Las matemáticas funcionan en las artes escénicas. La suma del talento de Capella de Ministrers y de Toni Aparisi da como apetecible resultado un montaje, A Circle In The Water (sala Russafa, 3 y 4 de octubre), en el que «la música en directo del siglo XVI convive con la danza contemporánea».
Se trata de una pieza «nacida como banda sonora de la adaptación cinematográfica de la obra teatral La Estancia (Arden Producciones), que se estrenará el próximo otoño. Una compilación de temas giran alrededor de la melancolía, una emoción capaz de remover y activar sentimientos, despertando una sensibilidad que en la sociedad del siglo XXI muchas veces parece anestesiada». Es Toni Aparisi quien contesta nuestras preguntas:
¿Cómo fue el trabajo de coreografiar danza contemporánea con música del siglo XVI?
Yo siempre he pensado y defendido que esta música está pensada para ser bailada y vivir los estados de ánimo que trasmite. Desde esta perspectiva, no resulta demasiado complicado entrar en ella, siempre desde el respeto a sus tempos y formas. Me parece que el vocabulario de la danza contemporánea es el mejor para este tipo de acercamiento.
¿Hubo algo de trabajo conjunto con Capella de Ministers?
Sí, cuando Carles Magraner me propuso hacer este montaje, hablamos del enfoque que se le podía dar. Él me encaminó hacia el libro Anatomía de la melancolía, de Robert Burton, y de él sacamos las ideas dramatúrgicas para el espectáculo.
¿Qué papel juega (desde el punto de vista de la danza) que la música se interprete en directo?
Yo soy un acérrimo defensor de la música en directo en los espectáculos de danza. He tenido la suerte de trabajar con grandes maestros en este formato y el resultado, a parte de ser mucho más rico e interesante para el público, ayuda al intérprete en escena. Si además trabajas con alguien como Carles Magraner, sobran las palabras porque tanto él como sus intérpretes ofrecen siempre interpretaciones de gran altura.
¿Son coreografías cerradas o puede que vayan mutando a partir de que se realicen representaciones?
Desde mi punto de vista, las coreografías están vivas, hasta que un espectáculo deja de ser representado. Influye en primer lugar el espacio, porque pocas veces es el mismo. También que cada vez que entras en escena, vives cosas distintas, que nacen de la interpretación de cada una de las personas que están en ese momento contigo.