Más que actualizar el flamenco, lo que hace Eduardo Guerrero es situarlo en los tiempos en que vivimos. Así lo pone en contacto con la danza contemporánea, las artes plásticas y visuales. Ya lo hizo en Sombra efímera y lo repite en Sombra efímera II (Teatre El Musical, 20 de diciembre).
El bailaor/bailarín gaditano pisa el escenario, lo araña, lo convierte en una prolongación de su zapateo y se vacía para llenar al público. Cuenta con la colaboración del director artístico Mateo Feijoó, la guitarra de Javier Ibáñez y el cante de Samara Montañés y Manuel Soto.
Todo proceso creativo tiene un camino y en Verlanga recorremos el de Sombra efímera II de la mano de Eduardo Guerrero en tres actos, como si de otra función se tratara.
Creación
El estreno de A Solo Piece for a Flamenco Dancer (Ámsterdam, 2016) supuso el inicio de una trilogía que materializa sobre el escenario mis búsquedas, que continué investigando con la obra Sombra Efímera, estrenada en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2018. El proyecto ha culminado ahora con Sombra Efímera II, para la que hemos contado con dirección y concepto de Mateo Feijóo, dramaturgista y director artístico de las Naves del Matadero entre 2016 y 2019. Con esta última propuesta nos adentrábamos en un nuevo territorio a explorar donde el reto consistía en dejar atrás el miedo para dar paso a las formas, la luz, el sonido…, siempre desde nuestra raíz: el flamenco, que es nuestra forma de expresión por naturaleza.
Sombra Efímera II forma parte de un proceso expandido. Es un proyecto que surge de la investigación desde diferentes lugares y es fruto de las diversas miradas que le dieron inicio. El resultado final debe mucho a la residencia que he realizado en el Centro Danza Canal. Producto de ella, la compañía ha podido investigar diferentes técnicas, probar nuevas formas de llegar a un público más contemporáneo de la mano de Mateo Feijóo e indagar en lo que realmente era un proceso creativo construido capa a capa. Además, durante la misma hemos generado una conducta interdisciplinar para poder concebir diálogos nuevos y transversalidades que crucen diferentes formas de creación. Esta experiencia localizada nos permitió trabajar la poesía sufí, lo que supuso un arduo trabajo de adaptación de letras flamencas a estas. Son conceptos y aptitudes que en el escenario parecen espontáneos y rápidos, pero tras ellos hay muchas horas de investigación y ensayo, puesto que hay momentos en la creación que te tienes que lanzar al vacío y probar, ‘‘ensayo-error’’, y para ello necesitas muchas horas de estudio.
Preparación
Una vez iniciamos los ensayos, sabíamos que la estructura de la obra tendría cambios a lo largo del proceso, pero teniendo un punto de partida claro pudimos ir dando forma a aquellos cambios que queríamos introducir dentro de la pieza. En un principio se avanzó bastante con la investigación del movimiento y las escenas, pero comenzaron las dudas con el material escénico que se estaba utilizando, incluso si realmente queríamos evocar o llevar a cabo esas ideas. Esos pequeños detalles eran lo que diferenciaban la obra del resto que la compañía a día de hoy representa en diferentes espacios.
En este tipo de obras buscamos un público activo, espectadores que no vayan a ver un espectáculo sin más, sino que se pregunten el porqué de la consecución de los hechos. Por ello, los ensayos de puertas abiertas nos permitieron comprobar que la obra funcionaba en la línea que nos habíamos planteado. El poder mostrar la pieza creada, aunque no fuera en su totalidad, te hace tener una idea de cómo será el proyecto finalizado y llevado al teatro, para así poder generar cambios que logren que el ritmo no decaiga y se pueda mantener la atención del espectador, continuando así nuestro crecimiento como compañía.
La obra
Esta nueva creación propone una inmersión escénica en la que conviven la tradición del flamenco y las artes contemporáneas del movimiento con las plásticas y visuales, configurando así un universo onírico propio. En ella, hay distintos elementos que juegan un papel fundamental. El telón tiene un peso emocional al saber que está hecho de ropa usada; poder dar una segunda vida a esas prendas crea diferentes vertientes de pensamiento en el transcurso de la obra y la importancia del donativo que se le hizo a Mensajeros de la Paz provoca en nosotros un matiz o energía que crece a medida que avanza la pieza. El espacio visual lo desarrollamos con diferentes capas de colores a partir de un espacio blanco y de papel que representa cada noche un nuevo nacimiento, el saber que todo comienza con un orden hasta dar paso a la liturgia; destrozar y rasgar en cada taconeo el papel, manchar, trazar y teñir es un símil con la vida que estamos llevando: poco a poco estamos acabando con el mundo. Con la montaña de arena queremos transmitir el papel fundamental de la posesión, la conquista, la unión del hombre con la tierra; al fin y al cabo, todo nace de ella y el hombre, en su final, vuelve a ella. La imagen por excelencia es la subida y coronación de la montaña a manos de una mujer: es la ruptura de los cánones establecidos, no prima la imagen del hombre frente a ella; ella clava su bandera evocando la igualdad en la parte más alta del escenario. La libre sexualidad es otro mensaje dentro de la obra: el paso a dos entre hombres, la delicadeza y la forma con la que se evoca el amor entre personas del mismo sexo…
En definitiva, Sombra Efímera II evoca emociones, es una obra cargada de imágenes que el espectador debe de ir encontrando, un espectáculo que habla de la sociedad actual y de los siglos pasados, de la evolución y del retroceso en determinadas parcelas, del camino y del cambio, porque sin camino no habría cambios.