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Nombre: David Gonher. Edad: 25 años. Lugar de nacimiento: Salamanca. Lugar de residencia: Valencia. ¿Cómo definirías tu actividad artísticamente? Es el resultado de seis años de carrera, de descubrir porqué te gusta el arte y terminar haciendo tu trabajo personal, surgiendo un proceso de creación y mutación .[/su_note]
Con David Gonher el combustible creativo está asegurado. Sus proyectos como escultor, sus trabajos partiendo de la fotografía o la intención de introducirse más a fondo en el vídeo, perfilan su inquietud creativa en la que el entorno que habita juega un papel decisivo. No sólo porque en ocasiones le proporciona la materia prima, sino porque resulta complicado desligar su discurso de esa proximidad que vive, aunque al mismo tiempo (y eso es mucho mérito) lo convierte en universal. Quedamos en Las Naves un día de esos en que el tiempo engaña, que regala parcelas de sol, pero el ambiente refresca. Justo lo contrario que las obras de Gonher, que ni fingen ni juegan al despiste.
¿Cuándo, cómo y por qué surge en ti la necesidad del arte?
Cuando era pequeño, mi madre siempre me decía lo bien que dibujaba y pintaba, que iba a ser artista, pero claro cuando uno tiene esa edad quiere ser un montón de cosas. Después, estudiando la ESO coincidimos un grupo de amigos que decidimos hacer el Bachillerato de Artes todos juntos. Cuando lo terminé, entré en Bellas Artes. Fue todo un proceso de evolución. Yo no lo tenía nada claro desde un principio. Siempre me he ido guiando por lo que me gusta, haciendo lo que veía que me interesaba y, claro está, lo que he podido.
¿Cómo fueron tus primeros años, artísticamente hablando?
Me marcaron, bastante, mis tres primeros años estudiando en Salamanca. Fueron años de experimentación total en todas las disciplinas. Al acabar ese período me dí cuenta que la escultura era lo que más me interesaba y tuve la posibilidad de venir a Valencia a continuar los estudios y a especializarme en ello. Allí surgieron amistades y montamos El col.lectibo. Nuestra intención era unir esfuerzos para crear y no centrarse, exclusivamente, en hacer cosas individuales. Nutrirnos de lo que te pudiera aportar otras personas. Y siempre al margen de la facultad, porque toda la formación artística que teníamos venía de allí, y lo que pretendíamos era buscar otro tipo de formación. La idea surgió de una reunión que tuvimos con Nelo Vilar y,a partir de ahí, empezamos a hacer cosas. Por cuestiones geográficas, nos desligamos un poco, pero nadie descarta que pueda volver.
Uno de tus proyectos más interesantes es «Paleontología Contemporánea», en el que (copiamos literalmente de tu web) «a través de la búsqueda de rastros o huellas que deriven de las relaciones entre los habitantes y su entorno, se registran aquellas situaciones resultantes de las distintas interacciones humanas comprendidas en un determinado espacio-tiempo sociocultural». ¿Cómo surge?
Surge de explorar mis inquietudes. Me compré una cámara hace seis años y he ido registrando todo aquello que me interesaba. También viene un poco porque yo, de pequeño, quise ser paleontólogo. Debió ser por los fósiles y los dinosaurios, que me han encantado siempre. Lo descarté porque era muy complicado y había que estudiar mucho, pero siempre he tenido esa espina clavada. El paleontólogo se nutre de observar el entorno y los rastros y, a partir de ellos, intentar reconstruir cómo vivían los seres del pasado. A mí me llaman mucho la atención esas huellas que se pueden encontrar, actualmente, por todos los lados. Y no puedo hacer otra cosa que documentarlos, documentarlos y documentarlos. Llegó un momento en el que me ví con una serie de archivos y fotografías que tenían su coherencia en sí mismas y, también, dentro de un grupo más grande, de un proyecto. Hace tres años, para la asignatura de «Entorno urbano», tenía que crear cosas en ese entorno, pero a mí no me gusta modificar la realidad, prefiero descubrir lo que hay, registrarlo, apropiarme y hablar de ello. Revisando las fotos descubrí que había ido creando series similares.
En esas series, ¿no intervienes nunca? ¿Lo que reflejas en las fotografías lo has encontrado tal cual?
