Francisco Umbral falleció el 28 de agosto de 2007, tenía 75 años. Ahora resucita gracias al documental Anatomía de un dandy, dirigido por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, que recorre su vida. Un quinqui vestido de Pierre Cardin, en sus propias palabras. El hombre del millón de lectores. El columnista que elevó la negrita en sus textos a una categoría que ni las redes sociales actuales. El escritor que repetía tres veces su nombre cuando le preguntaban por sus tres escritores favoritos, pero también el que confesaba que solo había vivido cinco años, los mismos que su hijo, y que todo lo de antes y lo de después había sido «caos y crueldad».

Dice Raúl del Pozo que nunca se sabía si Umbral hablaba en ficción o de verdad, que lo mezclaba todo. Y esa delgada línea que separa al personaje del escritor se palpa, afortunadamente, en el documental. Así le vemos recibiendo el Cervantes, pero también comiendo una manzana mientras le hacían una entrevista en televisión o cantando un bolero en un programa de Jesús Hermida. Haber renunciado a ello hubiera lastrado la película quedando su perfil incompleto, desdibujado. Esos dos Umbrales que convivían en su persona (igual al más íntimo habria que apellidarlo Pérez) los confirma su mujer, María España, cuando le califica de sensible, dulce.

Umbral fue un todoterreno periodístico, no hacía ascos a ningún género, siempre a máquina, con dos dedos. Aspiraba a morir escribiendo su artículo diario. Y casi lo consiguió. Nadie duda ya de que toda su obra hablaba de él. Por el documental desfilan algunos amigos (Raúl del Pozo, Juan Cruz, Rosa Montero, Manuel Vicent, Ángel Antonio Herrera, Ramoncín…) o alumnos aventajados  (Manuel Jabois, Antonio Lucas, David Gistau). También tiene su protagonismo Delibes que tan importante fue para él. Hay luces, hay sombras, hay talento, hay postureo. Hay una vida que merecía ser contada y, por fin, alguien lo ha hecho.

Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, que fundaron su propia productora hace tres años, Dadá Films, no es la primera vez que trabajan juntos. Ya lo hicieron, por ejemplo, en Aunque tú no lo sepas. La poesía de Luis García Montero (2016), Ramoncín. Una vida en el filo (2017), Poesía eres tú (2018), Niña Pastori. Una noche en el Real (2018), Camilo Sinfónico (2019), Un país en Labordeta (2019) o Manuel Carrasco. Me dijeron de pequeño (2019).

¿Cómo aparece Umbral en vuestras vidas?

Alberto Ortega: Somos conscientes de que ver que dos directores jóvenes se hayan interesado por una figura como la de Umbral genera mucha curiosidad, pero la realidad es que siempre estamos buscando grandes historias que contar. La figura de Francisco Umbral aparecía recurrentemente en las anécdotas de algunos entrevistados en otros proyectos documentales que hemos realizado y eso suscitó nuestro interés. Al investigar un poco más nos dimos cuenta de que ahí había una gran historia que contar y que era un personaje lleno de luces y sombras. Habernos topado con algo así es todo un regalo.

¿Hubo alguien que declinara participar en el documental?

Charlie Arnaiz: Hubo personas que declinaron aparecer. Algunas porque no se encontraban cómodas hablando del personaje, otras por su ocupación diaria. Lo que sí tuvimos claro es que no queríamos que la película se llenara de testimonios y bustos parlantes. En este caso, al haber más elementos, necesitábamos que las personas que aparecieran lo hicieran por algún un motivo, que realmente aportara a la historia.

Firmáis la dirección, pero no el guion, que es cosa de Óscar García Blesa, Emilio González y Álvaro Giménez.

Alberto: El proceso de producción de una película es algo complejo y, aunque en España hay algunas excepciones, lo habitual es que el guionista y el director no sean la misma persona. Charlie y yo, como directores, hemos trabajado codo con codo con el equipo de guion, hemos investigado sobre el personaje y hemos definido la estructura del documental de forma conjunta. Eso sí, el peso y la labor más ardua ha recaído sobre el equipo de guion. En Dadá, nuestra productora, creemos que esta es la mejor forma de afrontar un proyecto: trabajar en equipo.

Uno de los aspectos más interesantes del documental es que se enseñan tanto las luces como las sombras de Umbral.

Charlie: Eso se lo debemos a la valentía de María España, viuda de Francisco Umbral, que cuando vio la versión final de la película entendió a la perfección que había que mostrar todos los recovecos del personaje.

En Anatomía de un dandy hay algunos momentos de mucha intensidad emocional, especialmente los referidos al hijo que fallece siendo un niño, tratados con mucha elegancia, pero sin ocultar la dureza de lo que significó para Umbral.

Charlie: La parte de Mortal y rosa era muy importante. Estamos hablando de la obra más conocida de Umbral y la que todo el mundo destaca como su obra maestra. Además, los documentos inéditos que encontramos merecían ser tratados con especial sensibilidad.

Otro momento de especial carga emocional, aunque de manera involuntaria, son las intervenciones de David Gistau (a quien, además, le dedicáis la película), algo crítico con el escritor en su última época.

Charlie: Con respecto a David Gistau, efectivamente es otra de las partes más especiales de la película. No creo que David fuera crítico con Umbral, sino que desde el cariño habló con honestidad y mucha ternura del personaje que conoció en sus últimos años.

A lo largo del documental aparecen muchos enigmas en torno a Umbral, referencias a lo que era verdad o ficción en su vida y en lo que escribía, todo lo que envolvía a su padre…Muchos se van desvelando, pero cuando se acaba de ver la película se tiene la sensación de que sigue habiendo un halo misterioso en torno a su figura.

Alberto: Es intencionado absolutamente. El final de la película se podría haber enfocado de varias formas y optamos por esa que además hace que el espectador, al salir de la sala de cine, se siga haciendo preguntas sobre el personaje. No queríamos un final positivo y optimista.

¿Tenéis la sensación de que la literatura salvó tres veces a Francisco Umbral: cuando era niño y esperaba a la salida del trabajo de su madre, cuando marcha a Madrid y cuando fallece su hijo?

Charlie: Completamente. Si bien es cierto que desde muy joven tenía muy claro que quería convertirse en un escritor total, la literatura le salvó en esos momentos puntuales con especial importancia.

La apuesta por Aitana Sánchez-Gijón leyendo textos de Umbral queda totalmente inmersa en el universo del escritor y ayuda a reconocer el lirismo de su escritura y a apuntar eso de la ternura y sensibilidad que indican algunos invitados y que el personaje acabó por esconder.

Alberto: Cuando empezamos a meter diversos fragmentos de los libros del escritor empezamos a valorar la idea de buscar una voz femenina para interpretarlos y darle un plus de emotividad. Buscábamos una voz con fuerza y personalidad y enseguida surgió la idea de proponérselo a Aitana. Poner a las letras de Umbral una voz femenina fue una decisión algo arriesgada pero al final ha sido un acierto, un juego en el que el espectador cae enseguida y diría que incluso agradece.

El documental cuenta con la participación de TVE y, aunque igual por su duración no puede ser, cuadraría perfectamente en su programa Imprescindibles.

Charlie: Sí. Nuestra película aparecerá en Imprescindibles, dentro de algún tiempo, cuando termine el recorrido por salas, festivales, carrera de premios, etc. Será una versión más reducida, algo que es bastante complicado, pero que hará que llegue a muchísimos espectadores.

¿Qué os ofrece el formato documental que tanto lo habéis transitado?

Charlie: Se trata de un formato en el que nos sentimos muy cómodos. La posibilidad de contar una historia desde diferentes puntos de vista, la labor de arqueología audiovisual, la recuperación de hechos y personas, etc. hacen que sea un género muy divertido. El documental antes era algo más minoritario, pero se está convirtiendo en un formato muy transitado. Incluso en algunos momentos puede que exista una verdadera saturación de contenidos.