2017 empezó con los últimos días de la espectacular exposición que la Fundación Bancaja dedicó al Equipo Crónica. 2017 termina con la magnífica exposición que la Fundación Bancaja dedica a Manolo Valdés. La muestra, Valdés. Una visión personal, se podrá visitar hasta el 25 de marzo de 2018. Una oportunidad única de acercarse no solo al universo creativo del artista, sino de casi trasladarse a su taller y visionar milimétricamente su obra.
Dice Kosme de Barañano, comisario de la exposición, en el muy recomendable catálogo de la misma, que los cuadros de Valdés «tienen lo que se le pide a los cantantes de ópera: voz solar, voz brillante, luminosa, cálida, bien colocada y bien proyectada». Se podría ir incluso más allá de esas sabias palabras y añadir que, como en una representación lírica, las obras conversan entre sí e incluso establecen diálogos mudos e invisibles con los visitantes.
Desde la escultura en madera de Mickey y Minnie Mouse a bordo de una motocicleta o el abanico XXL, que sirven de prólogo a la exposición, se tiene la sensación de entrar en una realidad paralela. En un mundo en que el pop, las reflexiones obsesivas sobre la historia del arte, Picasso y Matisse, las Meninas y Rubens, los retratos y las hipnotizantes figuras, los cuadros enormes y los bocetos de proyectos al aire libre, los rostros cosidos y aún así bellos, conviven en una armonía que reconforta.
Y todo ello es mérito de una trayectoria inmensa en todos los sentidos (la exposición recoge 130 obras de Valdés desde los años 80 a la actualidad), pero también del magnífico diseño de la muestra, que invita a la contemplación perenne, a escudriñar las entrañas y costuras de las obras, a admirar la privilegiada cabeza que traslada al lienzo el aparentemente intrincado puzzle creativo con un sorprendente resultado final, a disfrutar con Manolo Valdés, un artista transparente y total.