Se pueden buscar mil excusas para no leer y, seguramente, sería fácil rebatir todas ellas, pero que nadie se atreva a argumentar que no encuentra libros que le gusten. Con el imparable ritmo de producción editorial que hay en este país, lo que falta es tiempo para devorar todo lo apetecible. Aquí van seis mordiscos por si alguien tiene hambre.
1.- Mai no sé què fer fora de casa
Llama la atención lo extendido que está, en la música, versionear a otros artistas y lo poco que se han prodigado los escritores en hacer lo mismo con sus semejantes. Partir de un relato de algún autor conocido y reinventarlo puede ser un ejercicio muy saludable al tiempo que estimulante. Eso es lo que hace Neus Canyelles con cuentos de Chejov, Truman Capote, Raymond Carver, Charles Bukowski, Guy de Maupassant, Dorothy Parker o Stefan Zweig en «Mai no sé què fer fora de casa». Además, establece un hilo narrativo, indirecto eso sí, entre todos ellos al colocar como personaje principal a una escritora y articulista mallorquina con algún rasgo biográfico compartido.
El libro, que ganó el Premi Mercè Rodoreda 2013, es un auténtico festín literario y no sólo por los autores homenajeados (Gógol, Nabokov o Andersen también aparecen), puesto que funciona con la misma intensidad lectora, se conozcan o no los originales, sino por lo bien que escribe Canyelles. Un detalle, este, que parece a veces quedarse en un plano secundario, obnubilados ante la dictadura de las sinopsis. La escritora maneja los resortes narrativos con tal habilidad y frescura que releerla se convierte en una necesidad.
2.- Huck Finn
Olivia Vieweg sobre Mark Twain (Impedimenta)
El Chico Amarillo, la colección de novela gráfica de la editorial Impedimenta, no deja de darnos alegrías. Basta repasar su catálogo para encontrar una razón por la que sumergirse en su lectura. De Virginia Woolf a el Fantasma de la ópera, pasando por esa adorable locura titulada «Vida y opiniones de Tristram Shandy, caballero», son algunas de sus referencias. «Huck Finn» tiene la capacidad de compilar todas las virtudes de esas entregas anteriores. Unas gotas de clasicismo, vitalidad narrativa y placer visual.
Como ocurría con el libro de Canyelles, se trata de una versión, en esta ocasión de las famosas peripecias de Huckleberry Finn surgidas de la cabeza de Mark Twain. La joven ilustradora alemana Olivia Vieweg, traslada la acción de Missisippi a Halle an der Saale, ciudad de la extinta RDA. No es la única concesión que se permite, hay más, tanto de personajes como de trama. Y, sin embargo, el espíritu del libro original permanece intacto. Sus páginas exhalan puro aroma aventurero. La lectura alcanza cotas de diversión estratosféricas. Las páginas se devoran y se pasan con ansiedad y deleite. La literatura, los libros, las historias, deberían ser, siempre, eso.
3.- ¿Dónde está mi cabeza?
Benito Pérez Galdós y Lorenzo Montatore (El Verano del Cohete)
1892. Diario El Imparcial. Benito Pérez Galdós escribe la primera parte de un relato titulado «¿Dónde está mi cabeza?». Nunca tendrá continuidad. Y no es descabellado preguntarse si, en realidad, la necesitaba. 2014, la editorial El Verano del Cohete (no nos cansamos de loar su magnífico trabajo) recupera aquel texto y le encarga a Lorenzo Montatore que lo ilustre. Los superlativos se nos quedan cortos.
Este pequeño (de extensión) libro es el mejor ejemplo de que la casualidad no tiene nada que ver con la buena edición. La selección de la pieza, la búsqueda del dibujante, el maridaje de estilos, el buen gusto por el diseño conllevan un trabajo concienzudo, detallista, cariñoso, cuyo resultado no puede ser otro que el obtenido. La historia de Galdós es de una locura desopilante. Las ilustraciones de Montatore, entre el clasicimos popular de Bruguera, el escapismo psicodélico o la elegancia british (que tan bien casa con el humor del escritor) son de matricula de honor. La conjunción de ambas, un lujo.
