El entierro de Camarón, la realidad de varias familias gitanas forzadas a vivir bajo un puente en Badalona, la primera manifestación feminista en Barcelona después del franquismo que tuvo lugar delante de la cárcel de mujeres de la Trinidad.

Son algunos de los temas que se recogen en los siete números editados hasta la fecha por la editorial Ojos de Buey. «Un archivo», se puede leer en su web, «dedicado a la fotografía documental realizada en España en los últimos cincuenta años».

Gabriel Alberti ha creado él solo una de las apuestas editoriales y fotográficas más interesantes surgidas en los últimos tiempos. «Me encargo de todo desde la edición hasta la distribución. A veces es duro llevar un proyecto a solas, espero poder ampliar el equipo pronto. No recibo ninguna ayuda pública ni privada, tampoco las he pedido, me gusta ser totalmente independiente».

Clemente Bernad, Àngel García, Jordi Oliver, Tono Arias, Pilar Aymerich, Adriana López Sanfeliu y Tino Soriano firman las referencias publicadas hasta ahora. A las que hay que sumar una carpeta con 17 fotografías de Miguel Trillo. Del pasado, presente y futuro de Ojos de Buey hablamos con Gabriel:

¿Cómo surge Ojos de Buey? 

Trabajando en una librería me di cuenta de que las estanterías de fotografía estaban repletas de autores internacionales y que grandes fotógrafos españoles eran desconocidos por el público general. Como suele pasar en casi todos los ámbitos, hemos tenido la manía de apreciar más lo de fuera que lo nuestro propio. Investigando me di cuenta de la elevada cantidad que existe de autores y obras por descubrir, y, tomando como referencia la editorial anglosajona Cafe Royal Books, decidí crear Ojos de Buey, una serie de libros de pequeño formato que recupera proyectos inéditos de fotografía documental española.

¿Cómo decides, accedes y descubres las referencias que se van editando? 

He encontrado referencias para editar de varias formas; rebuscando por internet o en archivos de museos, o encontrando una sola fotografía publicada en algún medio y contactando con el fotógrafo para pedirle si existen más que formen una serie. Ahora que llevo 8 números publicados y Ojos de Buey empieza a darse a conocer, tengo la suerte de que hay fotógrafos que contactan directamente conmigo y mandan sus propuestas.

¿Cómo trabajas cada número? ¿Se incluyen todas las fotos que hay sobre el tema, elige el fotógrafo, es un trabajo conjunto?

Aunque se trata de una colección, la creación de cada número es distinta. Algunos autores están más implicados en la edición que otros: unos tienen muy claro el orden y la narrativa que debe seguir, mientras que otros delegan este proceso más al editor. De todos modos es un trabajo conjunto y colaboro estrechamente con los autores.

Intentamos añadir el máximo de fotografías sin caer en la repetición, para poder presentar la historia completa. La pequeña introducción suele ser el único texto en todo el libro, que sirve para contextualizar las imágenes, escrito siempre por el fotógrafo desde su punto de vista.

Hasta ahora, cronológicamente hablando, el más alejado en el tiempo es Presas, de Pilar Aymerich (1976-78). ¿Hay intención de ir retrocediendo a décadas anteriores?

El periodo de tiempo en que decidí centrarme es desde el inicio de la transición, 1975, hasta hoy. Van a salir pronto tres publicaciones más de los años 70, pero por el momento no retrocederemos a décadas anteriores.

¿Cómo decidiste el formato tan cuidado de Ojos de Buey? 

El diseño de un fotolibro es fundamental para mí, no por la estética del mismo sino por la relación que tiene con el contenido. Personalmente prefiero un diseño minimalista, que no reste protagonismo a la fotografía, y con la ayuda del diseñador Marc Miró creo que conseguimos justo eso.

A partir del número 7, Los Salazar (2001-2007), de Adriana López Sanfeliu  optasteis por la encuadernación suiza lo que permite una mayor comodidad a la hora de ver las fotos. ¿Vino determinado por aumentar las páginas?

