Cándida. Foto: Nuria Andrés Sáez.

Cándida ya empezaron a tirar las paredes de su universo tanguero con el ep Mi casa, mi alma, mi amor, mis zapatos (2012). Con Arbolito brutal (2014) la evolución se hizo más aparente. Ahora en Galgos o podencos (2017) conviven el rock and roll, el blues, el surf, el western, la milonga,… y cualquier opción sonora que multiplique las virtudes de las canciones. Vuelven a hacer pleno (como en el pasado con Extremoduro o un tema de la película Johnny Guitar) versioneando La casa del misterio de Ilegales. En definitiva, un disco valiente, rico en proteínas, que huye de la palabra comodidad y que sus responsables, Candi Imbernón y Juan Barcala, nos explican canción a canción.

1- Candidiasis

La primera canción es un instrumental que funciona como preludio del resto del contenido del disco, a saber, una pelea de perros entre sintes, percusiones, trompetas y guitarras. Tiene algo de tango (salvaje), paisajismo y rocanrol. El título de la canción fue la primera propuesta para título del disco que barajamos. Las referencias en Google podrían haber confundido al  potencial oyente…

2- Galgos o podencos

Al contrario de lo que suele suceder en nuestras composiciones, la canción surgió a partir de un riff de guitarra que nos transmitió el estrés vital al que estamos expuestos en el día a día por todos los frentes: derecha, izquierda, arriba, abajo, blanco, negro… La canción parte de la fábula de «Los dos conejos», en la que ambos animales se quedan discutiendo sobre si lo que viene a lo lejos son galgos o podencos y al final acaban siendo cazados. En algún punto intermedio entre el kraut y la milonga.

3- Esclavas

Una letanía, profunda, embarrada y visceral, con forma de candombe psicodélico. Un intento de describir la realidad poliédrica de lo que significa ser mujer hoy en día para, a partir de ahí, que cada cual reflexione sobre lo que considere oportuno (y necesario).

4- Homenaje

Una oda a los ilustres personajes cotidianos que nos rodean y que forman parte de la vida real. Todo ello sobre una base de blues con arreglos de cuerdas (interpretadas por el enorme Adrián González Cortés) y trompetas (interpretadas por el no menos grande José Furió).

5- La casa del misterio

Una nueva muestra de nuestra obsesión por confeccionar nuevos ropajes con los que vestir composiciones ajenas. En este disco la china le ha tocado a La casa del misterio. Su intimidad, su melodía elegante y la prodigiosa progresión de acordes hizo que fuera nuestra favorita dentro del repertorio «ilegal». La canción ha quedado miniaturizada en un esqueleto onírico con espíritu dub en el que el tango asoma la cabeza al final. Mención aparte merece la cinética y maravillosa armónica de Antonio Chumillas García.

6- Infección

Un blues tribal, sucio y ruidoso que habla de cosas cotidianas y, a la vez, profundas: una relación sentimental, un descubrimiento íntimo o un virus transmitido por un ser querido… Que cada cual interprete a su antojo.

7- Huesos y piel

Palabras duras y descarnadas que tratan de hacernos ver que todos estamos hechos de carne, huesos y piel, aunque a veces sea más cómodo pensar que estamos hechos de otra pasta y nos merezcamos mejor suerte. En algún punto intermedio entre el dub y la milonga. Entra y acomódate…

8- Esperpento I

El esqueleto de un animal con cabeza de habanera y cuerpo de blues. Un instrumental en el que irrumpe a mordiscos la armónica carnosa de Antonio Chumillas y que sirve como preludio para el delirio final…

9- Esperpento II

Último corte. No había un mejor modo de cerrar este disco que con un vals surrealista, delirante y esperpéntico, tanto en su forma como en su contenido. Podría estar basado en las conversaciones cruzadas de las mesas de cualquier bar a la hora del almuerzo. Mención especial para las cuerdas decimonónicas del gran Adrián González Cortés. FIN.