Cuatro capítulos de menos de cuatro minutos. Así es la serie Putos modernos, con la garantía del colectivo de creativos del mismo nombre. Los productos 100% naturales, un deportista vago, una experiencia gastronómica y una influencer sin cobertura son las dianas a las que lanza sus dardos esta ficción, que forma parte de la programación de este año de Cinema Jove (domingo 25 a las 17h), dentro de su Sección Oficial de Series, pero fuera de concurso. Sus dos creadores, Jorge Sandua y Joan Alvares, y su director, José Gasset, estarán en València presentándola. Este último contesta nuestras preguntas sobre la ficción y sobre lo que le hace reír.

¿Cuál es tu primer recuerdo de algo que te hizo reír?

Esta pregunta cuestiona, otra vez, mi poca memoria a largo plazo. Me cuesta mucho contestar este tipo de preguntas. He intentado hacer un esfuerzo, pero no sabría decir mi primer recuerdo. Sí que recuerdo que observaba mucho lo que tenía alrededor, a mi familia, y me hacían gracia ciertos comportamientos quizás como incoherentes, cierta torpeza en las comunicaciones. Era el pequeño de una familia grande, aunque luego tuve una hermana pequeña, observaba y me reía sobre todo hacia dentro. Hablo de cuando tendría 3 ó 4 años. 

Y ahora, ¿qué cosas te hacen gracia?

Me hace mucha gracia la gente en general, pero la gente que tiene gracia. Me hacen gracia cosas que no tienen que hacer gracia en principio. Cosas anodinas como gestos de la gente, en cuanto un gesto es reconocible y a lo mejor también vulnerable. La gente que hace esos gestos adrede con la complicidad de que están haciendo gracia por hacerlo, porque es gracioso por su persona o es gracioso en el contexto en el que lo hacen. Todo ese mundo de fantasía psicofisiológica me hace bastante gracia. Me hace gracia la gente muy seria también. Y la parte vulnerable y frágil de los humanos. Hay gente que me hace gracia por cómo dice las cosas. También la gente que es pesimista. No me creo mucho a los que no se ríen de nuestras aspiraciones.

Si hablamos de humor en España, ¿de quién te encuentras más cercano?

Nunca he sabido contestar preguntas como esta porque, como digo, mi memoria es demasiado caprichosa y desobediente. Si estamos hablando de stand up comedy no tengo mucha idea, en general no me hace tanta gracia, hay una incoherencia entre la interpretación y el guión en ese mundo.

Me hacía mucha gracia, no sé por qué, Antonio Gasset, que era familiar lejano mío, me parecía un gran humorista. Tuve el placer de conocerle y me seguía haciendo gracia. 

En cuanto al cine…uf, pregunta difícil. Toda la comedia actual no me hace mucha gracia. Sé que hay comedia más en los márgenes, más divertida, pero tampoco la cato tanto. En series, de Paquita Salas alguna cosa me hacía gracia, pero por decir algo. En teatro sí he visto cosas graciosas, por ejemplo Hablar, que tenía un texto bastante divertido.

¿Y a nivel internacional?

Roy Andersson me hace mucha gracia. Me parece un señor de la comedia. Wes Anderson no tanta. Jacques Tati era un maestro, me gusta mucho. El humor desde el lenguaje cinematográfico. Y películas como La alta sociedad, de Bruno Dumont, que era una sátira, o ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, de Kubrick. Comedias muy finas.  

Östlund tienen sus puntos, pero peca de la excesiva explicación, la ironía si se explica demasiado se deshace y se convierte en algo como querer ser gracioso. Tiene muy buenas ideas, pero si se explica demasiado se caen por sí mismas.

Por citar algo más cercano, la serie Fleabag, con Phoebe Waller-Bridge que lo hacía muy bien. Un humor bien conseguido que le falta un punto para ser magistral. De lo que he visto de Larry David hay capítulos que me han hecho mucha gracia, bastante buenos, la respeto. 

¿Crees que la comedia está, en todos los sentidos, infravalorada?

No lo sé. Me parece que es como decir algo demasiado contundente. Por ejemplo, las comedias españolas actuales que están en los cines, las más comerciales, tampoco son muy buenas y se merecen que las valoren mal. 

