La obra de Luis García Berlanga es tan rica que cada cual tiene su Berlanga particular y preferido. Una película, un personaje, una escena, un reparto, una parte de su filmografía, algún rasgo identificativo de su estilo… las posibilidades son inmensas y en Verlanga hemos decidido descubrir las de algunas personas que admiran al cineasta valenciano.
Para arrancar esta sección, que tendrá periodicidad mensual, le hemos preguntado a Daniel Gascó García, propietario del videoclub Stromboli, crítico de cine, programador, activista cultural… Le cedemos la palabra:
Tanatos y Eros
La mirada de Berlanga se sitúa por momentos en el filo de la muerte, pero siempre antes de que se materialice y pierda su gracia. Pensemos en ese viejo moribundo de Plácido que niega con la cabeza cuando le obligan a casarse: ¿detesta a su compañera, desea expirar soltero o simplemente rechaza la idea de morir? O ese carruaje fúnebre que aborta un suicidio en La muerte y el leñador, su episodio de Las cuatro verdades, ¿no se transforma acaso en vehículo de vida? Acusado por una revista de ser un matarife del cine de cartón piedra o alentar el canto del cisne de productoras como Cifesa, Luis García Berlanga dijo en 1961: “Me parece que todo debe quedar”. Eso mismo que el crítico húngaro Béla Bálasz había preconizado décadas antes: el cine debe filmar las cosas antes de que desaparezcan, embalsamar el tiempo para que en ese mundo imaginario que teje sea posible un eterno retorno. Y por todo ello, escojo entre toda su obra a Michel des Assantes. No por fetichista, misógino y erotómano, sin duda el mejor trasunto del cineasta, sino por ser el único personaje que vuelve… ¿de la muerte? Posiblemente su inmersión en el Sena acompañado de la amadísima muñeca de Tamaño natural fuera sólo simbólica. Y ese hombre ataviado con gabardina, bigote y sombrero que contempla la escena desde el puente sea el propio Michel. En realidad no se ha matado, sólo ha suicidado su vida. Y por una vez Eros sucederá a Tanatos un cuarto de siglo después, cuando Berlanga convoque de nuevo a Michel en mitad de una felación. A propósito de convocar, pregunté en octubre del 2009, a José Luis García Sánchez sobre el sentido del último plano de su documental Por la gracia de Luis, el único que muestra al cineasta: sentado en una silla, de espaldas a la cámara y contemplando un paisaje. “Lo rodamos hace una semana para mostrar que está ahí, que no se ha ido”.