«Federico, función sin título».

Emili Chaqués se marchaba a Madrid a realizar una función de teatro de calle. Llegó pronto a la estación y para hacer tiempo hasta que saliera el tren, entró en una librería. Allí le estaba esperando el libro Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, de Ian Gibson. «Al leerlo, se me despertó «la necesidad» de contar la vida de «Federico» porque hablamos mucho de Lorca en relación a su magnífica obra, pero ¿qué hay de Federico? Detrás de esa obra hay una persona con sus miedos, con «sus mil caras», con su carácter sandunguero… Una persona con la que estarías hablando horas y horas, una persona a la que a mucha gente le hubiera gustado conocer».

Así nació Federico, función sin título (Sala Ultramar, del 20 al 23 de enero). Para escribirla, Emili sumó a Carles Montoliu al proyecto. «La función no habla de lo justo o lo injusto con Federico pero sí habla de la fatalidad de un tiempo para él y muchos otros», explica Carles, «fatalidad que se arrastra como la sangre por las cunetas, hasta nuestros días. ¿Es que nunca se van a cerrar estos agujeros?, se pregunta el personaje, mientras intenta coser los orificios de bala de su chaqueta con la que lo asesinaron. Metáfora de tantas heridas abiertas. Dolor que Lorca redime a través de su poesía, su vida».

Emili y Carles no ocultan su obsesión sobre el poeta y dramaturgo granadino. Por ello, el proceso de documentación tuvo su alto índice de disfrute. «Leíamos todo lo que nos caía en las manos: su obra completa, entrevistas a él y a la gente que lo conoció, notícias, críticas, bibliografía especializada, cartas, reportajes, documentales… ¡Todo!», apunta Chaqués. «Otra gran tarea fue hacer una selección de aquello que nos sirviese para contar la historia, crear una línea sin saturar al público. Hay un paralelismo cronológico-espacial-bibliográfico de su vida con sus relaciones amorosas que nos sirvió de camino», añade Montoliu. Uno de los objetivos que se marcaron fue contar «lo que muy poca gente sabe»… ¡De ser por nosotros la obra duraría cinco horas!», remata Emili.

Esa línea marcada por las relaciones amorosas de la que habla Carles Montoliu se convirtió en el eje narrativo del montaje. Salvador Dalí, Emilio Aladrén, Eduardo Rodríguez Valdivieso, Rafael Rodríguez Rapún y Juan Ramírez de Lucas «fueron sus amantes más conocidos», recuerda Emili Chaqués, » y descubrimos que su creación literaria del momento coincide con su momento vital, sobre todo, en lo que a amores se refiere. Es por ello que vemos cómo la huella del autor se traslada a su literatura». Montoliu añade que «la sexualidad o la ausencia de esta, forma parte de toda persona. La homosexualidad de Lorca es conocida por todos pero omitida por muchos, incluso por su familia. A todos estos hombres deseó y amó. De ese “amor oscuro” supo destilar Federico su poesía limpia. Nos sirvió para liberar a Lorca de ese otro Lorca que muchos se han construido. Él quiere contarlo “…ya que no tengo una tumba dejadme al menos un escenario”. Federico siente sus secretos a voces».

Emili Chaqués y Carles Montoliu firman la dramaturgia de la obra, pero no es su única responsabilidad en la misma. El primero, además, forma parte del reparto (nominado al Premi Crisàlide al Millor Actor Revelació als Premis AAPV), y el segundo es ayudante de dirección, que recae en Joan Miquel Reig. De nuevo, un tren «tuvo la culpa». «Volviendo a Sueca, después de una sesión creativa de guion con Carles Montoliu, me encontré a Joanmi en la Estación del Norte», rememora Emili. «Allí le comenté el proyecto. Durante un trayecto de media hora tuvimos una conversación «enlorquecida» y a los pocos días le llamé para preguntarle si se unía al barco». Reig contestó que sí. ¿Qué aportó al resultado final? Ambos lo tiene claro:

Emili Chaqués: «Su trabajo, su visión, su imaginario y su dirección de actores y artística han sido esenciales para que la obra sea lo que es».

Carles Montoliu: «Vino a darle forma a las palabras. Es parte fundamental de este trabajo. Tiene la admiración de todo el equipo y ha aportado su sensibilidad, no solo dirigiendo a los actores, sino también en su propuesta escenográfica, de vestuario y diseño de luces. Alguien con mucho duende, que diría Federico».

La obra nos presenta a Federico García Lorca , «84 años después de su asesinato: «Ya que no me distéis una tumba, dejadme un escenario para contarlo todo». Para eso contará con la ayuda de Margarita Xirgu que, con música en directo, canciones y reflexiones, no exentas de humor, nos trasladará al mundo onírico, literario, personal y vital del poeta granadino». A la Xirgu le da vida Paula Santana, completando así el reparto. Una actriz a la que los dos dramaturgos conocen muy bien. «Es un torbellino, pero también es viento y es brisa», dice Carles. «Es mi «hermana». Con ella me río, me enfado, le digo y me dice, nos sinceramos, nos contamos nuestras cosas, y sobre todo, nos queremos. Es mi Margarita Xirgu en la vida real», apunta Emili.

Es Paula quien, también, recrea de diversas maneras a los amantes de Lorca en el escenario. Encima de él, Emili asegura que cuando se abrazan «no actuamos, nos abrazamos de verdad y cuando nos despedimos, también. Llevo casi una década compartiendo escena con ella y, la verdad, a parte de actriz, es una «facilitadora vital» profesional». Desde detrás del mismo, Carles Montoliu considera que «ha creado una Xirgu convincente y apasionada. La amiga-confidente y  fiel que acompaña a Federico más allá de esta vida. Sus nombres están unidos para siempre. Paula y Emili hacen un tándem maravilloso al servicio de la historia». El tren de la cultura segura os espera.