Fuet es un nombre magnífico para una revista. Para una revista y para cualquier otra cosa. Con semejante cabecera las cosas no podían salir mal. Así lo demostraron con su número uno. Estaba dedicado a los rituales. Los rituales en la cocina. Porque Fuet, como no podía ser de otra forma, es una revista sobre gastronomía. Sobre la comida y su periferia, como les gusta apuntar en la portada. Atendiendo a su periodicidad bianual, el número dos ya está a la venta. En esta ocasión, los protagonistas son los iconos.
Eduardo García Llamas y María Arranz son las cabezas pensantes detrás del proyecto. Una publicación, que como la propia Arranz descubre, nació en torno a varias mesas con comida. «Edu y yo trabajábamos juntos en la revista Le cool Barcelona y compartimos muchas sobremesas de tupper en la oficina y por los restaurantes de la zona. Por aquel entonces –estamos hablando de 2011– Edu estaba preparando el lanzamiento de su primera revista en papel, Fucking Young, dedicada a la moda masculina. Yo trabajaba como editora en Le cool y años atrás había estudiado restauración y trabajado en el mundo de la hostelería. A ambos nos encantaban las revistas y el mundo de la comida, y aunque éramos muy fans de revistas de comida extranjeras, veíamos que en España faltaba una publicación independiente de este tipo. Así que nos pusimos manos a la obra y, lo que originalmente iba a ser un fanzine, acabó creciendo y convirtiéndose en la revista que es hoy».
La lista de publicaciones extranjeras que tenían en mente mientras pergeñaban Fuet es tan variada como estimulante: Lucky Peach, The Gourmand, Gather, Put A Egg On It, Fool, Swallow o Bon Appétit. No es de extrañar, pues, el resultado final conseguido. «De alguna manera, todas nos han inspirado a la hora de hacer Fuet, aunque hemos tratado de hacer algo diferente y que no se parezca a ninguna de ellas».
Los tres pilares sobre los que, normalmente, se asienta una revista son el diseño, la imagen y el texto. En Fuet sacan la nota máxima. Y no sólo eso, sino que consiguen que los tres elementos acaben complementándose. El formato es muy manejable, agradable al tacto, con un gramaje de papel que piensa sobre todo en el lector y no en la racanería ni en la exhibición. Son detalles que pueden parecer absurdos, pero que definen muy bien a los responsables, conscientes de que la belleza no debe estar reñida con la efectividad y sin olvidar que el fin último de la publicación es leerla. Con sólo dos números han conseguido dotar de cierto clasicismo a su portada (cuesta creer que la reciente Tapas no se ha inspirado, aunque sea libremente, en ella), el mismo que respira la maquetación, sobria, clara, limpia y muy sencilla.
Para lograr una revista tan bien ejecutada nada ha sido dejado a la improvisación. «¡Tardamos dos años en materializar el primer número! Cuando empezamos a darle vueltas a la idea, pensábamos en hacer un fanzine, algo mucho más pequeño y sencillo. Sin embargo, a medida que íbamos avanzando con los contenidos, nos dimos cuenta de que en realidad teníamos ganas de hacer algo más grande. El nombre lo tuvimos muy claro desde el principio, la propuesta de contenido la fuimos perfilando a lo largo de varios meses y finalmente hablamos con los diseñadores del estudio córdova—canillas, que son los responsables de todo el diseño y la dirección de arte de la revista».
El mismo mimo respira el aspecto visual de la revista. Tanto ilustraciones como fotografías parecen estar escogidas con el cuidado con que un buen chef elige los ingredientes de su receta estrella. En esta segunda entrega, la esclarecedora e interesante entrevista con Martí Guixé no sería igual sin las instantáneas de Inga Knölke. Y tampoco los textos acompañados de dibujos de María Herreros, Jose Mendez o Andrea Gómez, tendrían la misma fuerza. Suman e interactuan e, incluso, en ocasiones absorben toda la atención del lector. «Una vez que tenemos los textos, decidimos con Diego y Marti, de córdova—canillas, qué tipo de contenido gráfico encaja mejor en cada uno de ellos. Tanto ellos como nosotros proponemos gente que nos gusta y entre todos decidimos quién encaja mejor. Otras veces, ilustramos los textos con fotografías que nos proporcionan los protagonistas de los textos o que hacemos nosotros mismos. Luego hay una sección que córdova—canillas tiene en cada número y que consiste en un bodegón realizado con materiales relacionados con el comer y con el tema de cada número».
Todos los textos son originales y exclusivos para Fuet. La mayoría son encargos de sus editores, pero también alguna propuesta externa ha acabado materializándose. La comida es el eje sobre el que basculan los contenidos. Así, en esta segunda entrega incluyen historias tan sabrosas como la de la repostera Caitlin Freeman, que ha creado postres basándones en algunas de las obras más reconocibles del arte moderno. O un extenso artículo sobre los programas de televisión de cocina. O un joya firmada por Marta Bausells sobre los iconos typical spanish, del toro de Osborne a Naranjito, pasando por La Casera o los Conguitos. O una imprescindible guía gastronómica sobre Twin Peaks. Ahondando en esa periferia que tanto les gusta y que permite acercarse a un hecho tan habitual en nuestras vidas como comer desde otras muchas perspectivas. Si quieren darle un buen bocado, ya lo saben, vayan a la Librería Dadá y sacien su hambre.
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