4.- Los niños de Bullerbyn
Astrid Lindgren siempre será la madre de Pippi Långstrumpf. Puede que alguno la relacione con Miguel, el travieso. Pero poco más. La escritora sueca es uno de esos casos en que uno de sus personajes acaba devorando toda su obra. La repercusión que tuvo la rebelde pelirroja silenció (fuera de su país, porque en Estocolmo hay un pequeño parque temático dedicado a sus mundos de ficción) el resto de su creación. Aunque también es cierto que al amparo de aquel éxito sus libros fueron editados, nunca alcanzaron el éxito de la exótica habitante de Villa Kunterbunt.
Sushi Books ha decidido enmendar aquel vacío errático y ha publicado «Los niños de Bullerbyn», trilogía que recoge tres títulos escritos entre 1947 y 1952 y en los que la acción se sitúa en el pueblo mencionado, en el que únicamente hay tres casas (la del Norte, la del Medio y la del Sur) y seis pequeños. Narrado con un envolvente tono naif, las aventuras que viven sus protagonistas son de marcado caracter costumbrista, entre la construcción de cabañas, la preparación de galletas de jengibre o las carreras de trineos. Pequeños tesoros tan cálidos como la sensación de volver a casa un día de mucho frío y pasarse la tarde leyendo en el sofá. Un libro acogedor y delicioso para pequeños y grandes.
5.- Cien años de canción y music hall
Manuel Vázquez Montalbán (NorteSur)
No deja de ser curioso que todos los libros comentados hasta ahora tengan relación directa con el pasado y que este tampoco vaya a ser una excepción. Publicado originalmente en 1974, el ensayo de Vázquez Montalbán fue brillantemente reeditado el presente año por NorteSur con prólogo de Silvia Martínez. Una nueva exhibición de sabiduría, exactitud, erudición, análisis y profundización en la materia de una de las plumas más añoradas de la intelectualidad española, que nunca desdeñó un tema de estudio por su popularidad.
El libro es un exhaustivo recorrido por la canción, desde 1875 a 1974, pródigo en fragmentos de composiciones, que avanza con tal pericia argumental y comparativa que acaba conformando la gran obra sobre el género. Vázquez Montalbán suple con afán entusiasta y, sobre todo, obsesivo estudio, la ausencia de testimonios directos de aquellos primeros años que disecciona. El escritor no se limita a enumerar hechos o explicar cómo evolucionan unas tonadillas desde el punto de vista temático o social (especialmente relevante ver como el pueblo acaba agenciándose unos espectáculos nacidos para altas esferas, aunque sea adaptándolos a sus gustos particulares), sino que busca su significado en el contexto histórico, político e incluso informativo que les tocó vivir. Una obra imprescindible en la que conviven en armonía (y coherencia) Ruperto Chapí, Quintero, Raquel Meller, Juanita Reina, la nova cançó o Smash.
6.- Totes les cançons parlen de tu
Primera novela de Xavi Sarrià (letrista y cantante de Obrint Pas), que ya publicó un libro de cuentos, «Històries del Paradís», hace cuatro años. En esta ocasión, vuelve la cabeza y sus recuerdos a la Valencia de los 90, germen del pudrimiento actual en la que bakalas y skins eran algo más que una amenaza. Una historia, también, de iniciación, en la que el protagonista no sólo dará sus primeros pasos musicales, sino que tendrá que madurar a nivel emocional y afectivo para sobrevivir.
Son precisamente esos fragmentos los que proporcionan los mejores momentos narrativos, centrados especialmente en una segunda parte en la que la limitación espacial de los protagonistas no impide su crecimiento. El autor apuesta por encerrarlos y sale con nota alta del envite. Sarrià muestra una pericia especial para construir personajes que (a pesar de que les pasan muchas cosas) esquivan con acierto los peores tópicos en los que podrían desembocar. Sabe jugar con giros inesperados y dotar de ritmo la historia, aunque en ocasiones todas las aventuras urbanas que se describen limiten, peligrosamente, con la novela juvenil. Una ópera prima que muestra madera y pulso.