Hay veces que los detalles más nimios ayudan a entender mejor la realidad. Que en València, en los ochenta, se castellanizaran los nombres de algunos grupos de música podría explicarse como un afán por desmarcarse del resto, como una concepción muy particular de la modernidad. Pero, sin negar que así fuera del todo, lo que se desprendía de aquello era fidelidad y admiración hacia las bandas. Una manera de derribar barreras geográficas y considerar que eran de los suyos. Así The Cult fueron El Culto; The Essence, La Esencia; o The Mission, La Misión.

La banda que formaron Wayne Hussey y Craig Adams cuando se fueron de Sister of Mercy con la misión de pelear por la corona del rock gótico, vuelve a la capital en doble dosis (9 y 10 de marzo, Sala Moon, con Gene Loves Jezebel de teloneros), repasando sus álbumes pares e impares, por separado, en cada una de las citas. Los británicos cumplen 35 años de historia, fieles a sus atemporales melodías, a las estrofas de sensaciones ilimitadas, a la epicidad sin cartón piedra.

The Mission no publican disco nuevo desde que en 2016 editaron Another Fall From Grace, un álbum (con homenaje a Bowie y colaboraciones bien sabrosas) que, perfectamente, podría haber sido su segunda entrega. Pasado, presente y futuro en uno, porque bien llevados, como es el caso, 35 años no es nada.