Mar Hernández, Malota.

Malota es Mar Hernández (Jaén, 1980), ilustradora que vive en València desde hace más de 20 años.

Ha trabajado para The New York Times, Wired Mag Japan, The New Yorker, O The Oprah Magazine, Dwell, Variety, Experience Magazine o Visual.

Suya fue la imagen del 9 d’Octubre de la Generalitat Valenciana en 2017; también firmó la de la 50 edición de la Fira del Llibre de València.

Entre sus clientes, Telefónica y Benimaclet Entra, Mailchimp y Radio City.

Ha hecho portadas de libros y revistas, y etiquetas para botellas de cerveza y ron.

Se encargó de la imagen corporativa del restaurante Al-Paladar y del diseño e ilustraciones del disco Demasiado humano, de Parade.

Ha participado en el reciente rediseño de la web de las librerías Llig.

Y por si todo esto (una selección no completa de su trayectoria) fuera poco, también tiene un taller de cerámica, Boira, junto a Jordi Ferrándiz.

¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con sentir atracción por la ilustración?



Me resulta complicado determinar cuándo fue la primera vez que me sentí atraída por la ilustración, por el dibujo fue desde muy niña y ha sido una atracción que se ha mantenido a los largo del tiempo. Mi interés por la profesión de la ilustración surgió a principios de la década de los 2000 cuando comencé a plantearme seriamente con qué trabajo quería ganarme la vida.

¿Y cuándo supiste con certeza que ese sería tu modo de ganarte la vida?



Pues creo que fui consciente de ello cuando hice mis primeros trabajos para clientes. Fue ahí cuando comencé a ver que me gustaba colaborar con otras personas dibujando y por dinero. También me fui dando cuenta de que había otros aspectos de la profesión que disfrutaba mucho como, por ejemplo, las relaciones laborales con mis clientes, aprender con ellos sobre su sector y muchas otras cosas que vienen con la profesión y que no son estrictamente ilustrar.

Malota para The New York Times.

El color es un rasgo identificativo de tu trabajo. Incluso cuando utilizas el blanco y negro se nota ese protagonismo.

El color es muy importante en mi trabajo, tanto es así que en alguna ocasión me he visto obligada a trabajar con una paleta corporativa impuesta y lo he pasado mal porque he sentido que mi trabajo perdía mucha entidad.

 El color es parte de mi lenguaje gráfico, mi voz no es la misma si no puedo trabajar el color con cierta libertad. Desde el punto de vista de la gramática de la imagen el color es un aspecto que brinda muchas posibilidades a nivel comunicativo, permite hacer énfasis en algunos elementos, transmite valores a veces y mucho más.

El color es algo que llega a obsesionarme, uno de los cambios que peor llevo es cuando un cliente me pide que modifique un solo color dentro de una composición en la que intervienen muchos otros, me parece una petición absurda porque cuando cambio un solo color en la imagen la percepción que tenemos del resto y de la totalidad de la imagen cambia irremediablemente.
 Josef Albers realizó muchos estudios acerca de cómo interactúan los colores, algunos de ellos están recogidos en su libro Interacción del color.

Cuando trabajo en blanco y negro no hay color, pero en la imagen sigue habiendo pesos visuales, ritmos dentro de la composición que hay que trabajar jugando con la densidad de ese único tono negro.

Otro rasgo identificativo tuyo es el uso que haces de las formas geométricas.

Yo aprendí a dibujar haciendo dibujo de estatua, dibujo del natural, bodegones, modelos desnudos. Mi formación académica es clásica y a pesar de que practiqué este tipo de dibujo durante mucho tiempo, nunca me sentí demasiado atraída, estéticamente, por él.

 Aún así, disfruto el trabajo de algunos dibujantes realistas, especialmente el de ilustradoras naturalistas como Cornelia Hesse-Honegger, aunque siempre me ha parecido mucho más interesante el trabajo de algunos ilustradores que son capaces de inventar su propio lenguaje gráfico para representar las cosas.

Trabajar con las formas geométricas es un ejercicio de síntesis gráfica, es un reto, un método también a la hora de dibujar que me permite jugar y descubrir qué posibilidades tengo para representar determinadas cosas bajo unos parámetros concretos. Esta metodología ha ido surgiendo de manera inconsciente y natural en mi trabajo, imagino que motivada por todo lo que me inspira y todo lo que he experimentado. Esta manera de trabajar ha ido transformándose y evolucionando de manera muy paulatina, configurando mi voz y mi estilo personal.

Ticket de metro de Hong Kong. Malota.

Muchas de tus ilustraciones llevan implícitas movimiento, ya empezado o a punto de arrancar, hasta el punto de que tientan al que las mira a reproducir mentalmente el movimiento completo.

La ilustración no tiene sentido sin el lector/espectador que la mira y la lee. Desde ese punto de vista, todas mis ilustraciones interpelan a quien las mira.

