Imagen de la exposición «La creación abierta y sus enemigos: Asger Jorn en situación», IVAM, hasta el 18 de junio. Foto: Miguel Lorenzo.

El Barómetro Cultural del mes de junio mantiene el notable cosechado en las entregas anteriores, pero sufre un ligero descenso en la nota. Pasa de un 7’75 a un 7’7. Prácticamente imperceptible, pero real. Para saber si el cambio político afecta a esta sección habrá que esperar al mes que viene y, sobre todo, a los Barómetros de después del verano.

En esta ocasión, el Barómetro Cultural ha estado compuesto por:

Kika Garcelán (Puçol, València, 1982). Dramaturga, directora, Presidenta de Comitè Escèniques.

Jorge López (San Juan, Argentina, 1975). Galerista. Actualmente en Jorge López Galería, fundada en 2022.

Ester Alba Pagán (València, 1974). Vicerectora de Cultura i Societat de la Universitat de València y profesora titular del departamento de Historia del Arte.

Armand Llàcer (València, 1968). Director de la Fira Trovam y la Valencian Music Office.

Kika Garcelán. Foto: Vicente Jiménez.

¿Qué nota le pondrías a la València cultural del 0 al 10?

Kika Garcelán: 7.

Jorge López: 7’8.

Ester Alba Pagán: 9.

Armand Llàcer: 7.

Jorge López. Foto: Débora Barriga.

¿Lo mejor de la València cultural?

Kika Garcelán: Las ganas, el empeño y la valentía de las artistas. Somos tierra fértil, siempre lo hemos sido y no dudo que lo seremos. A día de hoy, València está bonita. Se respira diversidad y nuevas formas. Es motivador consultar una cartelera. Artes escénicas, música, audiovisual, artes plásticas… La oferta es infinita. Desde el sector cultural se ha trabajado mucho para construir algo y eso se nota. Asociaciones y gestores se han esforzado para recuperar la esperanza y la esperanza, de momento, está presente.

Destaco cosas que agradezco como usuaria. La resistencia de las salas alternativas como lugares de apoyo de artistas locales en su programación y sus programas de residencias. La visibilidad para el circo valenciano ocupando un lugar que merecía hace tiempo. Ver cómo espacios locales recuperados en los últimos años como el TEM o La Mutant siguen creciendo incluyendo en sus proyectos no solo la exhibición sino también otros tipos de actividades es emocionante. Refresca a público y artistas. Ver que Escalante ha conseguido, después del nomadismo, tener un proyecto de sede estable tan necesario para las niñas y los niños, es justo. Ver como el IVAM o el CCCC se consolidan como espacios cercanos, inclusivos, donde estar y generar proyectos. Son solo algunos ejemplos de que València existe y crea.

Jorge López: La oferta disciplinar, la regeneración de los grandes museos y su actualización. Un referente es el IVAM, y los últimos cambios que está realizando, además de su acercamiento al tejido de producción del arte contemporáneo valenciano. También la creación de nuevos museos, como el que se inaugurará con la colección Hortensia Herrero en noviembre o la colección pictórica de Juan José Castellano Comenge.

Ester Alba Pagán: La generación de un ecosistema cultural como no se había producido anteriormente. Por un lado, esta generación de multiplicidad de propuestas culturales se debe al esfuerzo y al entusiasmo de creadoras y creadores, así como de gestores culturales. Sin las personas que lo hacen posible, el dinamismo efervescente de la cultura valenciana en los últimos años no hubiera sido posible. Por otro lado, destacaría el papel de las instituciones públicas, con las políticas abiertas y dinámicas del CCCC, el IVAM, Bombas Gens, e incluso el Museu de Belles Arts de València. A esta tríada del arte contemporáneo, más un museo de corte más tradicional que se ha esforzado por dinamizarse, se ha de añadir el Centre Cultural La Nau y las políticas culturales de las universidades públicas. Es importante en este punto hacer un ejercicio de memoria y echar la vista atrás. Desde hace muchos años la ciudad de València no vivía una emergencia cultural como la actual, ni un apoyo tan evidente al sector más joven y emergente de la creación artística. Y, ¿a qué se debe esta coyuntura? Creo que esto se debe al compromiso por trabajar por la cultura de manera común, sin entender que las instituciones se contraprograman o compiten entre sí. La fluidez de la comunicación, de las propuestas de proyectos conjuntos y entender que juntos sumamos ha sido la ecuación que ha hecho posible una renovación generacional, pero sobre todo la posibilidad de gestionar de otra manera, a través de otras formas de hacer y de entender la cultura.

Armand Llàcer: La vitalidad de la ciudad. Su efervescencia creativa y lo mucho que ha mejorado en numerosos aspectos. A lo largo de todo el año, tenemos propuestas de calidad muy variadas e interesantes. El mapa cultural de la ciudad es rico y diverso. Existen numerosos eventos y festivales interesantes, así como una red de salas, museos y lugares que garantizan una oferta cultural altamente atractiva. Desde el Humans Fest hasta Concerts de Vivers; de la Mostra o Cinema Jove, al Polirítmia; del Ivam o el CCCC, al Museu de BBAA o el MuVIM; de Russafa Escènica o el 10 sentidos, al Festival de Jazz o el Truenorayo Fest; del Love to Rock al Cabanyal íntim; del Festival de les Arts o el Deleste a Dansa València o Serial Parc; de 16 Toneladas o El Loco Club a Matisse, etc. La variedad es realmente múltiple y diversa.

Ester Alba Pagán.

¿Lo peor de la València cultural?

