«Mingo acude a visitar a su abuelo, le encuentra un poco malito y este le explica que quizá un día ya no esté. El nieto va a buscar unas hierbas medicinales para aliviarle, pero cuando acude a entregárselas, ya no le encuentra». Así empieza Gori Gori (Sala Russafa, del 8 al 10 de octubre), la nueva producción de la compañía valenciana El Ball de Sant Vito. Una valiente propuesta sobre las pérdidas, en la muerte, pero sin melodramas ni lágrimas.

Xavier Learreta y Manel Mengual son los autores del texto, los responsables de interpretación y también firman la codirección junto a Irene Vecchia y Jesús Muñoz. Además, responden a nuestras preguntas:

¿Qué importancia tiene la tradición tirititera en las historias de El Ball de Sant Vito y en particular en Gori Gori?

Manel: En el País Valencià existía una gran tradición de títeres de guante que desapareció a principios del siglo XX y decidimos recuperarla porque tenía elementos muy potentes. En nuestro espectáculo La terra dels babaus revivimos a Mingo, un títere que fue famoso en la tradición valenciana. En Gori Gori volvemos al títere de guante, pero innovamos con un retablo circular giratorio donde se desarrollan las escenas, acercando el lenguaje de los títeres al de los videojuegos y cuajándolo todo con música electroacústica. Partimos de la tradición, pero la renovamos aportando nuestra forma de ver la vida.

¿Cómo surge Gori Gori? ¿Cómo nace la idea de incorporar un tema tan poco habitual en los espectáculos familiares como la muerte?

Xavi: La muerte es uno de los temas tabú de nuestra sociedad y al mismo tiempo hay una frivolización excesiva de la misma, lo vemos en la tele, el cine y los videojuegos. Existe la muerte porque existe la vida. Vivir un duelo por la pérdida de un ser querido es un tránsito que forma parte de nuestras vidas, también en la infancia. Cuando los niños y niñas salen del teatro, suelen hablar con sus padres de lo que han visto. Pensamos que ver este espectáculo en familia, es una oportunidad para que los padres hablen con sus hijos de la muerte de una forma natural. Para nosotros es un reto hacer un espectáculo con un material tan sensible y que la gente se divierta, reflexione y se vaya a su casa con buen sabor de boca.

Irene Vecchia participa en labores de dirección. ¿Cómo ha sido trabajar con ella? ¿Por qué la incorporásteis, qué pensabáis que podía aportar y que ha acabado aportando?

Manel: Irene Vecchia es una referente internacional del Guarattelle, la tradición napolitana de títere de guante, que data del siglo XV. Del Guarattelle nacieron todas las tradiciones europeas, entre ellas la nuestra. Trabajando con Irene nos hemos acercado a las raíces, a la madre de todo esto. Hemos incorporado rutinas arcaicas, dinamismo en la manipulación y contundencia en la expresión. Por otra parte, la conexión con ella ha sido fantástica, tanto a nivel profesional como personal.

Xavier Learreta y Manel Mengual junto a Irene Vecchia.

También colabora Jesús Muñoz, de El Pont Flotant.

Xavi: Jesús ha sabido entender a la perfección nuestro proyecto y se ha implicado muchísimo. A nivel actoral, nos ha dado muy buenas indicaciones para mejorar nuestras interpretaciones. Se ha ocupado de la dramaturgia de todo el montaje y su combinación con la música, la iluminación… para que el espectáculo pudiera entenderse perfectamente. Ha sido una pieza clave en el montaje final y ha sabido guiar las sesiones de ensayos con sensibilidad y maestría.

En estos tiempos en los que es tan difícil captar la atención de los más pequeños por los numerosos estímulos que tienen a diario, ¿trabajáis esto de alguna manera?

Manel: Los títeres son muy poderosos, tienen una fuerza que atrapa a los espectadores. Intentamos mantener un ritmo ágil, con sorpresas y juegos constantes, pero no queremos competir con el ritmo vertiginoso de las películas y los videojuegos. Pensamos que una buena historia que conecte con las emociones de los espectadores es la mejor fórmula para mantener la atención del público.

El Ball de Sant Vito comenzó en 2001, cumplís ahora 20 años. ¿Qué balance hacéis de todos estos años si miráis la vista atrás? ¿Cómo ha cambiado el panorama tirititero en València durante estos años?

Xavi: Empezamos como una compañía de teatro de calle y hemos ido evolucionando con el tiempo. No fue hasta el año 2013 que decidimos hacer nuestro primer espectáculo de títeres. Para ello empezamos a investigar en este tipo de expresión teatral y ya nos quedamos prendados y atrapados en este mundo. Fueron los titiriteros veteranos de las compañías valencianas (Edu Borja, Lluerna Teatre, Teatre Buffo…) los que nos vieron trabajar y nos conectaron con los circuitos y festivales dedicados al títere.

En nuestra tierra hay compañías de títeres que producen trabajos de gran calidad, aunque muchas con pocos recursos y precarizándose aún más tras esta pandemia. Muchas compañías nos hemos asociado en UNIMA País Valencià y estamos organizando un festival de títeres para el mes de noviembre en la ciudad de València. Pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Aunque hay compañías con gran nombre y recorrido, dentro del conjunto de las artes escénicas el trabajo con títeres es tratado como un género menor, pero las posibilidades de los títeres como medio de expresión dramática son infinitas. Con Gori Gori esperamos contribuir a dignificar el apasionante mundo de los títeres y también el del teatro para público familiar.