Zacarías Lara y Manuel Burraco, de Editorial Barret.

Editar es algo más que imprimir libros y distribuirlos en las librerías para que la gente los compre. En Caballo de Troya, Barrett e Ipso lo tienen bien claro y por eso apuestan por otras formas de hacerlo.

Penguin Random House es uno de los gigantes editoriales de aquí y del resto del mundo. En su catálogo español se encuentra el sello Caballo de Troya, que desde 2015 cuenta con la figura del editor invitado. Cada año es una persona, ajena a la editorial, la encargada de decidir los libros que se publican. En 2018 la responsabilidad ha recaído en la periodista y escritora Mercedes Cebrián, quien toma el relevo de Elvira Navarro, Alberto Olmos y Lara Moreno. «La idea surge cuando su editor fundador, Constantino Bértolo, decide jubilarse y nos vemos en la tesitura de buscar un sucesor que mantuviera el espíritu del sello: descubrir nuevas voces en lengua española», explica Albert Puigdueta, responsable del sello en Penguin Random House. «Queríamos encontrar una fórmula atractiva, sin bajar el listón tan alto que había dejado su predecesor y nos parecía sugerente y desafiante adoptar la fórmula de editor invitado, muy habitual en publicaciones periódicas. De esta manera la selección de cada año sería seguro muy diferente. Después llegamos a la conclusión de que nadie mejor que otros autores para ejercer de guest starts de Caballo de Troya».

Una iniciativa similar la pondrá en marcha la editorial sevillana Barrett, a partir de noviembre. Se trata de Editor/a por un libro. Cada año, un escritor o escritora al que admiran les recomendará algún libro que no hubiera sido aún publicado en España. El argentino Patricio Pron será el primero en seleccionar. «Siempre hemos dicho que nuestra editorial quiere ser ese amigo que te recomienda un buen libro y por eso nos dijimos que también están los amigos de amigos que te recomiendan un buen libro. Por qué negarlo, el caso de la editorial Caballo de Troya nos inspiró bastante. Nos gusta investigar y tener siempre la mente abierta a nuevas ideas», aclara Manuel Burraco, 50% de una editorial que rinde homenaje en su nombre al líder de Pink Floyd y que cuenta con una nómina de autores tan envidiable como Joan Miquel Oliver, José López Rubio, Tesa Arranz, Fernando Mansilla o Jardiel Poncela.

Ipso Ediciones es una editorial familiar en el significado más literal de la palabra. «Se creó en el 2016, con unos ahorros procedentes de una actividad administrativa anterior. El principal capital es el personal, que está formado por mí, un editor voluntarioso y activo, y mi hijo Tadeo, que hace las labores de diseño gráfico y maquetación», nos informa Joaquín Ciáurriz. Baroja & Yo es, por el momento, su única colección prevista. Más de una veintena de libros de bolsillo en los que los autores (entre ellos los ya publicados Sergio del Molino, Soledad Puértolas o Luis Antonio de Villena y los que están por venir: Eduardo Mendoza, Bernardo Atxaga, Justo Serna o Andrés Trapiello entre otros), reflexionan sobre su relación con la obra del novelista de la Generación del 98. La idea es «una apuesta personal, debido a mi afición por la literatura barojiana y por la admiración a Pio Baroja. Un proyecto más romántico que mercantil, obviamente».

Portadas de libros del catálogo de Ipso Ediciones.

Esa relación con Pío Baroja, y lo que conlleva de conocimiento de su obra, fue el único e infalible criterio para seleccionar a los autores en Ipso. En Barrett, tal y como desvela Zacarías Lara, el otro 50% de la editorial, «la elección de Patricio Pron ha sido muy meditada, nos encanta como escribe y, aunque suene raro decirlo, también nos fascinan los títulos que elige para sus libros, como por ejemplo La vida interior de las plantas de interior. Sabemos que en los pequeños detalles está la magia». En Caballo de Troya, a la hora de hacer el «cásting» puntuaban al alza dos valores como «la inquietud e interés de asomarse al otro lado y ejercer de editores, con olfato y un criterio literario definido, y si además tenían contacto con nuevas voces a través de talleres literarios, mejor» afirma Puigdueta.

Tres apuestas diferentes, pero que coinciden en lo más importante. Libertad absoluta para esos otros editores. «Nos reunimos con Patricio Pron en la librería madrileña Tipos Infames y charlamos como si nos conociéramos de toda la vida. Le contamos cosas sobre nuestras vidas y nuestros libros, confiábamos mucho en él, y él también estaba encantado con la propuesta. Nos despedimos y en unas semanas Patricio nos planteó tres opciones geniales. Dentro de esas opciones nos decantamos por el director de cine argentino Martín Rejtman», recuerda Burraco. La implicación de Pron en el proyecto le llevará más allá de la elección del autor. «En principio nos debía decir qué libro publicar, justificar por qué lo hizo en el prólogo y ayudarnos en la medida de lo posible con la difusión, pero lo cierto es que Patricio Pron se ha implicado más allá y nos ha ayudado a contactar con el autor y a conseguir los derechos que eran de Random House, además de elegir los relatos para la antología. Estamos muy agradecidos, su ayuda está siendo incalculable».

En Caballo de Troya, indica Albert Puigdueta, solo hay un único requisito que deben cumplir los editores y «es que sean textos en lengua española. Pueden escoger libros de cualquier género, sin cuotas de ninguna clase, no importa la edad, procedencia o lugar de residencia de los autores ni la longitud de los textos, aunque aconsejamos que no sean libros excesivamente extensos». Una extensión mínima de 13.000 palabras y que exista una relación autobiográfica con Pío Baroja es lo único que pide Joaquín Ciáurriz en Ipso.

