Algo (Alberto Montero y Gonzalo Fuster). Foto: Susana Godoy y María Carbonell.

Alberto Montero y Gonzalo Fuster (El Ser Humano) son Algo. Un proyecto al que no solo aportan las dos primeras letras de sus nombres, sino también su pericia compositiva, su buen gusto melódico o su militancia melódica. Once pruebas manifiestas de ello se pueden encontrar en su flamante disco de debut (editado con mimo, en vinilo, conjuntamente por Discos Belamarh y No Aloha Records), uno de los mejores del año pasado y de lo que va de este.

Ambos ya habíais coincidido en los Guru Zakun Kinkones (grupo en el que hacían versiones de Vainica Doble), Alberto había hecho coros en algunas canciones de El Ser Humano … ya existían ciertos vínculos, pero ¿cuándo se convierte esa amistad en un proyecto conjunto?

Gonzalo: Pues justo la semana de fallas de 2020, en la que nos confinaron por la pandemia, nos íbamos a ir ambas familias a pasar una semana juntos. Nos íbamos a llevar guitarras para cantar Vainica, Love, Beatles … Al no poder llevarlo a cabo y estar sin salir de casa, nos propusimos hacer una canción, que fueron 2, 3…

También trabajasteis juntos en la música de la obra La niebla. ¿Fue antes que Algo?

Gonzalo: La niebla fue durante la grabación de Algo, gracias a que nuestro amigo David Campillos, de la Sala Russafa y Arden Producciones, estaba al tanto de nuestras canciones. A David le mostrábamos las canciones antes de acabarlas, yo le pedía consejo… le encantaban y decidió contar con Alberto y conmigo para el espacio sonoro de su obra.

Gonzalo, tú cantabas en «Rimar», una canción de El Ser Humano, «yo quisiera escribir como Gilberto o como Alberto / hilvanando las palabras con acierto / y sin miedo a perder», siendo Gilberto, Gilbertástico, y Alberto, Alberto Montero. En este segundo caso, ¿has podido hacerlo con Algo?

Gonzalo: Y tanto. Mi admiración por Gilberto y Alberto viene de muchos años atrás. Poder componer mano a mano con Alberto ha supuesto un aprendizaje enorme. Suena extraño pero me ha quitado presión al compartir responsabilidad y eso ha ido a favor de Algo. Obviamente si mi parte es mejor que la mía propia anterior y le sumas el talento de Alberto, ¡pues todo rodado! Fue mucho mejor de lo que podía esperar cuando escribí esas líneas. ¡Me halaga que te acuerdes de una canción mía de hace años!

Alberto, tú grabaste en 2017 con Tórtel el disco Alucinados. ¿Qué puntos en común y qué diferencias tenía aquel proyecto con este?

Alberto: Algo nació con vocación más amateur, más de estar por casa. Sin ninguna pretensión, todo se ha ido dando como ha ido saliendo. Alucinados empezó como una propuesta que el sello Intromúsica le hizo a Jorge de hacer un EP split con otro artista, y Jorge tuvo la generosidad de proponérmelo. Lo grabamos en estudio profesional (Río Bravo), El Hijo hizo las mezclas, presentamos en Madrid ante 500 personas teloneando a Tulsa… era más ambicioso. Con Algo presentamos en el Tulsa (mira, qué coincidencia) delante de 50 personas, la mezcla y masterización se las curró el propio Gon… como he dicho antes, más casero todo. En lo que respecta al proceso compositivo, con Jorge la idea partió como un reparto de canciones, pero yo preferí que las hiciéramos juntos. Finalmente, creo que en el resultado final se pueden distinguir canciones de él en las que yo aporto algo y a la inversa, suenan bastante reconocibles las que son más Tórtel y las que son más Montero. Que fueran sólo 4 canciones facilitó también todo el proceso. En Algo, creo que hemos conseguido componer más al 50%, creo que no se nota tanto el estilo de uno u otro sino que hemos logrado una mezcla bastante curiosa. Eso sí, el proceso ha sido un «long and winding road». Podría definirlo como un «campo de batalla» amigable lleno de risas, disfrute, respeto y mucho cariño.

¿Y cómo fue el proceso compositivo? ¿Partíais de algunas cosas premeditadas? ¿En qué momento se daba por acabada una canción?

Gonzalo: No teníamos guión. Nos pasábamos ideas, bocetos, estrofas, arreglos… y la otra parte trabajaba a partir de ahí. Así íbamos montándolas, unas veces la idea fluía sola y otras se nos atascaba y teníamos que trabajarla más, pero todo con mucho placer y gusto. Fue algo muy divertido. Creo que se acababan solas, cuando no pedían más arreglos o partes en la estructura. En el tema de la mezcla ya es otra cosa, ahí me volví loco de tantas vueltas que le di.

