
Manuel Borrás, Manuel Ramírez y Silvia Pratdesaba, fundadores de Pre-Textos.
Lucía Boned rinde homenaje a los fundadores de la editorial Pre-Textos, profundizando en su historia y legado a través de un retrato íntimo y personal.
Lucía Boned (Valencia, 1981) es librera, editora y escritora. Estudió Historia del Arte, pero pronto se decantó por los libros. Su trabajo en la extinta librería Valdeska y un primer encuentro con los editores de Pre-Textos hace ya un par de décadas la marcaron. Justo en ese instante empezó a gestarse el que es su último proyecto hasta la fecha Un erizo, tres juncos, dos rocas (Autoedición, 2024) dedicado al trío editor (el anterior, La voz del padre, la voz de la madre, publicado por Temporal en 2020, recogía el epistolario de sus abuelos durante la guerra civil española).
Cuenta Lucía con respecto a su encuentro con los Pre-Textos que «unos años después quise visitarles en el molino de Almería donde pasaban el agosto. Tenía ganas de estar con ellos y de conocer el sitio. Pensé que era una buena ocasión para llevarme la cámara e intentar plasmar de alguna forma todo lo que ellos me ofrecían. Me gustaba mucho el cine, la fotografía, y nunca había hecho un libro, por eso pensé en un formato audiovisual».
«Como yo no me manejaba nada bien con la cámara, le pedí a mi amigo Adrià, que había estudiado documental, que me acompañase. Pensé que nos sentaría bien pasar unos días juntos, estar con ellos. Adrià y yo estábamos en un momento muy parecido, un poco desorientados, o tristes, no me acuerdo muy bien lo que nos pasaba, pero pensé que escucharles nos ayudaría. Lo que había seguro por mi parte era una búsqueda», añade Lucía.
De aquel viaje surgió este retrato íntimo de los fundadores de la editorial valenciana que surgió como un proyecto audiovisual y acabó plasmándose asimismo en un libro. «Dejé el material que grabamos en reposo durante mucho tiempo. Esto también es algo que se repite en los dos libros, porque tardé veinte años en terminar el primero, que por cierto también empezó siendo un proyecto audiovisual, y diez años en terminar el segundo. Empecé yo misma a editar en Final Cut y al cabo de un tiempo me di cuenta de que era incapaz. Así es como empecé a pensar en un libro, un formato fue llevando a otro de una manera muy lenta, se fuese transformando. Las imágenes se transformaron en citas, la palabra hablada en palabra escrita. Paula [Giménez Monar] y yo transcribimos todos los audios que habíamos grabado y trabajé mucho con ese material, me lo sabía de memoria, el tono de cada uno, las pausas, las coletillas, iba caminando y lo iba repitiendo», explica Lucía sobre el proceso que acabó dando de sí el mencionado libro y el documental homónimo de Paula Giménez.
El legado de Pre-Textos
En las entrevistas que les hizo, sus interlocutores dan cuenta del primer encuentro entre el trío, de la puesta en marcha del sello tras haber mantenido conversaciones con el malogrado Eduardo Hervás (otro chico burgués y bohemio de la época, mediada la década de 1970, candidato a maldito oficial luego de que insignes como Manuel Arranz, Chema López o Abelardo Muñoz lo hayan retratado más o menos recientemente). De igual modo, vuelven a surgir en estas conversaciones otros hitos de la historia de Pre-Textos: los primeros contactos con exiliados como Juan Larrea o María Zambrano, la compra de los derechos de Las voces de Marrakech, de Elias Canetti, cuya obtención del Premio Nobel los salvó de la quiebra, el encuentro fructífero con Ramón Gaya o las primeras traducciones de Deleuze, Derrida y Foucault. A lo largo de estas conversaciones traslucen asimismo cuestiones como la amistad o el trabajo en la editorial: el reparto de papeles que, dicen, se dio con absoluta naturalidad.
Pre-Textos es, para quien no lo sepa, uno de los sellos más importantes del panorama editorial español. Fue fundado en Valencia en 1976 por Silvia Pratdesaba, Manuel Ramírez y Manuel Borrás. Tiene —no desde entonces, pero casi– su sede en el número 10 de la calle Luis de Santángel en uno de los edificios que proyectó Emilio Giménez. Desde allí se han preparado ediciones de un buen número de libros agrupados en distintas colecciones: desde la primigenia Letras Hispánicas a otras como La Cruz del Sur –la poesía ha sido, lo cual les honra, una de sus apuestas continuas–, Clásicos, Contemporánea o Ensayo.
A Manuel Borrás le gusta repetir aquello de que «la obra de un editor es su mejor catálogo». El catálogo de Pre-Textos, amplísimo a estas alturas, ha incluido desde sus comienzos verdaderas joyas: obras recuperadas de José Antonio Muñoz Rojas (Las cosas del campo, v. g.), Carlos Pujol (Cuadernos de escritura) o Ramón Gaya, del que han acabado publicando su Obra completa; epistolarios (el del propio Gaya y María Zambrano, el de Américo Castro y Juan Goytisolo, el de José Bergamín y Manuel de Falla o el que ha recuperado más recientemente Manuel Valero con las cartas de Jaime Siles y Juan Gil-Albert, El tiempo y su espuma); diarios como los de Andrés Trapiello (cuyo ya imprescindible Salón de Pasos Perdidos dio comienzo en la editorial valenciana), Chantal Maillard (una pista: el volumen titulado La arena entre los dedos reúne todos ellos) o José Jiménez Lozano (Los cuadernos de Rembrandt, Advenimientos, Los cuadernos de letra pequeña), traducciones de clásicos (Kipling, Tolstoi, Balzac, Thomas de Quincey) y clásicos modernos, como el inolvidable Alban Berg y sus ídolos, de Soma Morgenstern; la publicación de libros de arquitectura (Los escritos de Juan Navarro Baldeweg, sin ir más lejos), o, por supuesto, ensayos de filosofía (los habituales Giorgio Agamben, Jean Améry, José Luis Pardo, Boris Groys o el Walter Benjamin de Los ensayos del narrador, otra de las novedades del sello).
Entendemos –lo entendemos muy bien– que Lucía Boned haya querido ahondar en la génesis de la editorial y en su posterior historia a través de estos generosos retratos. Cualquier lector o lectora atraído por los buenos (y hermosos) libros ha sentido en algún momento algo similar: una curiosidad que te lleva hasta el corazón de una editorial en la que, además, ha habido –y hay– otras personas que han arrimado el hombro a lo largo del último medio siglo (el año que viene el sello cumplirá cincuenta años, toda una hazaña para una empresa pequeña como lo es Pre-Textos): el ya mencionado Manuel Arranz, Alfonso Meléndez, Rufo Giménez o Gustavo: el gran Gustavo. Todos ellos han hecho –y siguen haciendo– posible este pequeño milagro al que Lucía Boned ha querido rendir homenaje.