Alba Prado

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Nombre: Alba Prado.
Edad: 25 años.
Lugar de nacimiento: Valencia.
Lugar de residencia: Valencia.
¿Cómo definirías tu actividad artística? Me interesa mucho la antropología y eso lo aplico a lo que hago. El punto común que tienen mis ilustraciones, esculturas o fotografías son las personas.[/su_note]

Alba Prado es uno de esos casos creativos con mirada personal propia, en los que su trazo bien sea en el dibujo o la escultura, desvela una curiosidad por darle forma al escenario que nos rodea. Siendo las personas su gran tema, también las fotografía. E intuimos que captando el momento es como luego consigue dar forma a los recuerdos de esos humanos que le fascinan. Un cóctel de humor e ingenio que puede abarcar todos los públicos.

¿Cuándo decides decantarte por un camino artístico y por qué?



Siempre me ha gustado dibujar. De hecho, hice el bachillerato artístico, pero sin mucha pretensión de hacer después una carrera en ese sentido, principalmente porque nadie me había informado sobre ello. Un día vino una chica, que era alumna de Bellas Artes, a clase y nos hizo una especie de presentación sobre los estudios y ahí es cuando lo decidí. En la Facultad empecé a aprender lo que eran las cosas. Siempre digo que las personas que han estudiado Bellas Artes son diferentes a las que no lo han hecho porque recibes unos conocimientos que es imposible adquirirlos de otra forma. Una manera de ver las cosas, una educación visual,…

En la web Barbacoa te presentas diciendo que “trabajas haciendo fotos y diseñando cosas que luego se imprimen». 



Trabajo de fotógrafa en Diario del Puerto, un diario de logística. Además, somos una imprenta y nos piden todo tipo de encargos, desde una ilustración para un dentista hasta el diseño de las típicas tarjetas. Me encanta trabajar allí porque el mundo de la impresión me interesa mucho.

¿De qué manera influye ese trabajo en tu carrera artística?



He aprendido, sobre todo, técnica. Hacer artes finales, saber cómo se deben hacer las cosas y cómo no,… Y por el trabajo de fotógrafa a estar siempre muy atenta a todo lo que sucede porque hay que captar imágenes concretas, a estar alerta y pendiente de todo, aunque ya era algo intrínseco a mí porque soy muy observadora.

Dices que te fascinan los humanos y por eso son siempre tu temática en ilustraciones y esculturas, ¿qué te sorprende más de la especie humana?

Las manos. Es increíble toda la posibilidad de movimientos que tienen y lo que hemos evolucionado gracias a ellas. Siempre pienso que si nos topáramos con extraterrestres les darían asco nuestras manos, les parecerían asquerosos nuestros dedos y la forma de moverlos. Algo así como para nosotros las antenas de una cucaracha. No sé.

¿Cuáles son tus otras fuentes de inspiración o los estímulos que te permiten seguir creando?

Lo que más me incita a crear son los demás. No hay que interpretarlo como una dependencia, simplemente que me fascina ver lo que hace la gente. Y también las revistas, que me encantan.

¿Qué es lo que más te atrae de la escultura?



Su inmediatez. En mi caso, que moldeo, con un gesto tener la posibilidad de cambiarlo todo. Y, también, por lo que la escultura tiene de objeto, que lo coges y te lo llevas o lo cambias de sitio cuando quieres.

Si tuvieras que describir el estilo pictórico de tus ilustraciones, ¿cómo lo explicarías?



Siempre intento expresar, al margen de con las formas, con el color. Para mí es igual de importante. Así que, no sé, tal vez, diría que estoy cerca del expresionismo, pero no de una manera rotunda. Vamos, que nadie crea que voy diciendo “Soy una artista expresionista” (risas).

Has afirmado en alguna ocasión que te gustaría trabajar en objetos y libros para niños. ¿Cómo serían?

Me gusta mucho el mundo infantil porque creo que si hiciera algún trabajo en ese sentido no me saldría algo infantil propiamente dicho, sino esos libros que se publican que tienen la cotidianeidad del adulto. Puedo coger una estética sencilla y aplicarla en objetos, juguetes, ropa,…

¿Recuerdas algún libro ilustrado de tu infancia que se te ha quedado grabado?

Sí, “Adivina cuanto te quiero”, que me lo regaló mi madre y me emocionaba su título.

Empleas plastilina para tus esculturas de humanos, ¿qué te proporciona como material?

Placer visual. Mezclar colores y ver cómo va cambiando. Es como la pintura, pero maleable. Además la plastilina es cómoda, limpia, no sé si duradera, aunque tampoco es algo que me preocupe.

Grafito, digital, serigrafías… ¿Con qué técnica te quedas?



Puede que en otro momento te hubiera dicho el papel, pero es que lo del ctrl + Z me tiene enamorada (risas). Dibujar en digital me parece una ganancia de tiempo y de posibilidades impresionante. Guardar, añadir o quitar capas, eliminar partes,… Se ahorra mucho y el abanico de posibilidades es muy grande.

En tu cuenta de Instagram hay mucho humor e ironía en tu forma de percibir lo que te rodea ¿La sientes como una herramienta básica de expresión?

Sí. Intento expresar aquello en lo que me fijo, como imagino que hace todo el mundo en su instagram. Necesito hacerlo. Es como decir “Mira lo que he visto”. Tengo que compartir aquello que me resulta interesante. No lo utilizo como un canal de difusión de mi obra. Para eso tengo el tumblr. Instagram es para mí una herramienta fundamental para publicar fotos de cosas curiosas, algo que me llena mucho. Sería una repetición. Tengo una segunda cuenta en instagram que no se sabe que soy yo, que se llama pareidoliaobsession, que es de caras que voy viendo por ahí. Intento que mi vida tenga sentido, un tumblr con mis ilustraciones, el instagram de las caras, otro que es un popurrí entre mi vida cotidiana, lo que veo por ahí y algún dibujo que voy haciendo, … (risas).

En el campo de la ilustración y la escultura, ¿qué artistas te gustan?



Me estoy dejando a muchisísimos pero diría a Kim Chamsae, Pablo del Cielo, Angela Dalinger, Ron Mueck, Olga Capdevila, Alexander Calder…

Su obra: