«Sobre mi familia cuando la pandemia» (Javier Robles, 2020).

A Javier Robles (Elche, 2000) el confinamiento le pilló cursando segundo de Comunicación Audiovisual. Las prácticas que hasta entonces hacía en clase tuvo que realizarlas en casa. «Una de ellas, la de la asignatura de Dirección de Fotografía, consistía en la realización de un vídeo libre, de un minuto, en blanco y negro. Ahí empiezo a grabar lo que decían y hacían mis padres y mi hermano».

Ahí comenzaba a gestarse Sobre mi familia cuando la pandemia, cortometraje con el que participa en la Sección Oficial de Cinema Jove (23/06, 22.30h, Teatre Rialto). «Montando esa pieza pienso en que quizás podría resultar interesante conservar un documento que reflejara la cotidianidad de esos días que estábamos viviendo, y a los que puede que en algún momento de mi vida quisiera volver. Eso era en un comienzo, una cinta familiar. Y eso es al fin y al cabo. Al final ni un minuto ni blanco y negro».

Javier no grababa todos los días, «pero sí la mayoría. El resto, observaba lo que mi familia hacía, cuando sucedía o presentía que iba a ocurrir algo que pudiera interesarme, comenzaba a grabar». Hubo alguna ocasión en la que no le dio tiempo o en la que le pareció que no era oportuno hacerlo, como algunos enfados o discusiones. Ningún problema, después intentaban reproducirlo. «Por ejemplo, cuando mi madre habla por teléfono con mi abuelo, que se queja de los aplausos y la alegría generalizada creyendo que celebramos el fallecimiento de los de su quinta, no hay nadie al otro lado. Esa conversación existió, pero no me dio tiempo a grabarla correctamente, mi madre la interpretó».

Si él no lo confiesa nadie se percataría. Porque precisamente uno de los grandes logros de su corto es la naturalidad con la que sucede todo, ese costumbrismo próximo que respira cada fotograma. Es tal que no cuesta nada sentirse identificado con lo que viven sus protagonistas. Su confinamiento, salvando las distancias que se quieran, es el nuestro, el de todos. Pero eso no es casual, la mirada de Javier es determinante para conseguir ese resultado. Lo que graba, cómo lo graba, el montaje. «No escribí ningún guion ni nada por el estilo. Como era yo mismo el que grababa y montaba, escogía lo que más convenía. Traté de reflejar ese vaivén emocional que vivimos esos días. Grababa y montaba a la vez, por lo que la narrativa se iba creando día a día. Estaba en el ordenador, veía que en la siguiente escena pegaba un enfado y allá que iba a grabarlo. El propio proyecto de montaje era el guion».

En apenas diez minutos está representado lo que vivimos en esos días y no era fácil. Dentro y fuera de las casas, como esos planos que capturan a la gente paseando por terrazas. Sin embargo, Sobre mi familia cuando la pandemia (corto, por cierto, seleccionados para el primer volumen del catálogo Curts Comunitat Valenciana 2021, elaborado por el IVC) no tiene un afán de inventario. «Mi intención nunca fue recoger todo aquello que considerara significativo o descriptivo, para eso están los informativos y el periodismo. Los aplausos están no porque yo quisiera capturarlos, sino porque mi abuelo habla de ellos. Y así con todo lo demás. Pero claro, lo significativo o descriptivo de un periodo nunca lo es mientras está sucediendo. Quisiera o no quisiera, el corto no podía contener otra cosa que no fueran momentos significativos y que todos pudiéramos reconocer, porque así sucedieron».

Javier Robles.

Javier reconoce como influencia evidente 10.000 km, de Carles Marqués-Marcet. «Cuando me planteo la estructura del corto recuerdo esta película. Dividirlo en escenas aisladas que representaran los distintos días de dicho periodo me permitía olvidarme de la continuidad entre escenas, cortar y crear elipsis cuando y como quisiera». No es el único título que aparece en la conversación. «Por esas fechas teníamos previsto rodar otro cortometraje, había visto muchas películas (Verano 1993, La pintora y el ladrón, Els dies que vindran…) que seguían esas formas documentales, costumbristas, en cuanto a su realización. Cámara en mano, estética naturalista, lenguaje cercano… era el cine que nos llamaba la atención y que queríamos hacer. Sobre mi familia cuando la pandemia fue la manera de ponerlo más o menos en práctica».

¿Que importancia tiene para ti que el corto participe en Cinema Jove? «Es la confirmación de que lo que me gusta puede tener valor, puede gustar. Es difícil, por lo menos para mí, saber si lo que hago es bueno o no. No vivo en un ambiente muy cinéfilo. Que algo que he hecho absolutamente solo, siendo mi familia los actores, me lleve a un festival de la importancia de Cinema Jove me anima a seguir, y me da algo más de confianza sobre mi criterio a la hora de encarar futuros proyectos».