Raúl E. Asencio. Foto: Marina Patrón.

Raúl E. Asencio (Aspe, Alicante, 1993) es editor en La Caja Books, escritor y profesor.

¿Somos los que leemos?

Lo que es seguro es que los libros hacen que el mundo de quien lee sea más amplio y complejo y que el mundo y la realidad nos alteran, nos afectan y de algún modo nos modelan. Así que de primeras, podríamos decir que las lecturas son parte de lo que somos. Aunque también leemos lo que somos: la elección de un libro entre los millones de posibilidades y la composición de nuestra biblioteca habla de nuestras obsesiones, fobias y tabúes. Dejémoslo en que hay una tensión entre lo que somos y los libros o, por lo menos, un movimiento de ida y vuelta.

Un libro de tu infancia:

Mi padre. En casa apenas se leía, pero todas las noches cuando llegaba de trabajar, se inventaba un cuento para acostarme. Siempre era el mismo con ligeras variaciones; esto no lo achaco a su falta de imaginación, que es muy viva, sino a los caprichos de mi intransigencia infantil. Las historietas debían ser de tesoros y seguir unas directrices muy claras. Con el tiempo mi padre acabó desarrollando un género propio que tan bien se amoldaba a mis expectativas como las transgredía para sorprenderme. Y de vez en cuando me leía largos pasajes de Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, como si quisiera decirme algo que aún hoy sigo sin pillar.

Un libro de tu adolescencia:

La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. No leía, no me gustaban los libros hasta que una noche de insomnio agarré un ejemplar que andaba arrumbado en una estantería y comencé a leer. Recuerdo que leí cuarenta páginas del tirón: un hito fundacional. La literatura y los libros, tan romantizados y con ese barniz de aventura y catacumba, en las novelas de Zafón me dejaron entregado a la lectura durante meses. Lo leí todo de él y en sus páginas descubrí un hambre que pedía más lecturas.

Un libro de tu juventud:

Poesía española del siglo XX, de Concha Zardoya. No solo por el horizonte de autores que me abrió sino porque estaba escrito con lirismo y detalle que recuerdo impecables. En aquel libro descubrí que la crítica literaria y en general los textos ensayísticos son también formas imaginativas y creativas del pensamiento.

Un libro actual:

Después de un tiempo despistado, estoy poniéndome al día con la poesía española contemporánea. Diría que vive un momento muy dulce y se podrían mencionar muchos, pero estoy disfrutando de Una pequeña personalidad linda, de Berta García Faet y Mecánica, de Vicente Luis Mora.

Un libro de siempre:

Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoyevski. Siempre vuelvo a ciertas palabras del stárets Zosima.

Un libro por leer:

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

Un libro que no pudiste acabar de leer:

Tras la picadura de Zafón, me apunté al extinto Círculo de Lectores y llegué hasta la recién publicada El asedio, de Arturo Pérez Reverte. Fue mi primer abandono. En aquellas pocas páginas descubrí una sensación aciaga que me ha acompañado luego. Una ligera angustia que palidece la lectura y dirige la atención fuera del libro, hacia todo lo que no se está leyendo, hacia el resto de libros. La mueve la certeza de que de todos los volúmenes publicados en la historia de la literatura solo leeremos un puñado y que lo que se tiene entre la manos quizá no debiera caer dentro de esa diminuta -lo es en términos proporcionales aunque se lean trescientos al año- selección.

Un libro que te gustaría haber editado:

El deseo frustrado de editar un libro es una emoción cotidiana. Casi a diario un agente, una editorial o un autor dicen que no a una propuesta de edición. Decir solo un título sería obsceno.

Un libro que te gustaría que existiera:

Las memorias de Charlotte Stieglitz.

3 cosas que te gustan más que leer:

Haber leído, un tipo muy concreto de ebriedad, dormir despreocupadamente.