Flavita Banana (Flavia Álvarez-Pedrosa) no tiene una respuesta cuando se le pregunta por su primer recuerdo dibujando, «supongo que en la escuela, como todo el mundo».
¿Y cúando te diste cuenta de que te ibas a dedicar a ello profesionalmente?
Te diría que sigo sin haberme dado cuenta.
Solo dos preguntas y ya emerge el humor marca de la casa.
¿Cuándo descubriste tu vis cómica?
Supongo que soy una persona graciosa de base, siempre hice reír a la gente y a mí misma, y creo que es la única forma en la que estoy convencida de lo que digo.
Flavita Banana dispara viñetas directas que provocan carcajadas sonoras o infinitas risas interiores. Siempre hacen diana y muchas de esas veces en el centro. El amor, el desamor, las redes sociales, la mujer en todas sus dimensiones y circunstancias,… Su humor es incorrecto, gamberro, crítico y provocador. Como si el humor pudiera ser de otra manera. Maneja muy bien el conflicto, otra clave de la buena comedia. Y cuando toca, esparce cierto aire de desamparo o desencanto, que añade el pellizco a los efectos secundarios que provoca.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Arranca con una frase, con un dibujo, con una situación? ¿Qué va antes el texto o e dibujo?
Por lo general hay una idea que me ronda, un tema general, y le voy dando vueltas a diario hasta que se me ocurre cómo simplificarlo en una frase y escena. Luego lo dibujo en poco tiempo, media hora o así.
El texto en las viñetas de Flavita Banana juega un papel determinante. Está muy depurado, muy trabajado, casi como si midiera las palabras exactas que necesita. Jugando con las réplicas de manera soberbia. Con la certeza de que si se produce la conexión con el lector, explosiona su risa.
¿Te cuesta mucho trabajo ese texto o es algo que ya te sale con facilidad?
Creo que es la mayor parte del proceso de una viñeta, ir pensando formas de decirlo con la mínima cantidad de palabras. Trato de seguir suprimiendo hasta que se entienda con una frase corta. Así la lees aunque no quieras.
Sin embargo, cuando subes las viñetas a tu Instagram, siempre escribes algo, como si hubiera necesidad de contextualizar o ayudar a interpretar lo que cuentas. ¿Es una cuestión de educación por no poner la viñeta y ya está, de miedo a que no se entienda del todo?
Suelo poner algo debajo, pero no es una explicación de la viñeta. Es un añadido más ligero, absurdo, gracioso, para que no parezca una déspota helada.
“No confundamos humor con felicidad” escribes en una viñeta.
Pues eso. Que a veces son antónimos.
Colaboras o has colaborado en La maleta de Portbou, Pikara, Mongolia, BCNmés, El País o S Moda. ¿En los dos últimos te sientes algo de Caballo de Troya?
En SModa ya no colaboro porque me obligué a no tener un escenario «para mujeres» y uno general. Si me limitaba a la colaboración semanal en El País me vería obligada a hablar de feminismo también ahí, que es lo primordial. Y con respecto a meterme con el sistema estando dentro de él, pues sí, claro. Y lo saben y lo permiten. Así que quizá no sea tan revolucionario.
¿Crees que hay alguna diferencia entre tu trabajo para esos medios y el que subes a tu Instagram?
Lo de los medios lo subo a Instagram, pero ahí además hay viñetas esporádicas acerca de relaciones o el absurdo absoluto, que no suele tener cabida en revistas temáticas.
¿Qué relación tienes con tus redes que son, por un lado elemento inspirador de alguna de tus viñetas y al mismo tiempo un canal por el que las difundes?
Las considero escaparate. De hecho debería hablar en singular, lo he reducido únicamente a Instagram (para no andar tan pendiente del teléfono). Es una forma de relacionarte con el público pero también tiene una función de portfolio. Si alguien quiere saber lo que hago, se mete ahí y listo. Adiós al portfolio en pdf y al currículum. Hola futuro.
Has publicado cuatro libros, #Curvy (escrito por Covadonga D’lom, Lumen, 2016), Las cosas del querer (Lumen, 2017), Archivos estelares (¡Caramba! – Astiberri, 2017) y Archivos cósmicos (¡Caramba! – Astiberri, 2019). ¿Qué crees que le aporta y qué le resta a tus viñetas este formato?
Creo que solo aporta. Permite al/la lector/a aislarse un rato y dedicar plena atención a las viñetas. Supongo que se pierde la parte de interacción (comentarios, etc.), pero no me parece realmente una pérdida. Se convierte en una comunicación unidireccional.
Se define tu humor como feminista como si el humor pudiera no serlo. En ese sentido, ¿qué relación crees que guardan tus viñetas con el feminismo?
Lo que has dicho. Soy feminista y hago viñetas, no debería añadirse el adjetivo ya que es de sentido común. Al frutero que es feminista no le llaman frutero feminista. En algunas viñetas sí trato de arrojar luz sobre aquellas cuestiones del movimiento que generan duda o controversia, pero luego hay una viñeta sobre coches y carretas. Que no tiene nada que ver con feminismo pero yo no dejo de serlo.
¿Qué referentes en cuanto a dibujo-ilustración y humor tienes?
Son todo hombres. Varios muertos, por cierto. Están Bosc, Chaval, Sempé (los tres franceses), Quino, Forges, Ed Steed.
Cuando empezaste, encontrar referentes femeninos (más allá de Maitena) te sería muy difícil. En ese sentido, ¿crees que tú puedes jugar ese papel en otras chicas?
Maitena también me marcó, pero no era muy fan del color. Espero que pueda salir yo en las listas de referentes de cualquier dibujante del futuro. Y que deban separarlos en hombres y mujeres.