Francisco Nixon lleva siete años sin publicar disco nuevo, pero al mismo tiempo no deja de componer y compartir canciones en sus redes sociales. Magníficas canciones pop con las que fotografía momentos, realidades, historias… que aunque partan de su observación de la realidad se convierten en universarles.

Este domingo, 29 de mayo, a partir de las 11h, actúa en el que será el último Serialparc (ciclo de conciertos en distintos parques de la ciudad) de la temporada, en el Jardí de Les Hespérides, compartiendo cartel con El Buen Hijo y Sierra Leona.

Hace años te preguntamos por tus recuerdos musicales y nos hiciste un recorrido de tu vida década a década. Se terminó con el periodo «De 30 a 40 años» y finalizabas diciendo «Mi artista favorito creo que es Jonathan Richman». ¿Sigues pensado igual?

Jonathan Richman no es solo uno de mis artistas favoritos, es un modelo de conducta. Muchas veces he pensado en dejar la música, y si no lo he hecho en parte es porque él sigue tocando. Es un artista que trabaja al margen de la industria, y tienes que estar pendiente de él para enterarte de lo que hace. Por ejemplo, a pesar de ser un artista que rechaza las redes sociales, durante la pandemia publicó en su Bandcamp unas sesiones de media hora grabadas en directo (Just A Spark, On Journey From The Dark), que me parecen de lo mejor que ha hecho. Eso me impulsó a hacer algo parecido, y he subido algunos de mis ensayos a Ivoox (Si vas al baile, tienes que bailar). La influencia creo que se nota más en las letras, ya que musicalmente yo no soy tan rocanrol como él.

En aquel artículo, sobre el tramo «De 0 a 10 años», contabas «Recuerdo estar en la cama y escuchar a mi madre cantar mientras limpiaba la casa o hacía la comida; boleros, copla, y cosas así». ¿Crees que, con el paso de los años, esa música (boleros, copla…) y otras (música ligera, la canción melódica…) han ganado presencia en tu manera de hacer canciones?

Supongo que a medida que me hago mayor, me gusta hacer música de gente mayor. De todas formas ahora vivimos un momento de exaltación de lo propio que es justo lo contrario de lo que se vivía cuando yo empecé. Lo que quiero decir es que a día de hoy, recuperar los géneros tradicionales no tiene nada de especial, todo el mundo lo hace. De hecho está mal visto no hacerlo.

Durante el tramo más duro de la pandemia (de marzo a agosto de 2020) subiste doce canciones a tu Bandcamp. Si no hubiera aparecido el coronavirus en nuestras vidas, ¿ese hubiera sido tu siguiente disco?

Tengo unas cuantas canciones nuevas que he ido sacando en mi Bandcamp y en otros sitios en diferentes formatos, probando cosas. Mi idea es sacar un disco nuevo en el futuro, pero no tengo una fecha determinada. Entre el trabajo y la paternidad no tengo mucho tiempo libre, así que voy un poco haciendo las cosas en la medida que puedo y sin un plan.

Tus últimos movimientos musicales este año han sido Quiero a todo el mundo en Bandcamp (definido por ti en facebook como «álbum de versiones acústicas, primeras tomas constipado y algún tema nuevo») donde recuperas solo dos de los doce temas mencionados antes o los ensayos que comentabas, subidos en Ivoox. ¿Te sientes, en ese sentido, al margen de cómo funciona en estos momentos la música?

Ahora mismo la música para mí es un hobby, así que, como te comentaba antes, voy haciendo las cosas en los huecos que tengo y de la manera que puedo. A veces grabo cosas en casa, y si me gusta el resultado, lo subo. Tengo cosas grabadas con Nahúm (mi productor habitual) que espero poder sacar en un disco pronto. Y también ha empezado a trabajar conmigo David Varelux, que me acompaña en los directos tocando el violín y ha hecho varios vídeos para Youtube con las últimas canciones que hemos grabado juntos los tres en casa de Nahúm. Como decía, trabajo sin plan y amoldándome a las circunstancias. Sinceramente, mi carrera musical la doy por terminada, si sigo haciendo cosas es más que nada por ver a los amigos y pasar un buen rato que por la repercusión que pueda tener.

Tu último disco editado es Lo Malo Que Nos Pasa, de 2015. ¿Habrá nuevo álbum en formato físico o es algo que has descartado por completo no solo por cuestiones económicas, sino también por el esfuerzo a todos los niveles que conlleva tanto antes como después?

No descarto sacar nuevo disco con temas nuevos, pero depende mucho de que haya alguien al que le apetezca hacerlo. Más que nada es un tema de tiempo y esfuerzo. Por mi parte si no sucede, tampoco pasa nada.

Tus letras se caracterizan por cierto costumbrismo pop que se convierte en universal, escritas de manera sencilla que no simples, con algunos referentes muy generacionales. ¿A partir de qué las escribes (un tema, una historia, una imagen, una anécdota…)?

Respecto a las letras, siempre cuento lo mismo, el consejo que daba Smokey Robinson: “Cuenta una historia a partir de una idea”. Yo tengo una libreta donde voy apuntando títulos e ideas, y voy trabajando a partir de ahí, intentando casar las letras con las melodías que voy acumulando. Si la cosa prospera, eso termina siendo la canción. Al principio intentaba trabajar al máximo las dos cosas, pero con el tiempo me he dado cuenta que hay que decidir y poner una cosa al servicio de la otra. “En esta canción lo importante es la letra”, o “en esta canción lo importante es la melodía”. Si no, te bloqueas y la canción nunca se termina.

Hace seis años dijiste en una entrevista que estabas escribiendo un libro medio novelado sobre La Costa Brava, pero sobre todo de tu relación con Sergio Algora. ¿Cómo está el proyecto?

Como te comentaba, no tengo mucho tiempo, pero es algo en lo que sigo trabajando. Será un libro de cuentos, con anécdotas no sólo de Sergio, sino relacionadas con mi vida en la música.