 Me gusta que en mis ilustraciones haya dinamismo y que el lector se sienta aludido, no están pensadas, en su mayoría, para el deleite estético sin más. Trato de contar algo y necesito de un lector proactivo que lo interprete.

La imagen es un lenguaje, la ilustración es comunicación. Cada propuesta gráfica nos transmite algo, a veces son mensajes concretos, otras son sensaciones. Incluso cuando dibujamos sin la intención de comunicar, el resultado será algo que podremos interpretar y leer de alguna manera. Un buen ilustrador es aquel que sabe controlar qué quiere contar con sus dibujos.

Has hecho ilustraciones para prensa, carteles, botellas, portadas de discos, libros, campañas institucionales, calendarios… ¿tienes algún soporte preferido? ¿Y alguno pendiente?

No tengo un soporte preferido, suelo disfrutar mucho todos los proyectos, me gusta probar cosas nuevas porque aprendo más, así es que como soportes pendientes tengo todos aquellos con los que no he trabajado aún.

En mayo del año pasado participaste en Myth-Busting, un proyecto para informar a la población sobre el COVID-19 (Myth-Busting – COVID-19 Response), como directora de arte y concept artist.

El proyecto que realicé para la ONU, junto con la productora Brut, llegó en un momento de mucha incertidumbre, justo estábamos trabajando en unos vídeos comerciales animados para Estados Unidos y todo se paró por la pandemia, los proyectos se cancelaron, dejaron de tener sentido, así es que con el equipo montado y con una inercia, en el ritmo de trabajo, fuerte decidimos seguir trabajando y desarrollar estas pequeñas píldoras animadas sobre el coronavirus.

¿Cómo es tu relación profesional con la ilustración animada?



Llevo muchos años colaborando con equipos de animación, especialmente con la productora Brut, de Barcelona, nuestro primer proyecto juntos tiene ya más de 15 años. Me encantan este tipo de trabajos porque aprendo mucho de mis compañeras y compañeros. Los ilustradores tenemos a veces una profesión un poco solitaria, los clientes nos buscan por nuestro lenguaje gráfico y personalmente me resulta casi imposible delegar y colaborar con otros creativos en determinados encargos. En los proyectos de animación complejos suele haber un equipo relativamente grande detrás y el trabajo es muy colaborativo, hay que trabajar codo con codo, aunque sea metafóricamente porque el equipo suele estar en muchas ciudades distintas y en varios husos horarios a veces. Disfruto mucho estas colaboraciones y el hecho también de que el resultado final no sea algo tan autoral con la firma de una sola persona. Las piezas son el resultado de haber sumado muchos talentos y a mí eso me emociona.

¿Cómo llegas a la cerámica? ¿Una necesidad creativa, una manera de desconectar de la ilustración, curiosidad…? ¿Ha ido ganando terreno paulatinamente y lo que pudo ser un hobby ahora es otra faceta tuya profesional con Boira?

Llego por pura curiosidad, porque lo que más me gusta en la vida es aprender cosas y siempre que puedo soy estudiante o aprendiza de algo. La cerámica es una disciplina que me gusta mucho, tiene una faceta creativa en la que hay que pensar en el objeto, su forma, su utilidad, su decoración y que está íntimamente relacionada con mi trabajo como ilustradora, pero también tiene otra faceta más técnica que me resulta apasionante. Cuando estudiaba en la Escuela Superior de Cerámica de Manises, no hace muchos años, una de las asignaturas que más disfrutaba era Materiales, en ella estudiábamos la parte más científica de la cerámica, las reacciones químicas que se producen en los materiales, las materias primas que se utilizan en las fórmulas de pastas y esmaltes cerámicos, etc. Los exámenes eran una especie de déjà vu de mis años de instituto cuando estudiaba ciencias puras. 

Hoy en día, la cerámica ocupa un lugar importante en mi vida, tengo un taller junto con Jordi Ferrándiz donde diseñamos y producimos piezas únicas bajo el nombre de Boira. Tenemos muchas ideas y también ganas de llevarlas a cabo, pero nos falta tiempo porque ambos tenemos que compaginar nuestra labor como ceramistas con otros trabajos.

Boira.

¿Interactúan, de alguna manera tus trabajos de cerámica e ilustración?

Sí, mis trabajos de cerámica e ilustración interactúan sin lugar a dudas, la manera en la que trabajo la cerámica está fuertemente condicionada por mi manera de dibujar y probablemente el hecho de haber comenzado a trabajar en el desarrollo de objetos tridimensionales también condiciona mi manera de ilustrar.
 Yo creo que cualquier cosa que hacemos se nutre de lo que hemos vivido o experimentado con anterioridad, no veo cómo podría ser de otro modo.

