (que quiere decir tierra de los Daneses) significa muchas más cosas, sobre todo significa un trabajo, un trabajo necesario, arriesgado, interesante, intenso, exigente y enriquecedor. Un trabajo compartido con los compañeros actores y actrices en el escenario y con el resto de compañeros que se encargan de cosas tan mágicas como el sonido, la luz, los audiovisuales, el vestuario, la escenografia, la caracterización, desde el patio de butacas, ellos son nuestro público en los ensayos. Con todo este equipo humano es mucho más fácil adentrarse en los territorios del imaginario, tan inexplorados como peligrosos, de Josep Lluis y Rodolf Sirera, y con la inestimable ayuda de Diego (Braguinsky) y «la sabia mano gobernada «de Carles (Alfaro). Para un pintor solitario como yo (mi otro oficio ), ¿que más se puede pedir?. A todos ellos mi agradecimiento.