Alberto: Sí, todo se montó por whatsapp. Me mandaba Gon un vídeo de alguna idea que se le había ocurrido o al revés. Alguna vez alguna propuesta llegaba mientras desarrollábamos otras ideas, por lo que quedaba a la espera. Este fue el caso de «Amiga», que empezó con una idea de Gon haciendo el arpegio de los acordes de la estrofa. Un día pensé: «recuerdo una propuesta muy bonita de Gon que me sonaba a Arthur Lee, a ver, a ver, si la encuentro en el chat…». Le hice la melodía de la voz y compuse la parte del medio, más Pink Floydiana. A Gon le encantó y se puso con la letra. Y nos emocionábamos mucho cuando finalmente teníamos una nueva canción que nos flipaba. ¡Temazo! A veces fluía así de bien. Otras veces a uno no le gustaba cómo había continuado la canción el otro y hacía una contrapropuesta, y el otro peleaba por su visión anterior, jajaja. Llegó un momento en el que yo escribí una solo («La luz del horizonte») y Gon otra él solo («Temor»), pero poco después reemprendimos la composición conjunta con la etapa final, que podríamos denominar Battistiana («Amanecer de Enero», «Mar de azahar», «Desaparecer»).

Es un disco homéricamente pop al tiempo que muy variado, con una presencia determinante de las melodías, con una querencia casi artesanal y obsesiva por redondear los temas, una especie de carta de amor al formato canción. ¿Os reconocéis en alguna de estas afirmaciones?

Gonzalo: Totalmente, así es. Los puntos más comunes entre Alberto y yo son Love, Beatles, Vainica Doble y, por la época de Algo, Battisti. ¡Todo pop! Nos hemos compenetrado muy bien, yo soy muy de brocha gorda y Alberto es muy fino, así que entre mi empuje y entusiasmo y su talento y su delicadeza hemos dado con un punto interesantísimo. Como no teníamos plazo y nos divertíamos mucho, le cogimos el gusto a perfeccionarlas, aunque también tengo que decir que nuestro entusiasmo las vestía muy bien casi desde un primer momento.

Alberto: Battisti es clave en este disco. Gon me lo metió en vena cuando ya llevábamos muchas canciones hechas y la sobredosis de escuchas de sus discos cambió el rumbo en la composición e incluyó un cuidado especial en la producción, intentando imitar esas preciosas producciones de la música romántica de los 70. Ese cambio le ha dado más variedad e interés al disco, en mi opinión.

Vuestras voces son muy personales, pero empastan y combinan perfectamente. De hecho, el disco se abre con «Y el mar que se intuye» donde queda bien clara esa estupenda comunión. ¿Cómo lo trabajasteis para que el resultado fuera Algo y no Alberto y Gonzalo cantando juntos?

Gonzalo: Pues supongo que también fue una sorpresa para nosotros. Tuve que esforzarme mucho para estar a la altura de Alberto y eso me ha dejado mucha huella para bien. No nos planteamos que sonara a Algo, sino a mezclar nuestras formas de ser y de pensar. No es una idea, ¡es un modo de ser!

Alberto: Sí, la verdad es que no hay ningún trabajo intencional en ese sentido. Supongo que la composición tan compartida influye en esa sensación. Por cierto, no hemos nombrado a The Smiths, de los cuales los dos somos fans. Y, para mí, «Y el mar que se intuye» es puro Smiths, sobre todo los arpegios de guitarra del estribillo final.

En «Confesión y egresión» la letra está hecha con títulos de canciones de vuestros discos en solitario. ¿Ese juego define lo que ha supuesto este disco para vosotros? Las canciones transmiten un disfrute en el proceso, una sensación de libertad, como si hubierais estado jugando, pasándolo bien componiendo y arreglando las canciones.

Gonzalo: Es que eso fue, divertirnos, jugar, pretensiones ninguna. Hacer lo que mejor pudiéramos con nuestros medios, lo grabamos nosotros con nuestros equipos caseros. Esa fue una de las pocas premisas, hacerlo todo solo nosotros. Por tanto, cuando nos propusimos la letra de «Confesión y egresión» estábamos profundizando en nuestro propio pequeño mundo. Creo que se lo propuse yo y todo encajó a la perfección.

Alberto: Sí, en lo que respecta a las letras Gon tomaba las riendas más a menudo. Esta fue la tercera canción que hicimos. La primera fue «Y el mar que se intuye» y dijimos «qué guay, ¿hacemos otra?». Esa otra fue «Saber Caer», y fue como «joder, esta mola todavía más, ¿seguimos?». Cuando hicimos «Confesión y egresión» ya fue en plan «¡joder, joder, joder, hagamos un disco entero!».