A la gente le gusta la comedia, sabe apreciarla, pero creo, que es algo muy personal. No creo que esté infravalorada, somos más tontos en general. Hacemos comedias más tontas. Parece que la comedia tiene que entretener y no debería ser siempre así. 

¿Cómo surgió la idea de centrar la serie en los (putos) modernos?

Empecé a trabajar haciendo antipublicidad sobre ello. Hicimos una webserie bizarra para una marca de zapatos que se llamaba Pompeii, con un dispositivo bastante innovador porque no había guión. Ellos (el colectivo PutosModernos) tuvieron la idea de hacer posts con vídeos cuidados, un formato un poco extraño, con microepisodios, que subían a sus redes. Luego, a través de la productora The Creative surgió la colaboración, la idea era inspirarnos en sus posts y contar una especie de contradicción, las contradicciones de la modernidad.

Nos ha salido algo igual más enfocado a los modernillos, y aunque se diga así no creo que los capítulos sean críticas hacia ellos, sino que hay algo de sátira o parodia en los personajes, parecen que son más gilipollas de lo que realmente es la gente. Al durar tan poco puede parecer que la serie solo va sobre ellos, pero no, va sobre las contradicciones de la modernidad, entendida como, por ejemplo, pedir un vuelo barato low cost desde tu iphone de 12.000 euros o lo que cueste. La idea era una crítica a cómo nos comportamos, a lo tontos que somos, que no es malo, pero saberlo tampoco está mal.

Por muy descabellado que sea lo que se cuente (por ejemplo, el capítulo de la experiencia gastronómica), resulta creíble. Esto, a la hora de elegir las historias a narrar, ¿jugaba a favor o en contra?

Teníamos que tener en cuenta dos cosas. Que todo el mundo se sintiera identificado y que resultara creíble, que hubiera cierto naturalismo. Y a partir de ahí podíamos estirar la cuerda más, o no, contando cosas más absurdas, descabelladas, paródicas, sin llegar a algo demasiado surrealista o esperpéntico. Creo que se ha conseguido el objetivo. Era importante resultar creíbles para hacernos ver lo absurdos que somos.

Los personajes igual son muy reconocibles, pero esto va de situaciones, una contradicción que emerge cuando alguien lo ve, pero que los propios protagonistas no lo perciben. La comedia necesita sus tiempos, y si estás haciendo vídeos muy cortos, sin tanto desarrollo, tienes que rizar el rizo. Jugar a favor de lo verosímil siempre viene bien para contar lo que estamos queriendo contar.

¿Tuvisteis algún referente a la hora de escribir, enfocar, realizar la serie? 

Había algunos referentes primerizos a nivel conceptual, pero tampoco nos hemos basado mucho en eso. Creo que hay una sobreabundancia referencial en los mundos que he transitado y me he intentado alejar de eso. Pero no quiero caer en pretender ser original, todo lo contrario, mi bagaje intenta como aterrizar cosas muy primerizas y para comunicarme con el equipo, a nivel más visual, sí mencionaba alguna cosa, pero de manera muy concreta.

No creo que estemos obligados a saber exactamente lo que estamos haciendo en todo momento y saber de dónde viene eso, porque sino sería un crítico de cine, un erudito, no alguien que está creando. Olvidarse es, a veces, mejor que acordarse. Intentar jugar a nivel de puesta en escena en función de lo que me parece más divertido para plasmar el tono, y cuando juegas y tomas algo de riesgo tampoco estás pensando mucho en referentes. A nivel tono, es tan particular el humor que a veces hablábamos de algún referente, yo hablé de Tati, de una escena en un restaurante de Gente en sitios que me hacía gracia…

En cada capítulo la comedia funciona de manera distinta. A veces es más visual como en el capítulo de la bici; otras más de situación de conflicto de personajes como el que sucede en el supermercado; en otro, el de la experiencia gastronómica, es más sátira, me gustaba que fuera con silencios, más gestual, serio y pantomímico; y en el otro, el de la influencer, es más naturalista y hace gracia las conexiones entre lo que dice y lo que pasa. Cada capítulo es distinto, pero a la vez mantiene un tono.