«Under songs» (2016, Nevada Music), el segundo disco de Adrian Levi empieza a hablar desde su portada. Un paisaje brumoso, un árbol sin hojas, el perfil de una persona caminando. Folk que puede sonar en ocasiones enigmático y otras veces más luminoso. Un músico que firma con seudónimo. Esa frontera invisible entre el susurro y la inquietud. Nueve canciones que continúan el camino abierto con su debut, «My Hidden Pockets» (2015, Nevada Music), propulsando sus latidos en todas las direcciones.
Dos discos en dos años. ¿Casualidad, muchas ideas que plasmar en canciones, …?
Un poco de todo, en realidad. Había algunas canciones en la recámara que estaban en maduración; y en el año de «My Hidden Pockets» hubo un par de visitas certeras de la inspiración, que propiciaron la composición de algunos temas nuevos. Pero básicamente la decisión fue tomada por aprovechar el momento de química personal y musical que se había creado con Carlos Soler, Manolo Tarancón y José Rodríguez durante la gira de presentación de «My Hidden Pockets». Debíamos aprovechar ese momento fresco y espontáneo que surgió, y tratar de impregnar a las nuevas canciones de esa sinergia.
«Under songs» suena más a banda que «My Hidden pockets», como más compacto. Y también parece más cultivado el lado pop de tus composiciones, pero ¿qué diferencias encuentras tú entre ambos álbumes?
Fundamentalmente, yo creo que la principal diferencia está en la concepción y producción de las canciones, y no tanto en el proceso compositivo intencional. De hecho en mi cabeza, las canciones de «Under Songs», se vestían de forma similar al resultado de «My Hidden Pockets». Y precisamente por intentar llevarlas a otra textura (y de ahí quizá su sonido más folk-pop), delegué en Carlos y Manolo el criterio de producción. Literalmente prohibimos el uso de sintetizadores y cuerdas, y acordamos que todo fuese más orgánico, con presencia indiscutible de las guitarras acústicas como bases rítmicas, y construir los paisajes sonoros con guitarras eléctricas tratadas en post-producción y con una presencia de los coros en primera línea.
La producción de «Under songs» está firmada por Manolo Tarancón, Carlos Soler y tú. ¿Qué aportaron ellos al resultado final del disco?
Como indicaba en la anterior respuesta, puedo decir que todo. Decidimos no hacer una pre-producción de los temas; yo les presenté los temas en acústico, grabamos unas guías, y el objetivo era entrar al estudio con eso, y dejarnos llevar por un brainstorming de ideas basado en las sensaciones que nos iba dando cada uno de los pasos. Literalmente, entrábamos al estudio cada día sin saber qué iba a pasar, y finalizábamos tras ocho horas intensas con los temas totalmente transformados. Fue una «producción en el momento», y tener a Manolo y a Carlos fue crucial para que las canciones adoptasen el resultado final.
En tu primer disco en solitario compartiste esas labores con Paco Morillas. Da la sensación, sin embargo, que por lo personal del proyecto, en un futuro puede que asumas tú en solitario esa función. ¿Crees que te encaminas hacia ello o preferirás siempre tener una visión externa?
Supongo que la tendencia, después de un proceso de producción, es a pensar que uno puede asumir en solitario todas esas funciones y decisiones. Eso llevaría a una visión absolutamente hermética de las canciones, dentro del universo personal. Pero yo tengo claro que me perdería muchas opciones, seguro, mejor que lo que yo podría aportar. El secreto esta en encontrar la persona que sabe llevar tus canciones donde tu esencia las quiere, pero aportando ideas de otros universos afines. Creo, en ese sentido, que me daría vértigo una producción exclusivamente mía. Hay muchas ideas preciosas en las cabezas de otros, y renunciar a ello me parece un crimen.
En «Under songs» tu voz ha ganado presencia. ¿Ha sido intencionado?
Ciertamente, sí. Uno de los criterios base que acordamos en la producción fue que la voz estuviese un poco más presente que en «My Hidden Pockets», y tratar de explotar sus características para aportar a las canciones. Sabíamos del riesgo que ello supone, porque mi voz ha sido uno de los puntos críticos en determinadas reseñas y opiniones de medios y público. Pero apostamos por ello como uno de los pilares básicos para la producción y mezcla.
Una voz, capaz de transmitir por tu forma de cantar, al mismo tiempo, cercanía, pero también ciertos aires enigmáticos. Una doble sensación que empieza a transmitirse desde la misma portada del disco.
He tardado tiempo en ir descubriendo cuál era el registro vocal en el que más cómodo me sentía para transmitir e interpretar las canciones. Y he llegado a la conclusión de que me siento más cómodo en un registro más aireado, más susurrado, y no tan roto como quizá utilicé en los primeros años con banda. Supongo que eso es lo que le confiere ese matiz cercano y a la vez enigmático que tiene una voz susurrada. Y en el caso de la portada, creo que hay cierta intencionalidad en que la imagen nebulosa y difuminada marque un poco el camino de ese susurro que trato de mostrar en las canciones.
Musicalmente hablando, se podría etiquetar tu música (entre otras cosas) en cierto folk (a veces oscuro, otras más luminoso) de raíces norteamericanas. Sin embargo tu forma de cantar remite a una tradición más británica. ¿Esa dualidad se puede interpretar como el resultado de tus gustos musicales?
Comparto plenamente lo que dices, aunque nunca lo he vivido como un proceso premeditado. Supongo que es lógico componer y cantar sobre la base de lo que uno ha ido escuchando a lo largo de los años. Y en ese sentido, efectivamente, todas mis influencias están arraigadas de forma muy equitativa en la música norteamericana y británica, con claras etapas de predominancia de una sobre otra en determinados momentos, pero que al final diría que equilibran la balanza de la influencia.
