«El libro que tienes entre tus manos es una reivindicación». Así empieza Libérate. La cultura LGTBQ que abrió camino en España, de Valeria Vegas, editado por Dos Bigotes. Un completísimo y necesario volumen, con apariencia de diccionario u obra de consulta, que encuentra en la mencionada frase uno de sus mejores resúmenes y argumentos. Biografías e historias que merecían ser contadas y dadas a conocer.
«Libérate» es un viaje por salas de fiestas, películas, canciones, cabarets, el arte no siempre bien valorado ni entendido, los casetes, las actuaciones en televisión, la picardía y el cachondeo, los insultos y la intolerancia, el escenario como realidad paralela, un recorrido por vidas duras desconocidas y vidas mal conocidas. De La Margot a Nazario, de «La ley del deseo» a «A quién le importa», de La Agrado a La Otxoa, de Dolly Van Doll a Rocío Jurado, de Carmen de Mairena a Bibiana Fernández, de La Esmeralda de Sevilla a El Titi, de Falete a Eloy de la Iglesia, de Lola Flores a Juan Gallo «La otra Lola».
Valeria Vegas (València, 1985) ya había profundizado en algunas de las entradas que componen «Libérate» en sus libros anteriores, «Grandes actrices del cine español» (Ocho y Medio, 2015); «¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno» (2016) y Vestidas de azul. Análisis social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la Transición española (Dos Bigotes, 2019). Pero aquí va más allá, hace inventario histórico, fija y contextualiza un relato, pone nombres y apellidos (y nombres artísticos) a figuras de protagonismo incontestable… en definitiva ha escrito una obra de referencia.
¿Cómo surge la idea del libro?
Surge de la necesidad de cubrir una carencia. No existía hasta entonces un libro que recogiese la cultura LGBT de nuestro país, de manera indiscriminada, en el que se diese igual importancia a artistas, canciones y películas. A la hora de seleccionar tenía claro que debían de haber tenido un mínimo de trascendencia para validar así su carácter transgresor y su correspondiente influencia en algún momento, enmarcado a mediados del siglo pasado, hasta principios del XXI.
El libro tiene detrás una labor de documentación muy exhaustiva, titánica, para reconstruir la trayectoria de muchos de los artistas que aparecen.
Efectivamente hay una ardua labor de documentación, y no precisamente a través de internet, que es un lugar donde apenas tienen cabida todos estos referentes y sus biografías en la red acaban siendo escasas y repetitivas. Recurrí mucho a la hemeroteca y la colección de prensa que durante años he estado almacenando por puro placer. Al final para un libro como este es igual de válido un Diez Minutos del 76, un Interviu del 93 y una revista Fotogramas del 68. Es ahí donde se encuentran esos pequeños datos que no han llegado hasta internet ni las wikipedias. Al final era poder rescatar, y actualizar, el título de algunos espectáculos, las declaraciones de artistas o el número de cintas de casetes que tenían en su haber. También he de decir que la documentación es la fase que más disfrutó en muchas ocasiones, como ir en busca del arca perdida.
Uno de los aspectos más interesantes de «Libérate» es lo que tiene de revindicación de la faceta artística de profesionales como, por ejemplo, Carmen de Mairena, Falete o Juanito Díaz, muy maltratados y desvirtuados en estos últimos años por razones ajenas a sus trabajos en los escenarios.
Es que todo lo que conlleve cierta disidencia sexual es mirado de otra forma, con extrañeza, a veces con morbo y en el peor de los casos con desprecio. Eso es lo que les ha ocurrido en ocasiones a estos artistas. Sus vidas, o mejor dicho su forma de vivir, iba más allá del escenario. A eso hay que añadir el tremendo complejo que tenemos en este país de creer que lo nuestro es peor en estas cuestiones, pero luego si el transformista imita a Kylie Minogue ya se ve de otra manera.
Por otro lado, y más allá de los nombres de la pregunta anterior, o de otros incluso aún más conocidos, uno de los grandes hallazgos de «Libérate» es la cantidad de artistas (La Esmeralda, Madame Arthur, Violeta la Burra…) desconocidos para el público en general con unas vidas que merecerían su propio libro.
Pues lo cierto es que me encantaría poder dedicarles un libro a cada uno de ellos, pero por cuestión de tiempo, y que dudo que algunas editoriales puedan interesarse por ellos, he decidido darles su lugar juntos y revueltos, por derecho propio. Al final el libro, pese a su forma de diccionario abreviado, sigue siendo una recopilación de muchas mini biografías. Y no quería dejarme fuera a aquellas que han triunfado en provincias, ese éxito autóctono que no se debe desdeñar. Y ahí entran La Esmeralda por Sevilla, DiCarlo por Asturias, La Margot en València o Violeta la Burra en Barcelona.
La vida de buena parte de los protagonistas del libro no fue nada fácil. En algunos casos con trágicos finales o episodios humillantes. A pesar de la fortaleza necesaria para aguantar esa epidemia de intolerancia, ¿pudo ser su vertiente artística una válvula de escape o balón de oxígeno para seguir adelante?
