«La mort i la donzella». Foto: Laura Divella.

La mort i la donzella (ganadora de tres Premios Max, a mejor espectáculo de danza, mejor coreografía y mejor diseño de iluminación) se adentra en el cuarteto de cuerda nº 14 en Re menor de Franz Schubert del mismo nombre. Según cuenta el texto promocional del montaje, «desde una revisión contemporánea de esta composición romántica, viajamos a través de elementos existenciales esenciales, como por ejemplo estar vivo o morir». Se trata de una producción de danza del IVC (que se podrá ver en el Teatre Principal, del 6 al 10 de octubre), dirigida y coreografiada por Asun Noales, quien además, contesta nuestras preguntas.

¿Qué es, para ti, La mort i la donzella?

La mort i la donzella, para mí, ha sido un regalo. Ahora estrenado ya el espectáculo, puedo decir que es una joyita que me ha elegido este año tan incierto y controvertido y me ha dado la oportunidad de adentrarme en un tema tan humano como es la vida y la muerte. Ha sido un proceso creativo dónde el trabajo de dirección y coreografía ha sido exigente. Me he dejado la piel, literalmente, pero he sentido la escucha y el apoyo de todo el equipo artístico que construí a mi alrededor allá por el mes de diciembre. Tanto creativos como intérpretes han creído en mí desde el principio, y la pieza ha crecido con sus aportaciones, alcanzando un peso y una coherencia escénicas excepcionales. Hemos sido minuciosos en el aula, y esto siempre trae su recompensa al implantarlo en el escenario. Y ahora que el trabajo ya está parido y puedo distanciarme y convertirme en una espectadora más, La mort i la donzella es un espectáculo cargado de escenas pictóricas, cinematográfico, sensible, conmovedor y de factura impecable.

¿Qué tiene el cuarteto de cuerda nº14 en Re menor de Schubert?

Es uno de los cuartetos más bellos que he escuchado. Y cómo, Schubert, llega a componerlo, en las circunstancias personales y problemas de salud que tenía, y sabiendo que no le quedaba muchos años de vida, lo hacen todavía más romántico. Es una pieza imprescindible del repertorio clásico.

«La mort i la donzella». Foto: Laura Divella.

¿Cómo te despertó la creatividad?

Para iniciar mi aventura creativa, quise saber de dónde venía tanta carga emocional y me fui al origen de la pieza. Un lied que Schubert compuso en 1817 a partir de un poema de Mathius Claudius, para voz y piano. Por otro lado, y por mi tendencia a inspirarme muchas veces en la pintura y la fotografía, indago en toda la iconografía que rodea a esta idea de la muerte joven, la juventud truncada, el esqueleto y la doncella turgente y llena de vida. Y es a partir de ahí que empiezo a componer un calidoscopio de escenas y cualidades de movimiento. Construyo los personajes más concretos y juego con los intérpretes dando lugar a dos estados, la parte oscura y la luz. Y así se va hilvanando el trabajo poco a poco. Otra de las premisas importantes que necesitaba para la obra era un muro, un muro que me diera muchas posibilidades de investigación coreográfica y que separara el espacio en dos mitades, lo que no se ve y lo que tenemos presente. Y pudimos tener ese muro maravilloso, diseñado por Luis Crespo, dos meses en la sala de ensayo, un lujo para una creadora. No me quiero olvidar del vestuario, diseñado por Victoriano Simón, con pequeñas pinceladas inspiradas en la época romántica pero sin perder la contemporáneidad. Yde  la iluminación de Juanjo Llorens, que pone el broche final siempre a mis trabajos.

¿Es más complicado crear a partir, o tomando como punto de partida, una obra de otra disciplina artística, o precisamente, por eso, por digamos tener cierta «libertad absoluta» es más fácil?

Que te den una partitura como la de Schubert y decidas transformarla, jugar con ella, descomponerla como quieras, te da una libertad total y absoluta. Al ser un encargo siempre te sientes con la responsabilidad de dejar lo mejor de ti en la obra, es como que no quieres fallar. A mí, especialmente me está gustando esto de trabajar a partir de obras emblemáticas del repertorio musical. Ya lo hice con La Consagración de la Primavera el año pasado junto a la Joven Orquesta de la Generalitat Valenciana, y esta vez me enfrento de nuevo a otra composición intensa. No descarto seguir adentrándome en otras partituras. En este caso esa transformación viene de la mano de Telemann Rec, con los cuales ya trabajé en Vigor Mortis y que en esta ocasión han conseguido una ambientación musical sobrecogedora. Un placer trabajar de nuevo con ellos.

¿Cómo llegas a La mort i la donzella?