¿Cómo trabajasteis los arreglos de cuerda? 

Gonzalo: Recuerdo ir tanteando con el teclado y sonidos midi, posteriormente Alberto los mejoraba, creaba armonías más complejas y bonitas… Yo soy muy intuitivo y Alberto es muy profesional y meticuloso.

Alberto: Me flipan los arreglos de cuerda, creo que no es un misterio. Diría que escribí la mayoría de ellos, porque Gon me dio esa libertad sabiendo lo que me apasionan. Pero Gon también aportó varios, como dice, como en «Mar de azahar» o la gloriosa entrada de los violines en «Y el mar que se intuye» que luego yo completaba armonizando y añadiendo partes. También lo hago de manera intuitiva, creo que lo mollar de la música es intuición, es lo que le da el alma. Después, se puede completar de forma más racional para darle forma.

Es un disco con los coros muy trabajados, diferentes en cada canción que aparecen. Lejos de ser un recurso fácil o que enfatice un tramo concreto de la canción, acaban teniendo la misma importancia que una parte instrumental o la letra. ¿Hubo un cuidado especial en ellos? ¿Fue fácil ponerse de acuerdo?

Gonzalo: Ahí está Alberto… ¡Los coros más bonitos los compuso él!

Alberto: ¡También me flipan los coros! Yo hice muchos, sí, pero Gon hizo un montón de segundas voces también. Hay un coro de Gon que es de mis momentos favoritos del disco: cuando en «Confesión y egresión» cantamos «no es una idea» (2:02). Cómo armoniza ahí con la voz principal me pone la piel de gallina.

En anteriores entrevistas, por separado, ambos habéis reconocido vuestro interés por músicas no anglosajonas, más concretamente españolas, de los 60 y 70. Y en Algo también tiene su protagonismo. Canciones como «Amanecer de enero» o «El mar de azahar» remiten a la canción melódica setentera española (quien dice española dice italiana o, incluso, sudamericana), con esos arreglos, esa manera de cantar, las letras…

Gonzalo: Estamos orgullosos, la verdad. Personalmente mucho en cuanto a España e Italia, y particularmente Brasil. Estoy bastante cansado del rock de guitarras en inglés, bla bla bla. Alberto controla mucho de música americana, ¡¡¡si es mediochileno!!!

Alberto: Sí, como hemos comentado antes, Lucio Battisti ha sido muy importante en este disco. En el confinamiento también me dio por intentar reproducir el «Amor, Amar» de Camilo Sesto con todos los arreglos originales, sacándolos de oído. Creo que me sirvió mucho para ver cómo producir una canción con ese estilo. Gon está, como dice, en modo antianglo y me habla de Serrat, Lluis Llach, Mina, Tom Zé… Me gusta que la composición del disco haya empezado muy revival pop anglosajón y haya acabado muy romántico mediterráneo 70s, que casi se podría llamar canción romántica progresiva, porque ¡menudas producciones!

Ya que he hecho referencia, en la pregunta anterior, a la manera de cantar, resulta muy interesante cómo esta varía según cada canción y sus necesidades. 

Gonzalo: Pues no recuerdo nada más que pensar y proponer que la mayoría las cantase Alberto, porque canta mucho mejor que yo y su timbre es muy bonito. Resulta que al final yo también acabo cantando casi tanto como él y no recuerdo la razón. Alberto, ¿por qué lo dejamos así?

Alberto: Jajaja. No me parecía justo, el disco es de los dos. Además, que tu voz es muy bonita, joder. De la manera de cantar, creo que la única más impostada, más caracterizada, más de meterse en el papel fue la de «Amanecer de Enero». Pero lo que realmente queríamos, nuestro sueño imposible, era que la cantara Mina en italiano: «Alba di Gennaio». Y nosotros de compositores a lo Battisti. Uno Lucio y otro Battisti.

Son canciones que, por un lado, sorprenden en su desarrollo (ese no saber hacia donde te va a llevar la canción, las cosas que se van descubriendo con cada escucha, el combinar pasajes reconocibles pero nada previsibles…), pero que al mismo tiempo transmiten esa sensación de sencillez (que no simplería) tan propia de la música pop, como en «Amiga», en la que el tratamiento de las voces es, desde su arranque, un festival de quiebros y regates pero buscando la conexión con quien la escucha. ¿Cómo se consigue ese equilibrio perfecto?