Se aprecia en las canciones un gusto exquisito en los pequeños detalles («Fall inside», «Ordinary facts»,…), ¿nacen así las canciones o se transforman mucho en el estudio?
Creo que en los pequeños detalles están los secretos de intentar llegar a una canción emotiva. Está claro que la estructura, los acordes, la melodía, son el árbol básico de una canción. Pero si uno se para a pensar, hay tan poco ya para inventar en la música, que al final son en esos pequeños detalles donde creo que uno debe intentar expresar toda la belleza que pueda para convertir una canción en algo diferente a las demás, ni mejor ni peor, pero a menudo son detalles los que llevan la emoción a su máxima expresión. En este sentido y en mi caso, los detalles salen después de escuchar muchas veces las estructuras básicas ya creadas, que llevan a sentir la necesidad de un detalle u otro.
Antes hemos mencionado que recorre todo el álbum un aire folk, sin embargo hay momentos como «Universe» en los que no sería descabellado hablar de música de baile (o para bailar). ¿Te interesa esa vertiente?
Diría que no demasiado. Me explico. Nunca he pensado en mi música para hacerse mover externamente a alguien, sino para hacerlo internamente. Me interesa más el baile de emociones y sensaciones internas, que no provocar la necesidad de bailar. Es cierto que últimamente me está interesando cierta parte de la música con base electrónica, y eso podría hacerme coquetear con esa idea de algo más «bailable», pero no en asumir esa carcaterística como una base de concepción y composición de posibles nuevas canciones.
Al margen de por la sonoridad del nombre, ¿por qué firmar como Adrian Levi y no como Jordi Llopis?
Me gusta que el proyecto musical, ese alter ego que todo el mundo indica, quede claramente distanciado de mi lado personal. Es como un rol que necesito jugar para abordar ciertos procesos; y aunque no dejo de ser yo, cuando pienso, hablo o actúo como Adrian Levi, me ayuda a distanciarme del Jordi de la vida diaria. Y por otra parte, internamente no era coherente para mí firmar como Jordi Llopis cuando compongo y canto en inglés….¡me chirriaba poderosamente! Manías, en definitiva.
¿En qué medida tus discos retratan (aunque eso no se traslade al oyente y te quede a ti como una sensación interna) momentos concretos de tu vida?
Fundamentalmente lo hacen en los temas que tratan cuestiones de orden social y denuncia; ahí es Jordi a través de Adrian Levi quien muestra su postura y su creencia. Pero en lo que atañe a las letras más de carácter emocional o sentimental, nunca compongo pensando sobre mí, sino que lo hago como espectador. Lo que pasa es que me resulta más sencillo hablarlo en las canciones en primera y segunda personas, lo que puede hacer parecer que es mi historia. Pero no, no lo es.
Aunque las canciones de Adrian Levi surgieron porque no encontraban acomodo en los grupos en los que estabas (Crow Jane, Suidhe), ¿serían iguales de no haber pasado por ellos?
Buena pregunta, y difícil respuesta. Nunca sabré cómo serían estas canciones si no hubiese pasado antes por Suidhe y Crow Jane, supongo que la sonoridad de las bandas por las que uno pasa acaba formando parte del filtro compositivo presente de algún modo. Pero también es cierto que muchas de las canciones de «My Hidden Pockets» y de «Under Songs» se compusieron en esa etapa, y aunque los procesos de producción las han vestido, la esencia ya estaba ahí. Supongo que incluso cuando estaba en Suidhe y Crow Jane, Adrian Levi ya estaba creando un universo paralelo, aunque no tuviese expresión externa.
¿Ventajas e inconvenientes de formar parte de un grupo o de firmar un proyecto con tu «nombre»?
Creo que la ventaja evidente es que eres dueño de todos los procesos y decisiones, tanto cuando son erróneos como cuando son acertados. Y eso confiere una independencia muy grande, que permite marcar unos ritmos, tiempos y formas muy personales y muy adaptados a las posibilidades del día a día. Otorga a la vez, exclusividad en el criterio musical y compositivo, que tiene su parte buena porque plasmas todo tu interior sin objeciones ni negociaciones, pero por otra parte pierdes la posibilidad que antes comentaba, de que otros universos participen en la creación del paisaje final de la canción. Por eso creo que al final, es necesario tener alguien de confianza y criterio que aporte la visión externa que enriquezca o incluso transforme la canción.
¿Cómo ves la escena musical valenciana? ¿Qué músicos y grupos te interesan más?
No creo demasiado en el concepto de la escena, sinceramente. Veo dinámicas desperdigadas y muy segregadas, con algún destello de crear algo cohesionado, pero que se diluye rápidamente en un «modus operandi» que yo creo que todos sabemos pero que nos esforzamos en seguir diciendo que no sucede, porque sería reconocer lo mal que lo hacemos y seguimos haciendo. Nos movemos por lo que nos movemos, músicos, bandas, medios y locales; y salvando contadísimas excepciones encabezada por Javi Gafotas, no hay apoyo ni intención de transversalizar los procesos de apoyo. Queremos hablar de escena, pero no lo somos. ¿Dinámicas? Muchísimas. Pero eso no es escena, bajo mi punto de vista.
De esas dinámicas me parecen especialmente atractivas Ambros Chapel (están en otra Liga, y sin embargo con una repercusión por debajo de la calidad que demuestran en cada trabajo y en cada concierto que dan), Badlands, Lost River Bastards, La Hora del Té… como «nuevas» bandas que se atreven con estilos «anglos» que me resultan muy muy atractivos; y Sáez como ejemplo de música emocionante, honesta y espectacularmente producida e interpretada. El concierto de presentación que hicieron en Las Naves fue de un nivel al alcance de muy muy pocos.