Poquita fe, la nueva serie de Pepón Montero y Juan Maidagán, es lo mejor que vas a poder ver este año en ficción nacional. Fieles a su estilo personalísimo de hacer comedia (Justo antes de cristo, Los del túnel, Camera café) vuelven a centrar el objetivo en lo cotidiano, en las relaciones humanas, en la vida normal… sacando oro de los detalles, de esos instantes en que la rutina se descontrola, con unos guiones llenos de driblings, que son puro bebop.
Un año en la vida de una pareja (papelones los de Esperanza Pedreño y Raúl Cimas) es la excusa argumental para el desfile de situaciones tan habituales del día a día como descacharrantes, con una gloriosa nómina de personajes imprescindibles que les acompañan.
La serie se estrena el próximo 4 de julio en Movistar Plus +, pero antes (el domingo 25, a las 16h, en la Sala 7 del Rialto) se podrá disfrutar de un aperitivo dentro de la programación de Cinema Jove (que celebra su treinta y ocho edición del 22 de junio al 1 de julio). En su Sección Oficial de Series (que este año prescinde, con acierto, del prefijo web), fuera de concurso, se emitirán dos capítulos. Tanto los creadores de Poquita fe como algunos de sus actores (Cimas, Julia de Castro, Marta Fernández- Muro y Chani Martín) se encargarán de la presentación y participarán del coloquio posterior.
Con Montero y Maidagán hablamos nosotros. Sobre su nueva creación y sobre lo que les hace reír.
¿Cuál es vuestro primer recuerdo de algo que os hizo reír?
Montero: Fofó.
Maidagán: De niño, íbamos toda la familia a la playa y, como éramos muy pudorosos, nos íbamos cambiando dentro de una especie de funda hasta los pies de la que solo asomaba la cabeza. Aquello era un show. El uno se tropezaba y había que levantarlo, la otra salía vestida de arriba abajo pero con todo el culo fuera y el vestido al revés… Yo me moría de risa viendo a la familia en apuros.
Y ahora, ¿qué cosas os hacen gracia?
Montero y Maidagán: Creemos que lo que más nos gusta es estar con los amigos y reírnos. Y ahí tocamos todos los temas. Tenemos tendencia a reír.
Si hablamos de humor en España, ¿de quién os encontráis más cercanos?
Montero: A mí lo que más me ha gustado últimamente ha sido “Los felices veinte”, con Vigalondo, Aníbal y Paula Púa. También, “Querida Conchi” de Rafillo. Y me hace mucha gracia Isa Calderón.
Maidagán: Yo no estoy muy al día, así que me voy hasta las primeras películas de Azcona con Ferreri y Berlanga, que me siguen pareciendo lo más.
¿Y a nivel internacional?
Montero: Tim Heidecker, las series Atlanta y I think you should leave, Hannah Gadsby, Larry David…
Maidagán: Yo sigo en la época: las películas de Age y Scarpelli con Dino Risi, Monicelli, Lattuada..
¿Creéis que la comedia está, en todos los sentidos, infravalorada?
Montero: No lo sé. Y qué más da.
Maidagán: Es verdad. Nos da un poco igual.
En Poquita fe lo habéis vuelto a hacer. ¿Cómo es posible sacar tanta comedia de la cotidianidad?
Montero: Yo creo que la comedia es mirar las cosas de cierta manera. Y nosotros miramos y nos fijamos mucho.
Maidagán: Viendo Poquita fe ya se intuye que no andamos todo el día por las oficinas de la NASA en Houston.
¿Qué os facilita, desde el punto de vista del humor, que los capítulos oscilen entre los 15 y los 18 minutos de duración?
Montero y Maidagán: Ese fue el reto desde un principio: contar muchas cosas en el menor tiempo posible. Resumir un año de la vida de esta gente, sus doce meses, en doce capítulos de 15 minutos. Y ese formato, nos dimos cuenta, ya es comedia. Y también es dificultad. Como decía aquel: “perdona que te mande esta carta tan larga, es que no he tenido tiempo de escribir una más corta”.
¿Hubo algún tipo de reparto de funciones en la escritura?
Montero y Maidagán: El proceso es bastante caótico hasta que redactamos el guion. Antes, se nos ocurren cosas mirando a la gente por la calle, juntos o por separado… Las apuntamos, nos reímos… A veces sobreviven, a veces, no… Luego construimos, escribimos, nos corregimos, nos peleamos por una coma… Si te dedicas a esto, no es un proceso a imitar. Es larguísimo.
¿Cómo comprobasteis que el ritmo (con esa suerte de gags entre paréntesis que van salpicando las tramas principales sin desviarnos de ellas) funciona?
Montero: Eso nunca lo sabes. A ti te hace gracia algo, pero, ¿por qué le va a hacer gracia a alguien más? Hacer comedia es un poco lanzarse sin red a ver si caes de pie. Eso no quita que tú vas entregando guiones y ya vas viendo reacciones de la gente que los lee. Pero, de todas maneras, hasta que no se estrena, no tienes ni idea. Dicho esto, sabíamos, sin decirlo en alto, que este formato funcionaba.
Maidagán: Y hay que decir que los guiones de esta serie, por el propio formato de los capítulos, eran difíciles de leer. La mezcla de acciones, diálogos, entrevistas, anotaciones sobre silencios, miradas… Ha habido gente que hasta que no los ha visto terminados no tenía muy claro de qué iba esto.
¿Escribisteis sabiendo qué actores darían vida a los papeles? ¿Intervinisteis en el maravilloso casting?
Montero y Maidagán: Algunos, sí. A Raúl, a Esperanza, a la madre y a los suegros los teníamos claros. Nosotros siempre nos trabajamos mucho el casting. En este caso, con Flor y Txabe. Nos preocupa hasta el actor que solo dice una frase. Lo mimamos mucho. Y con ellas nos entendimos desde el principio. Fueron meses de búsqueda. Hay como cien personajes.