Kika Garcelán: El apoyo institucional ha sido insuficiente y no ha permitido el crecimiento. La fragilidad y fugacidad no ayudan a la consolidación de los proyectos y los más castigados siempre son los emergentes. Además, el tiempo y el esfuerzo para crear redes entre los diferentes participantes de la cultura no es proporcional a la duración de los proyectos. Con todo, hoy no sé si es el mejor día para contestar… (Kika hace referencia a que respondió el martes 30 de mayo, solo dos días después de las últimas elecciones municipales y autonómicas).

Jorge López: Lo mejorable es la responsabilidad de todo los valencianos, industriales, empresarios, profesionales con la cultura que se genera y promociona desde la ciudad. En ello incluyo la falta de acceso que tienen a las propuestas generadas por galerías, instituciones y artistas.

Ester Alba Pagán: No puedo en este punto sustraerme de mi condición docente, como profesora de varias hornadas de profesionales formados en el ámbito del arte y la gestión cultural. Creo que lo peor es que a pesar de los logros alcanzados, solo hablamos en el ámbito cultural de una coyuntura específica, cuando lo ideal hubiera sido hablar de consolidación estructural. Ese paso se ha quedado sin alcanzar, como hubiera sido deseable. Uno de los rasgos definitorios de esta realidad es la precariedad en la que sigue sumido el sector desde el punto de vista profesional. Y esto se refiere tanto al ámbito institucional, en el que las plantillas de profesionales son escasas y muy necesarias, como al ámbito profesional independiente, en el que queda mucho por hacer para eliminar la precariedad laboral del sector. Es evidente que se ha hecho mucho por generar ayudas al sector, se han realizado informes y desarrollado planes estratégicos, pero queda mucho por mejorar.

Armand Llàcer: La falta de una mirada estratégica valiente y de calado que ordene mejor el mapa cultural y consolide los circuitos y el tejido local. Una mirada amplia, con perspectiva, que supere las diferencias entre las administraciones y los personalismos. Necesitamos, también, ayudas decididas a las empresas y los profesionales del sector. Diferenciar entre amateur y profesional y apostar por la consolidación de las estructuras profesionales.

En colaboración con las administraciones, deberíamos ser capaces de generar proyectos que evalúen en profundidad la importancia de las industrias culturales y creativas en la dinamización de las ciudades y los territorios. Su impacto económico y laboral, con datos y cifras precisas, así como su aportación en la creación de valor diferencial.

El giro político que han marcado las recientes elecciones ha generado mucha preocupación en el sector, que todavía vive (o sobrevive) en situación de gran vulnerabilidad. Necesitamos estabilidad para que los proyectos culturales ganen solidez y poder proyectar la ciudad de València a través de su potencia cultural. Deberíamos poder demostrar que hemos alcanzado cierto momento de madurez democrática y poder hacer frente a los nuevos retos sin destruir lo que se ha conseguido.

Armand Llàcer.

¿Qué echas de menos en València desde el punto de vista cultural?

Kika Garcelán: Lo que echo de menos es más apoyo institucional, compromiso y tiempo. Parece que las cosas se desvanecen, se hacen rápido y duran poco. ¿Será esto lo que no permite que el público se acerque? ¿Será que necesitamos políticas que colaboren en la generación de público? Hoy es un día raro y me planteo qué no me gustaría llegar a echar de menos. No me gustaría echar de menos las dificultades de los últimos años. No me gustaría echar de menos a compañeras que se marchen para desarrollar sus proyectos fuera. No me gustaría echar de menos la València de hoy.

Jorge López: El reconocer a la cultura producida en València como un referente de nuestra identidad y tal vez el bien más preciado que podemos exportar.

Ester Alba Pagán: Consolidación en las políticas culturales, planificación a largo plazo y visión estratégica. Especialmente, en el ámbito institucional echo de menos el desarrollo de un plan estratégico de museos, como sucede en otras comunidades autónomas, que establezca el camino a recorrer de manera clara. Solo este trabajo de consenso, puesta en común y colaboración entre instituciones hará posible la consolidación estructural de la cultura en nuestra ciudad. Y, ello pasa por generar puestos de trabajo cualificados en las instituciones públicas culturales: plantillas suficientes y capaces de desarrollar las líneas de acción cultural, desde un punto de vista profesional. En definitiva, echo de menos en València que las instituciones públicas cuenten con organigramas desarrollados en los que los y las profesionales que se forman en las escuelas, universidades, etcétera, se integren, y que nuestros museos y centros culturales dejen de estar en la situación de precariedad en la que se encuentran. Y esto supone entender que profesionalizar el ámbito de la cultura pasa también por generar puestos de trabajo estables y al nivel de la categoría profesional que se necesita, para dejar de poner parches y forjar estructuras competentes en el ámbito institucional de la cultura. Pero, insisto el camino estaba trazado. Uno de los logros más evidentes ha sido la implantación del código de buenas prácticas, lo que ha permitido poner profesionales de altísimo nivel a cargo de nuestras instituciones culturales públicas. Algo de lo que no podemos, ni debemos, prescindir.

Armand Llàcer: Mayor conexión entre los diferentes ámbitos culturales profesionales. Evitar los recelos y trabajar en objetivos comunes para impulsar estrategias a corto, medio y largo plazo. Unas estrategias consensuadas que se atrevan a mirar más allá de las coyunturas políticas.


Barómetro Cultural de abril (Patricia Moreno, Manolo Gil, MªÁngeles Fayos, Nacho Lloret): 7’25.

Barómetro Cultural de mayo (Sara Mansanet, Luna Valle, Teresa Cebrián, Sergio Membrillas): 7’75.