1- Pastore publicó hace cuatro años su primer disco, Reverdecer, un álbum inagotable, que siempre enseña algo en cada nueva escucha. Desde entonces, en su bandcamp, se han sucedido un concierto que dio en el Octubre, el tema Te quiero en... que subió en septiembre del año pasado y la canción Yo quiero ser tu Jeff Tweedy de abril de este 2020. «He seguido componiendo y grabando canciones en soledad o en compañía de otros. Mi banda musical se disolvió, aunque la amistad y el cariño permanece intacto. Intento mantenerme activo musicalmente. Algunas de esas canciones verán la luz próximamente, sin demasiadas exigencias pero con la rotundidad y la satisfacción de haber realizado un trabajo cuidado y peleado con cariño. He querido dar un pequeño giro al proyecto: cambiar el idioma de algunos temas, buscar una sonoridad más natural, cumplir deudas pendientes y rodearme de amigos que saben hacer esto mucho mejor que yo». Dos temas en valenciano y uno en francés («inglés, never, never») serán las novedades. «Ha sido algo natural lo del valenciano, aunque no lo hablo de forma habitual. Lo del francés es por mi amor casi enfermizo por Gainsbourg y por un proyecto que tenía pendiente de adaptar alguna canción suya al castellano».
2- De Pastore recuerdo un concierto muy especialmente. Seguro que no es el mejor que ha dado, tocó sin banda, con Manolo Tarancón al lado, fue en Mar d’Amura, una especie de acústico, una tarde entre semana. Pero en el ambiente flotaba ese espíritu que tan bien recrean sus canciones, en los que la nostalgia de buenos tiempos, el hedonismo humilde o la felicidad cercana hacen que te identifiques con ellas, canciones que te acarician y, también, te pellizcan. Pastore es Sergio Pastor. ¿Fuera de los escenarios, cuál es tu principal ocupación? «Son dos: guiar a mis vástagos en la ardua tarea de comprender este extraño nuevo mundo, encontrar la felicidad en el amor doméstico y trabajar en un colegio enseñando lo poco que he aprendido durante mis 41 años de vida». ¿Echas de menos los escenarios? «No, pero sí el compadreo entre músicos y amigos. De alguna manera todo está alojado en un pasado que parece tan lejano que hasta me hace dudar de si algún día estuve ahí. Tengo momentos y pequeños instantes de fecunda inspiración que me llevaré a la tumba con covid o sin ella. Sigo en contacto virtual con mis músicos, que a estas alturas de la historia es mucho más de lo que podrían decir The Beatles».
3- Con dos hijos, lo que estamos viviendo, trabajo,… ¿cómo compatibilizas una «vida normal» con la creativa? «Leí una entrevista a Ron Sexsmith en la que explicaba que compuso gran parte de sus discos en casa con sus hijos corriendo a su alrededor y con su matrimonio diluyéndose ante sus ojos. Eso me reconfortó porque equiparó dos mundos que siempre nos han vendido como totalmente enfrentados. Cuando creces como melómano piensas que todo lo que tenga que ver con lo familiar o cotidiano es perjudicial para tu música. Te venden que la soledad y el caminar al borde del abismo es lo que te convierte en el artista total que compagina a la perfección ética y estética. Todo es un gran mentira. De manera natural, he logrado que dos de mis tres vidas confluyan en una sola. Compongo mucho para los niños de mi colegio y logro una satisfacción casi mayor al escucharlos cantar como la que tenía al estar en un escenario con mis amigos. Acercar a jóvenes alumnos a grandes músicos y contemplar como los disfrutan es un placer casi divino. La creatividad es un dogma. Con el tiempo aprendes a trabajar sin necesidad de ella, al igual que a componer sin instrumentos. Las últimas canciones que he compuesto han surgido en momentos de felicidad en los que lo último en que pensaba era en estados creativos: vacaciones con mis hijos y mi mujer, después de una cena con amigos, una buena peli… Al final comprendes el proceso creativo y lo conviertes en otra cosa más productiva y práctica, no te queda otra salida a fin de cuentas. Tengo menos tiempo para componer pero es mucho más rentable de lo que era antes. Sigo aprendido cosas cada día, ya sea de un amigo, de algún alumno o de mis hijos. Espero seguir haciéndolo toda mi vida». Muy a favor, siempre de Pastore.