Gonzalo: Ay, pues no sabría responderte… creo que es algo que está en nuestra idiosincrasia individual también, o me parece a mí. En «Amiga», ya que la citas, he de atribuirle todo el mérito a Alberto. Yo le pasé la canción a la guitarra y un tarareo bosquejado encima, pero el muy cabrón al cabo de dos meses me devuelve la melodía vocal que se escucha en el disco. Ahí no hay peros ni retoques, ¡esa genialidad se queda!

Alberto: Creo que compartimos el amor por la melodía y por el pop más barroco o progresivo. Creo que es una mezcla de ambos conceptos: no hacer una canción demasiado fácil y manida, complicarla un poquito, pero que mande siempre una melodía inspirada.

¿En qué medida es un disco marcado por su entorno (el lugar donde vivís, vuestra relación, vuestras colecciones de discos, la pandemia, la postpandemia…)?

Gonzalo: Está el mar, está nuestra amistad, los discos que ambos amamos. Me parece que fluyeron de forma muy natural, y gracias al confinamiento de la pandemia tuvimos la calma laboral y familiar, así como de compromisos, para empezar a asentar el concepto de Algo.

Alberto: Desde que volví a vivir por aquí fuimos afianzando nuestra amistad quedando las dos familias a menudo, lo que creó la confianza y cercanía necesarias para afrontar un proceso compositivo tan largo como fue el caso de este disco. En el terreno musical tenemos muchos lugares comunes en los que nos hemos apoyado.

La ilustración de portada de Gloria Tolosa capta a la perfección el espíritu y el contenido del disco. 

Gonzalo: Pues es un cuadro que vi en facebook, en un grupo de arte, me encantó y se lo propuse a Alberto. A ambos nos pareció que representaba muy bien el ambiente colorista y mediterráneo de nuestras canciones. Hablé con Gloria, a quien no conocía, y aceptó gustosamente, fue muy amable.

Son muchos los grupos y solistas que desde los medios hemos mencionado a la hora de hablar de la música de Algo. ¿Cuáles serían esos referentes para vosotros?

Gonzalo: ¿Sí? ¿Quiénes? ¡¡¡Qué halago!!! Personalmente, mis referentes son Carmen y Gloria, y si han de estar vivos y en activo… de España son David Rodríguez, Germán Salto, Hidrogenesse…

Alberto: Yo diría que los que se filtran en el disco son Beatles, Zombies, Gainsbourg, Smiths, Beach Boys, Love, Battisti, y, por supuesto, Vainica Doble. Y diría que la estrofa de «Confesión y Egresión» es bastante Blur.

¿La idea es que Algo tenga continuidad? ¿Se quedaron canciones (o esbozos) fuera del álbum?

Gonzalo: Creo que dejamos un par de esbozos fuera y me quiere sonar algo de una versión. Alberto es el de la memoria, le llamo el Notario, de todo se acuerda y todo lo puntualiza correctamente. No sabemos si haremos un segundo disco. Hace unas semanas le pasé a Alberto una idea, pero no era momento ahora. Quién sabe si en un futuro, igual en la siguiente pandemia.

Alberto: Creo que la cuarta canción se nos atascó y la abandonamos. Hay otra inédita que se pudo escuchar en el concierto del Tulsa. Igual la sacamos con alguna rareza más. Y, versión… pues no me acuerdo. Hicimos alguna en el concierto también, pero no me suena grabar nada. Lo de hacer un segundo disco, quién sabe. Nada en Algo ha sido premeditado, si lo hacemos es porque nos apetece volver a hacerlo, sin compromiso. La cuestión aquí es que, como compositores, somos como la Europa de las dos velocidades: Gon sería Alemania, en este caso, con una ética de trabajo protestante, capaz de hacer dos discos al año. Yo voy a golpes de inspiración, con poca dedicación y constancia, por lo que necesito tiempo para que algo propio se vaya cocinando.

¿En qué momento se encuentran vuestras carreras en solitario? ¿Nuevos discos a la vista?

Gonzalo: Yo me he puesto de nuevo tras un largo barbecho. Algo me dejó exhausto, fue un proceso de dos años muy intensos, placenteros, pero muy concentrados. Estoy trabajando con David Campillos como productos para grabar y sacar un nuevo disco en Belamarh.

Alberto: Yo tengo varias canciones nuevas. Me faltarían unas 4 ó 5 más y ahí empezaría a plantearme grabar nuevo disco. Pero cada vez me da más pereza todo lo que no sea componer y grabar en casa, la verdad. La idea de ensayar con banda, salir a tocar, hacer promo…se me va haciendo más cuesta arriba conforme voy cumpliendo años. Pero eso es otra historia que contaremos en el próximo capítulo.