Más que llegar yo a esta pieza, el cuarteto llegó a mí. Roberto García (director adjunto de Artes Escénicas del IVC) fue el encargado de ofrecerme crear a partir de esta pieza musical. Algunas piezas de Schubert, como el segundo movimiento de La mort i la doncella, ya formaba parte de mis composiciones imprescindibles y que llegara a mis manos de esta manera ha sido casi premonitorio. Además, quiero destacar que el espacio desde donde creamos fue el Escorxador de Elche. Ya que no es habitual que las producciones de IVC se creen fuera de la capital del Turia. Esta vez hemos podido estar en casa y desarrollar el trabajo desde Elche.

Asun Noales dirigiendo un ensayo de «La mort i la donzella». Foto: Laura Divella.

Firmas dirección y coreografía, ¿eso facilita tu trabajo o en realidad lo complica más?

Para una coreógrafa, en su proyecto personal, llevar la dirección suele ser bastante habitual, pero en este caso, al ser una pieza para el IVC, a veces se cuenta con otros creadores para esta labor. Para mí, era muy importante poder dirigir esta obra. Las ideas en mi cabeza estaban tan claras, a nivel estético, puesta en escena, musical, etc, que era una necesidad total, poder trasladar todo ese universo a mi equipo y encauzarlos hacia la atmósfera y paisajes que quería que investigáramos juntos. Por tanto dirigir y coreografiar la obra es lo más natural que me ha podido pasar.

La última vez que hablamos fue por Pi, que supuso la primera vez que utilizaste audiovisuales en un montaje tuyo. Nos contabas que tenías la sensación de que se te abría un mundo y te apetecía muchísimo investigar y trabajar con audiovisual e imagen real en tiempo real. ¿Esta presente esa vertiente audiovisual, de alguna manera, en La mort i la donzella?

Pues mi experiencia con el audiovisual en Pi no terminó muy bien. El montaje se complica bastante cuando utilizas audiovisual y, a veces, llegas a las representaciones muy apurada y casi con la sensación de que te va a dar un infarto porque no llegas. Así que he vuelto a preferir trabajar desde los elementos que controlo y no desde aquellos que ponen en riesgo la tranquilidad del funcionamiento en gira. Aún así, la práctica enseña y actualmente estamos haciendo una gira con Pi y todo va rodado, así que no sé si lo retomaré, jejeje.

En La mort i la donzella, el audiovisual está muy presente, pero de otra manera. Hemos contado durante todo el proceso creativo con la productora Suica Films, que se ha encargado de documentar los tres meses de producción y han grabado el espectáculo finalizado. Esto nos va a permitir tener una herramienta pedagógica, que ayudará a entender como se compone una pieza de danza, de dónde vienen los materiales, las escenas, el origen de todo lo que después vemos en el escenario.

¿Cómo ha afectado (o afectó) la pandemia a la obra? ¿Está presente de alguna manera en el resultado final?

Pues la pandemia, el confinamiento duro de dónde veníamos, ya que el proceso empezó en julio, ha afectado totalmente. A todos los niveles, a nivel emocional, ya que la sensibilidad y las ganas con las que nos enfrentábamos al trabajo se palpaban en cada ensayo. A nivel físico, ya que los intérpretes venían de estar casi cuatro meses parados y había que volver a poner esos cuerpecitos en forma. A mí, personalmente, porque había tenido mucho tiempo en casa para pensar, para leer, para escuchar músicas referentes para los compositores. Por lo que estaba deseosa de llegar al estudio y dar forma a todo lo que tenía en mi mente y en mis bocetos. Y hay algo que está desde el principio de la pieza, la respiración y el último aliento, ahora que respirar se convierte en algo tan deseado, detrás de una mascarilla, nuestro oxígeno no llega igual, pues esa sensación, a veces claustrofóbica, también aparece en la pieza.

¿Cómo se afronta un trabajo después de galardones como el Premi de les Arts Escéniques Valencianes por Vigor Mortis? ¿Con más responsabilidad, más fuerza…?

Los premios siempre alegran y te ayudan a dar visibilidad a tu trabajo. Es un empujoncito que te anima a seguir luchando. Y cuando un premio así te llega en un estado de madurez, se saborea el triple. Sales al escenario queriendo ser, estar y vivir todo al cien por cien. Vigor Mortis fue un regalo que nos hicimos el año pasado, en agosto de 2019 arrancaron los ensayos. Y hacía tiempo que no me reía tanto creando un espectáculo. Los tres premios que hemos recibido con Vigor Mortis, nos llenan de satisfacción, porque siempre hemos dicho que esta pieza es un trío, Carlos Fernandez, la casa y yo. Así que ha sido redondo.

«La mort i la donzella». Foto: Laura Divella.