No, no toco nada. Es muy difícil, por no decir imposible, que exista la fotografía objetiva, pero intento documentar lo que veo y me encuentro, de la manera más simple posible. Lo único que he podido manipular es en la serie «Rastro sin rostro» (figuras que David encuentra descabezadas en el Rastro), que las figuras no sólo las fotografio, sino que también las recojo y me las llevo porque puede dar más juego posteriormente, pero no les arranco yo la cabeza nunca. No tendría sentido. Vivo al lado del Rastro y todos los domingos me acerco y me las encuentro.
Resulta curioso que en esa serie, en concreto, el objeto artístico final parte de un desprecio comercial por parte del vendedor que abandona (o destruye) lo que no le sirve.
A lo largo de la Historia del Arte se ha hecho mucho eso de coger algo que no valía y que por la intervención de un artista ya se convierte en arte. En mi caso se trata de un despojo de un despojo y eso tiene doble interés (risas). Para mí que alguien rechace algo, tanto visual como objetualmente, ya despierta mi interés. Es un punto de partida para buscar porque ocurre eso. Nos habla de donde estamos, de la sociedad de consumo y el capitalismo. De ahí derivan todas las series. Al fin y al cabo, hablan de eso.
En ninguna de las series de «Paleontología Contemporánea» aparece presencia humana alguna cuando los causantes del resultado final son generalmente humanos, ¿es intencionado?
Hablar de la presencia desde la sin presencia, para mí, es un factor fundamental. No mostrar lo evidente. Si saliera alguna persona, estaríamos echando la culpa de lo ocurrido a esa persona en concreto, cuando es la forma de vida la que provoca esas acciones.
¿Qué importancia crees que tiene la formación en un artista? ¿Se puede enseñar a ser un artista?
No puedo decir ni que sí ni que no. Porque si digo que sí, parece que si alguien no estudia Bellas Artes no puede llegar a ser artista. Todos deberíamos tener una manera distinta de ver las cosas. No creo que para ser artista sea necesario haber pasado por la facultad. Luego hay niveles y eso puede que lo marque determinados estudios. Yo le enseño mis obras a amigos que están fuera del entorno artístico y me dicen, a veces, que no entienden nada. Claro, después de seis años estudiando tienes cierto bagaje y cierta experiencia que te permiten adentrarte en otro tipo de obras. Por eso, digo que es muy complicada la respuesta.
¿Tienes algunas dinámicas que se repitan en tu proceso creativo?
No sé, depende del proyecto. Si hablamos de «Paleontología Contemporánea» es ir encontrando y darte cuenta que lo descubierto te puede llevar a algo más. Estar atento y saber relacionar las cosas. Ahora no estoy tan obsesionado, pero antes iba siempre con la cámara encima por si me cruzaba con algo que fotografiar.
¿Y qué es lo que más te interesa de ese proceso?
Me gusta buscar y encontrar la identidad de un lugar concreto. Encontrar algo típico de Valencia me costó, pero al final lo conseguí. Por ejemplo, la serie de Banderas olvidadas. Yo vengo de Salamanca y allí nunca se ponen banderas en las fiestas y aquí sí. Y no sólo eso, sino que además permanecen una vez acabadas. Se quedan como para vestir la ciudad, aunque ya estén un poco podridas. También hay otras series, como las de Candados, que pueden resultar muy generales, pero a su vez te están hablando de un contexto concreto, urbano, porque en los pueblos eso ya no ocurre.
¿Algún otro proyecto que te haya ayudado a buscar y encontrar la identidad de esta ciudad?
Cada 20 de marzo, a eso de las tres de la madrugada, es el momento ideal para acercarse a las cenizas en que se han convertido las fallas y rescatar lo que no se ha quemado. Son unas estructuras de madera, hierro, con plástico derretido, fantásticas. Cada año, desde el 2013, he recogido una pieza, que tampoco puedo llenarme la casa (risas). Esto tiene un caracter más escultórico.
¿Quién y qué te influye a la hora de crear?
Las influencias me vienen del entorno en el que vivo. Hay artistas como Gabriel Orozco o Michael Wolf que me han influido mucho porque ambos trabajan y analizan el espacio, pero creo que realmente lo que influye son las personas que están a tu lado. Mis compañeros de facultad, algunos profesionales con los que he tenido la suerte de trabajar, …. son los que te van dando las pautas para ir trabajando. Creo en lo cercano.