Santiago Motorizado. Foto: Guido Adler.
Ha llovido mucho desde que una tarde, entre semana, los argentinos El mató a un policía motorizado actuaron por primera vez en nuestra ciudad, en La Pinça (hasta hace muy poco S’alat). Después vinieron más directos, menos acústicos que aquel, igual de arrolladores. Este año han publicado su sexto álbum de estudio ya, Súper Terror, y lo presentan en València el sábado, 21 de octubre, en la sala Moon. Santiago Motorizado, bajo y voz de la banda, comparte, como previa, sus discos favoritos.
Loco Live (Ramones, 1991)
Es el primer CD que compré en mi vida. Estaba en una vidriera de una tienda de discos y lo deseaba por las tardes cuando salía del colegio. Un día junté monedas y fue mío, era usado, igual tardé en escucharlo porque en mi casa no había nada para escuchar CD.
Weezer (Weezer, 1994)
Cuando mi padre se dignó a comprarnos un reproductor de CD a mis hermanos y a mi, nos dejó elegir un CD a cada uno, y yo elegí el disco azul de Weezer que recién había salido. Había visto el video de «Sweater Song» en MTV y estaba completamente enamorados de ellos, del corte taza ramonero de Rivers Cuomo, pero versión nerd. Recuerdo escuchar ese inicio con guitarra acústica en los parlantes del Aiwa nuevo, inolvidable
Bee thousand (Guided by Voices, 1994)
Una obra maestra absoluta. Podría elegir Alien Lanes, van juntos, dos obras maestras. Robert Pollard, uno de los grandes compositores y poetas de la historia de la música en el pico máximo de su inspiración, también junto al maestro Tobin Sprout. Pude cumplir el sueño de ver la reunión de la formación original de esa era en New Heaven, al norte de Nueva York, una de las mejores noches de mi existencia.
Pet Sounds (The Beach Boys, 1966)
Un disco que me acompañó toda la vida, desde muy pequeño, un clásico de la historia de la música. Y también pude celebrarlo en directo cuando Brian Wilson junto a Al Jardine, y una banda increíble, lo tocaron en el Primavera Sound de Barcelona y Porto. Nunca lloré tanto en un concierto de música
Excursiones (Suárez, 1999)
Una joya oculta, uno de los grandes discos de la historia de la música argentina, lamentablemente no tan conocido y celebrado como lo merecía, como le suele pasar a la mayoría de las cosas buenas, hechas con el corazón y las entrañas. La voz lider de Rosario Bléfari para darle filo a un ícono de la cultura independiente