 Haber crecido en un pueblo, que a los ocho años invirtiera mis tardes en aprender a tocar el acordeón y a jugar con los cromos de Bola de Drac por ejemplo también son cosas que interactúan con mi trabajo.

Has trabajado para The New York Times, Wired Japan, The New Yorker… ¿Cómo gestionas estos trabajos, no solo desde un punto de vista profesional, sino emocional y de repercusión y dufisión de los mismos?



Para estos medios trabajan muchos de los ilustradores e ilustradoras a las que admiro profundamente, también algunos de los directores y directoras de arte más valoradas y que mejor trabajan, así es que el día que me escribieron por primera vez fue muy emocionante, luego cada vez que deciden seguir contando con mi trabajo sigue siendo una alegría grande y una celebración.

 Al principio aprendí mucho sobre la forma en la que trabajan estas empresas, luego poco a poco se ha convertido en algo más previsible y mecánico, aunque siempre es muy estimulante por el tipo de encargo.

Trabajar con Wired Japan fue especialmente enriquecedor porque trabajar con otras culturas siempre lo es, aspectos tan sencillos como la manera en la que se comunican conmigo hacen que haya experimentado y aprendido las diferentes maneras que hay de colaborar en otras partes del mundo.

Malota para Mailchimp.

¿Cómo convives con los plazos de entrega? ¿Te agobias a medida que se acerca la fecha o te planificas lo suficiente para vivir con tranquilidad el momento? ¿Esa presión del plazo es buena para trabajar?

No me gusta trabajar con presión, hay gente que la necesita para ponerse en marcha pero a mí ese estrés no me funciona. Planifico todo lo que puedo el trabajo y siempre cumplo con los plazos de entrega. A veces he tenido que decir que no a algún encargo nuevo para asegurarme de que iba a poder cumplir mis compromisos adquiridos previamente.

 Me gusta acabar el trabajo un poco antes de la fecha de entrega, aunque esto no siempre es posible. Lo ideal para mí es acabarlo y dejarlo reposar unos días para volver a mirarlo con la “mirada limpia”. Cuando los plazos son muy ajustados no puedo hacer esto y lo que me ocurre a veces es que trabajo con tanta intensidad que pierdo un poco la capacidad para determinar si lo que acabo de hacer es bueno o no lo es tanto. Tomar distancia y revisarlo cuando han pasado unos días hace que pueda valorar mejor lo que he hecho.

¿Has tenido alguna vez algún bloqueo creativo?

He tenido muchos bloqueos, más que bloqueos son momentos en los que la idea no llega o tarda en llegar. Suele pasar en las primeras etapas de los proyectos, cuando he de decidir la manera en la que voy a abordar la propuesta. Lo que me suele funcionar bastante bien es levantarme de la silla y caminar o hacer cualquier otra cosa que no sea pensar sentada frente a mi libreta. Eso sí, tengo comprobado que si salgo a caminar y de pronto se me ocurre algo debo apuntarlo donde sea porque a veces esas ideas igual que vienen se van.

 Una vez superada esa fase en la que ya sé cómo voy a resolver el encargo a un nivel conceptual, después viene la parte más técnica, hacer bocetos, dibujar, colorear… aquí no suelo tener muchos bloqueos, quizás lo que me da más quebraderos de cabeza es el color, pero siento que cada vez tengo más herramientas y más experiencia, así es que suelo resolverlo con diligencia.

Es bastante habitual que la gente que firma sus trabajos con un apodo (Malota en tu caso), cuando alcanzan cierta edad o cierto reconocimiento, opten por abandonarlo. Tú sigues con él. ¿Te has planteado alguna vez dar ese paso y firmar como Mar Hernández o piensas que no deja de ser algo secundario?



Me gusta Malota, es pregnante y mis clientes anglosajones lo pronuncian mejor que Mar Hernández.
 Hace unos años lo registré como marca en la Oficina Española de Marcas y Patentes y también he conseguido registrar mi dominio www.malota.es. 
No quiero prescindir de él, aunque a veces se me hace extraño que incluso mis alumnas me llamen Malota.

¿Qué proyectos tienes entre manos?

Estos días estoy trabajando en unas ilustraciones nuevas para Mailchimp, es el tercer encargo que me hacen, son muy buenos clientes, confeccionan briefings muy completos, las reuniones son súper agradables y respetan mucho mi trabajo. 

También llevo unos meses colaborando semanalmente con una ilustración en la revista americana de decoración Dwell.

Por otro lado, estoy trabajando desde hace meses en un álbum infantil ilustrado que verá la luz en otoño, con un texto muy interesante del escritor vasco Txabi Arnal y que será editado por la editorial gallega Triqueta.

 Y para terminar también estoy desarrollando la imagen gráfica del próximo curso del Máster de Diseño e Ilustración de la UPV en el que también soy profesora de ilustración desde hace muchos años ya.

 

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