La Mostra de Valencia murió de un manotazo y Cinema Jove parecía, este año, condenado a hacerlo por inanición. Es la extraña relación de una ciudad con sus festivales de cine. Una semana antes de su celebración, afortunadamente, se hizo pública la programación del segundo de los mencionados. Del 17 al 24 de junio celebrará su trigésimo primera edición. Presente asegurado, mientras el futuro, como decía Jean Cocteau, no pertenece a nadie.
Diez películas competirán en una Sección Oficial sin representación española. Una de ellas, «Viva», será la encargada de inaugurar el festival. Rodada en Cuba, dirigida por el irlandés (de hecho fue la apuesta de este país para los Oscar) Paddy Breathnach, con Benicio del Toro en la producción y Jorge Perugorría y Héctor Medina en el reparto, narra la historia de un chico de 18 años, que sobrevive como peluquero de barrio, mientras anhela convertirse en drag queen, y aprende a convivir con su padre recién salido de la cárcel.
No será la única cinta con protagonismo juvenil. «Zhaleika» nos traslada a un pequeño pueblo de Bulgaria en el que Lora, de 17 años, se revuelve contra la imposición de vestir de negro o no escuchar música por el duelo que debe guardar ante la muerte de su progenitor. Adolescentes a los que las hormonas y las redes sociales les agitan de manera convulsa son los protagonistas de «Amateur teens», con el suizo Niklaus Hilber detrás de la cámara y el Premio del Público del Festival de Zurich en la estantería.
En «David», el protagonista del título, en torno a la veintena y discapacitado, rompe con su angustioso entorno familiar y escapa a Praga en una especie de road movie que, a priori, es una de las propuestas más interesantes del certamen. Lo mismo que ocurre con «Son of mine», de Remy Van Heugten, ganadora de cuatro «Goyas holandeses», que se presenta como una suculenta combinación de delincuencia, deudas, lazos familiares y mafias locales. También provoca interés «Cleaner», del eslovaco Peter Bebjak, sobre un exconvicto que trabaja limpiando casas donde ha muerto alguien y en la que, según palabras de su director, la fotografía (de Martin Ziaran) forma parte de la narración.
La Sección Oficial se completa con «Humidity», cinta serbocroata que apunta maneras de ejercicio de estilo; «Orizont», film rumano que se sumerge en dos de los problemas más actuales de aquel país, la deforestación y la corrupción; «Treppe Aufwärts», ópera prima de la alemana Mia Maariel Meyer sobre una familia desestructurada a causa de la adicción al juego; y «Anna’s life», un drama sobre una madre soltera que ayuda a comprender la difícil realidad de un país como Georgia.
Un año más, los cortometrajes serán una de las señas de identidad de Cinema Jove. Cincuenta y ocho obras, de países como Israel, Austria, Argentina o Taiwán, han sido seleccionadas para optar a los galardones. No será el único escaparate para estas películas de escaso metraje. En Panorama Valenciano se podrá testar el estado de forma de nuestro cine del futuro. Una de las novedades de esta edición es el apartado, a competición, de webseries al que optan una veintena y cuyo interés más allá del podium final es tener una perspectiva internacional sobre un género al que parece que le cuesta desperezarse a nivel nacional.
Los nombres propios de este año los encabeza el director franco-camboyano Rithy Pahn, superviviente de los Jemeres Rojos, traumática experiencia que planea por cada una de sus cintas. El cineasta recibirá el Premio Luna de Valencia. También habrá una retrospectiva del Festival de Cine de Sarajevo, encuentros al aire libre entre las filmografías de Hitchcock y Truffaut, los galardones Un Futuro de Cine a Ingrid García-Jonsson y Daniel Grao o animación a cargo del certamen polaco O!pla.
Leonardo Sbaraglia será el encargado de clausurar Cinema Jove con su visita y la proyección de la película «Al final del túnel», que protagoniza junto a Pablo Echarri, Clara Lago o Federico Luppi, dirigidos por Rodrigo Grande, y cuyo título bien podría ser una premonición sobre el propio festival.