La idea de la encuadernación suiza siempre estuvo ahí. Los primeros números tienen una sobrecubierta totalmente despegada del libro, pero esta era fácil de arrugarse por lo que decidimos cambiarla por una cubierta con un papel de más gramaje. Vamos aprendiendo sobre la marcha y mejorando poco a poco.

¿El hecho de que no se incluyan datos biográficos o profesionales de sus autores/as es por una decisión editorial o para que prime la fotografía sobre la autoría?

Exacto, la idea de no incluir datos biográficos fue para que primara la fotografía sobre la autoría. La formación académica o la trayectoria no son relevantes a la hora de pertenecer a la colección. Quiero publicar todo lo que me parezca interesante, sea de alguien con el Premio Nacional y obras en el Reina Sofía o una persona aficionada a la fotografía.

¿Qué relación había entre Janus Books y Ojos de Buey y por qué ha desaparecido la primera?

Janus Books fue una librería online que creé hace cinco años, dedicada a libros de fotografía de coleccionismo, difíciles de encontrar. Tuve que cerrarla este verano porque el trabajo que me ocupaba Ojos de Buey era cada vez mayor, compaginándolo también con mi trabajo en la librería Terranova. Tuve que tomar esta decisión porque no podía dedicarme a todo a la vez. Fue una pena cerrarla, pero soy partidario de cerrar un capítulo para empezar otro y poder dedicarse de lleno a ello.

En Ojos de Buey hay un marcado y magnífico trabajo editorial que establece una conexión entre todas las referencias aún siendo números distintos. ¿Cómo lo habéis conseguido?

Aunque la conexión entre las referencias no sea muy obvia, siempre busco que los temas elegidos muestren diversas realidades sociales, partes de nuestra cultura o contracultura, o lo que denominaríamos intrahistoria, la historia pequeña que no aparece en los libros de historia y que ofrece testimonios de lo cotidiano. Por eso decidí llamar al proyecto Ojos de Buey, ya que cada publicación es una ventanita que permite observar una parte de nuestra historia. Todas estas piezas formarán un conjunto que nos ayude a entender mejor la complejidad de nuestra identidad colectiva.

La implicación del fotógrafo es fundamental a la hora de elegir una referencia. La fotografía documental adquiere un profundo valor cuando el fotógrafo ha formado parte de la escena que está retratando, se ha interesado por el sujeto más allá de capturar la instantánea. El resultado de ese respeto mutuo se traduce siempre en una fotografía más honesta y más sincera.

¿Qué nos deparará el futuro? En vuestro instagram ya habéis adelantado un número con las fotos jamás vistas del Vaquilla tomadas por Paco Elvira y otro de Manel Armengol sobre pintadas reivindicativas.

Si bien es cierto que todo empezó con el planteamiento único de crear una colección, Ojos de Buey está evolucionando a una editorial con un catálogo más extenso. Aunque siguiendo siempre los mismos criterios editoriales, vamos a explorar distintos formatos y soportes. El libro de Manel Armengol, por ejemplo, reunirá más de 120 fotografías y contará con un diseño distinto al resto.

Los fotógrafos con los que estamos trabajando en nuevas publicaciones que esperamos sacar pronto son Julián Barón, Manel Armengol, Ana Torralva y Paco Elvira.




Un catálogo impecable, en todos los sentidos, el de Ojos de Buey, que estará presente en la tercera edición de Recreo Art Book Fair (IVAM, del 21 al 23 de octubre). Otra de las citas indispensables que hay en València en este agitado mes de octubre. Una feria (aquí podéis consultar toda su información) en la que compartirán espacio propuestas locales como Barlin Libros, Buena Gente Colectivo, Ediciones Valientes, Handshake, La documental edicions, Media Vaca, Per(r)ucho, Tapas Duras o Pólvora con otras internacionales (como la mexicana Pitzilein Books, la chilena Lafat Bordieu o la alemana Bruise Studio) y algunas que os recomendamos vivamente como Ca L’Isidret, Punta Lara Ediciones, Manuela Lorente, Gimme Five Publishing, Dalpine o Cinefilia Pop.