Sobrevivieron a la fuerza, en una época donde se carecía de información y generalmente de empatía. El escenario era muchas veces el único lugar donde podían reinar o encontrar eso que hoy llamamos zona de confort. Pero tampoco les valía cualquier lugar, y quedaban relegados a cabarets y salas de fiesta. Creo firmemente que en aquellos años el activismo se hacía desde el escenario, a golpe de chiste, de indirecta y de canciones.
«Libérate» podría funcionar, también, como una pequeña guía LGTBQ del cine español. ¿Ha estado (y está) el cine español a la altura?
El cine español, como ocurre constantemente en todos los géneros, ha estado en ocasiones muy a la altura, y otras veces ha dejado mucho que desear. El problema es que cuando ha sido brillante no se ha valorado lo suficiente. No somos conscientes de lo que supone una película como «Mi querida señorita» en 1972, y que se decidió que nos representara en los Oscar, con una dirección sublime y unas interpretaciones memorables. Y eso se puede extender también a «Cambio de sexo» de Vicente Aranda, o «La ley del deseo», de Pedro Almodóvar.
De todas las historias que se narran en el libro hay una, la de Francis (transformista asesinado en 1979 por un policía en evidente estado de embriaguez, que le disparó a la cara en una sala de fiestas y que nunca entró en prisión), que indigna que haya caído en el olvido fuera del entorno LGTBQ.
Efectivamente. Lo digo con toda la modestia del mundo pero ojalá mi empeño en el libro sirva para algo. Porque tuve clarísimo que eso debía de contarse y trascender. Francis no llegó nunca a destacar como artista, entre otras cosas porque tampoco tuvo tiempo para ello, pero desde luego su muerte sí que debería de tenerse más en cuenta.
Del casi centenar de entradas que incluye «Libérate», resulta especial la dedicada al actor Emilio Laguna, que no solo hace justicia a todos los actores de reparto, sino a aquellos que por un absurdo encasillamiento tuvieron que repetir mil veces el mismo papel sin contar nunca con el reconocimiento merecido.
Es otro de esos empeños personales que me puedo permitir, y que siento que cuenta con el beneplácito de todas y todos. Porque Emilio Laguna no solo está en la memoria colectiva si no que además está vivo y merece un aplauso y un buen reconocimiento, ya que además de representar a todos esos secundarios, nunca renegó de esos papeles y los abrazó con cariño y deseando quizás que la industria madurase.
Aprovechando que naciste en València y que en el libro aparecen La Margot, El Titi (una canción que popularizó da título al libro), Ploma 2, Gore Gore Gays…salas, teatros, programas de Canal 9 de infausto recuerdo… ¿Qué importancia ha tenido València para la cultura LGTBQ?
¡Mucha! El Levante siempre ha sido zona de libertad, incluso desde la irremediable clandestinidad. Es algo que va en el carácter y que además lleva consigo una carga sexual importante, a través de la broma y la socarronería. Esa actitud de sainete que se plasma por igual en las Fallas que en las películas de Berlanga. No me he dado cuenta de lo valenciana que soy y me siento, hasta que me fui. Y me percaté de lo mucho que me reconocía a mí misma viéndolo desde fuera. A eso he de añadirle mi genuflexión de admiración hacia El Titi, La Margot, Ploma 2 y Rampova.
En el libro no hay ninguna entrada protagonizada por un programa o serie de televisión, aunque sí tengan presencia y sean mencionados cuando se habla de otros protagonistas. ¿Crees que es una asignatura pendiente del medio? Parafraseando la pregunta de la mesa redonda del festival LABdeseries en la que participaste, ¿son diversas las producciones televisivas hoy en día?
Hoy en día sí comienza a haber cierta diversidad en las producciones televisivas. Especialmente en las series. Siempre digo qué visibilidad ha habido siempre, cuando hace casi 40 años TVE realizaba algún reportaje entorno a la homosexualidad o la transexualidad, que se iba repitiendo en su forma y contenido cada poco tiempo. Después llegaron los talk shows, los programas de debates… ¿Pero qué tipo de visibilidad se estaba dando? Unidireccional y con la intención de mostrar al colectivo como un bicho raro. Y ese lugar lo hemos asumido con mayor o menor resignación durante mucho tiempo. Lo que ha llegado hoy en día es la pluralidad, el mostrar esa diversidad que nos une a su vez con el resto del mundo. Que se pueda ver más allá del estereotipo del “mariquita gracioso” o “la mujer trans despampanante” que los medios se empeñaban en mostrar de manera reiterada. Y ojo, benditos estereotipos que a su manera también nos abrieron camino.
¿Qué libro tienes ahora entre manos?
Pues estoy deseando embarcarme en una novela. Siempre me rondan dos o tres ideas nuevas, ahora solo me falta sacar tiempo para ello, que ganas no me faltan.