Iniciativas como estas no solo se convierten en un acicate para el lector y un estímulo para los catálogos respectivos, sino que marcan la personalidad de las editoriales. «Se trata de una idea que es única en la literatura española, si no me equivoco, teniendo en cuenta que no es una compilación de textos o artículos, sino libros individuales, de diferentes autores y procedencias, no solo académicos» apunta el responsable de Ipso. «Esta colección nace de tratar de tener una visión más amplia que el concepto de libro como tal. Tratamos de entender la cultura de forma global, conocer otras maneras de pensar, de observar las cosas y Editor/a por un libro nos ayuda a conocer mundo a gente como nosotros que somos de Sevilla…de Sevilla Este (risas). No queremos que se pierda el concepto de leer un libro por recomendación de alguien y en este caso te lo recomienda nada más y nada menos que Patricio Pron, ahí es nada», apostilla Zacarías Barrett.

Mercedes Cebrián, editora invitada de Caballo de Troya en 2018. Foto: Sheila Melhem.

En ese sentido de buscar una identidad propia se entiende Caballo de Troya, que, como explica Puigdueta, «tiene espíritu de sello independiente dentro de un gran grupo, lo cual reaviva el espíritu idealista de la edición, y el resultado son obras más experimentales. No siempre es fácil adaptar las exigencias y los procesos de un gran grupo en este pequeño sello, pero también tiene sus ventajas, como por ejemplo que no está entre nuestras prioridades que el sello tenga unos beneficios económicos. Queríamos transformar Caballo de Troya en un sello mayoritariamente digital y hacer una tirada corta para las librerías independientes y los autores. Para ello buscamos la fórmula de lanzarlos en e-book a un precio muy competitivo. En este sentido, el tiempo no nos ha dado la razón. El lector de Caballo de Troya prefiere claramente el papel. En estos casi cuatro años las tiradas cortas han aumentado y muchos de los libros se han reimpreso varias veces, siempre en tiradas cortas, pero con una distribución muy cuidada, que nos ha brindado relaciones muy especiales con los libreros».

Ipso, Caballo de Troya y la colección Editor/a por un libro de Barrett son excepciones del panorama editorial español. Un panorama, que desde la editorial sevillana, no dudan en calificar como «complicado. Es muy difícil para una editorial independiente y joven como la nuestra destacar dentro del mar de novedades que las grandes compañías lanzan semana tras semana, por eso vemos importante ser diferentes y originales y, sobre todo, divertirnos con esto y que este «buen rollo» llegue a nuestros potenciales lectores». Ciáurriz prefiere no pronunciarse porque su inmersión en el mundo editorial es muy reciente, aunque reconoce que según le dicen algunos autores, «puedo representar a ese editor antiguo que mima a los autores, cuida el acabado de los libros, hace de primer corrector, coteja citas literarias y además paga derechos a cuenta y justifica puntualmente las liquidaciones de ventas».

Más optimista se muestra Albert Puigdueta, que considera que «están ocurriendo cosas muy interesantes en el mercado editorial actual y está en muy buena forma, y se nota también que ha habido una ligera recuperación del mercado. El aumento de editoriales y de librerías independientes ha provocado que haya una gran diversidad de propuestas y de autores. Algunas de ellas están haciendo una labor espléndida». El responsable de Caballo de Troya en Penguin Random House pone sobre la mesa dos temas realmente importantes. «El público lector en España no puede absorber todo el contenido que se está generando. Se publica más que se lee. E incluso diría que se escribe más que se lee. Por eso, han proliferado nuevas escuelas de escritura y el negocio de la autoedición».

¿Se está perdiendo la figura del editor como tal?

«Esa vorágine de novedades que comentábamos está afectando. Las editoriales para sobrevivir se ven obligadas a publicar demasiados libros (esto se debe a cómo está planteada la distribución en nuestro país) y eso hace que se cuide menos el producto y muchos editores acaben sacando libros como churros (con aceite y todo)» apunta Manuel Barrett, que añade que «editar es un trabajo en el que hay que pensar, esto es fundamental. Y pensar es algo que se nota en el trabajo de muchas editoriales pequeñas».

«Creo que la función del editor actualmente es más necesaria que nunca. En un momento en el que proliferan cada vez más los talleres de escritura y la autoedición, la figura del editor se vuelve primordial. La selección y el criterio por parte de los editores en un mercado donde actualmente cabe cualquier propuesta ayuda a focalizar la atención del público lector hacia propuestas interesantes y de calidad», responde Albert Puigdueta.

Joaquín y Tadeo Ciáurriz, responsables de Ipso Ediciones.

El dinero, muchas veces, es el principal enemigo de algunos proyectos editoriales que no se acaban llevando a cabo. Desde Ipso sueñan con «algo imposible. Editar un epistolario inédito de Pío Baroja o de cualquier miembro de su familia». En Caballo de Troya querrían «hacer libros ilustrados con nuevos acabados y experimentar con materiales que, ya de entrada, no salen a cuenta económicamente, o proyectos digitales con nuevas tecnologías».

En Barrett les gustaría contar con más presupuesto, pero no para poner en marcha colecciones e ideas que languidecen en un cajón, sino para otros menesteres no menos importantes. «De momento hemos tenido la suerte de poder publicar y hacer casi todo lo que nos hemos propuesto. Más que dinero creemos que es importante la originalidad y la imaginación. Quizás, si tuviéramos dinero, lo que haríamos sería contratar a actores o actrices que se hicieran pasar por nosotros en las presentaciones. Lo hicimos con el primer libro que editamos, El misterio del amor de Joan Miquel Oliver». Habría que llamarles, también, los otros editores, pero esa sería otra historia.