TiposQueImportan no llega a la media hora de duración, suficiente para hacer un recorrido por la València rotulada, de ahora y de antes. El documental, estrenado en Cinema Jove dentro del ciclo València capital del diseño, y dirigido por Miguel Maestro y Nacho Rambla, visibiliza a profesionales anónimos e historias que pasan desapercibidas en la cotidianidad de la ciudad, aunque formen parte de nuestra realidad desde hace tiempo.
La película pone cara y voz a rotulistas artesanos como Ricardo Moreno, Miguel Calpe o Paco Vivó. O recuerda a otros que también lo fueron como el fotógrafo Francesc Jarque. También al artista del neón Manuel Cardona, autor del mítico (al menos para nosotros) de la Librería París-Valencia. Imágenes de archivo conviven con otras actuales y testimonios de distintos profesionales de diversos campos. Además del atractivo visual, hay un disfrute con todo lo que allí se cuenta. El tiento como herramienta indispensable, las técnicas antiguas explicadas paso a paso, los tres tipos de letras que existían entonces (americana, al aire y la tipo). Curiosidades como que el epígrafe de rotulista era el más importante, y por tanto por el que más se recaudaba, en las Páginas Amarillas, llegando a estar registrados entre 100 y 200. O confesiones como que el ordenador destrozó el oficio, pero les vino muy bien.
El documental TiposQueImportan forma parte de un proyecto más amplio con el que comparte nombre. «Un proyecto que nace para proteger y difundir el patrimonio gráfico urbano, en concreto el de València», explica Miguel Maestro. La idea surgió «a raíz de una investigación que realicé en torno al rótulo comercial en la que me zambullí en bibliotecas y en archivos. Encontré mucho material sobre rotulación en la València antigua».
Maestro es diseñador gráfico, así que el interés por la tipografía o la rotulación no era nuevo para él, pero sí un acicate más para seguir explorando sobre el tema. «Descubrí que la tipografía comercial había sido, y todavía lo es, muy importante en València. Era necesario poner en valor toda esa herencia y divulgarla entre la gente para romper un poco su presbicia y que se valoren este tipo de soportes que no son tan nobles, pero sí que aportan mucha entidad a nuestra ciudad».
Aprovechando la convocatoria de proyectos que hicieron desde València Capital Mundial del Diseño 2022, Miguel vio que tenía cabida el suyo y lo presentó. «El proyecto consta de una web que es como la madre de todo, por decirlo de alguna manera. En ella hay una amplia biblioteca de rótulos comerciales geolocalizados y un mapa bastante interesante de lo que es València y de lo que ha sido, porque hay rótulos existentes y rótulos desaparecidos. Se genera una ficha cuando suben una imagen los usuarios anónimos interesados por el patrimonio, por la historia, por la ciudad en general».
¿Cómo surgió la ideal del documental?
A raíz de esa investigación que decía y previo a una entrevista con un rotulista, me di cuenta de que no solo interesaba el hecho de catalogar y mostrar estas formas tipográficas que tanto pueden interesar a diseñadores e historiadores, sino también las historias que había detrás de esas personas que habían construido ciudad. Me interesaban mucho que todas eran personas anónimas, pero que además habían trabajado en oficios que ya están extintos muchos de ellos, como es el de la rotulación comercial. Los rotulistas eran personas que iban, en los años 80, con un maletín, dos pinceles y unas cuantas pinturas y conseguían ganarse la vida. Tenían mucha demanda porque los comerciantes siempre necesitaban esos rótulos a mano para sus escaparates, para diferentes ofertas, para las temporadas. Esto me pareció muy interesante porque eran ellos al final parte de los que construían esta información a pie de calle de la ciudad. Empecé a indagar y a hacer más entrevistas a estos rotulistas. Una vez que teníamos ya unos cuantos nos dimos cuenta de que había que pasar al siguiente nivel, que era entrevistar a diseñadores relacionados con el rótulo. También nos preocupamos mucho por buscar mujeres porque el oficio del rotulista, como tantos oficios, era un poco machista, ya que las mujeres en esa época tenían que trabajar en casa y cuidar de los niños porque era un poco el rol que se les había impuesto y nos ha sido muy difícil encontrar mujeres rotulistas. Por ello, también hemos querido incluir en el documental perfiles como arquitectas y otras personas de patrimonio que trabajan y construyen ciudad.
Acaba siendo un documental con varios niveles, puede interesar tanto a profesionales del diseño como a personas sin ninguna vinculación con él.
En una primera instancia era un documental más dirigido a los profesionales del diseño, pero decidimos que era más interesante abrirlo al público general y hacia una visión histórica de lo que está pasando actualmente en las ciudades y pensar hacia dónde van las mismas. Nos parece muy interesante, y preocupante, el hecho de que ahora una ciudad como, por ejemplo, Bruselas sea igual que València, todas tienen ciertas franquicias que asemejan las ciudades y el hecho de perder esta identidad gráfica es algo que queremos reivindicar y concienciar.
¿De dónde proceden las imágenes de archivo que aparecen en el documental?
Compramos imágenes de archivo de la Biblioteca Nicolau Primitiu que tiene un archivo fotográfico bastante interesante. También grabamos en el Archivo Histórico Municipal y además compramos vídeos de la Filmoteca de València. En estas imágenes se puede apreciar la riada, la Plaza Redonda y alrededores o antiguos tranvías. Había mucho más archivo que podíamos haber puesto, lo que pasa es que por tema de presupuesto no pudimos incluir más imágenes de la Filmoteca.
¿Sabemos apreciar el valor patrimonial que tienen esos rótulos o al formar parte de nuestro paisaje diario y cotidiano no somos conscientes?
Nosotros queríamos concienciar al espectador de que hay que valorar estos elementos de identidad, porque muchas veces entendemos como tales a esculturas o elementos más volumétricos, y estos rótulos no son apreciados porque hemos convivido mucho tiempo con ellos y nos hemos acostumbrado a verlos. Es cuando los quitan igual cuando los echamos de menos, pero es que una vez han sido retirados ya no vuelven, acaban en un contenedor y no se suelen reproducir.
En València, por ejemplo, tenemos mucha herencia de rótulos en azulejo, que es algo muy distintivo de aquí por la tradición de Manises o por otras fábricas como las que había en Rafelbunyol. Es algo muy local, muy nuestro, y eso habría que cuidarlo. Está el rótulo de azulejo de la Unión Musical Española, o el de una paquetería en Fernando el Católico. Y esto es muy exclusivo de València, casi no se ven en otras ciudades y deberíamos pelear más por rescatarlo y conservarlo. Eso, la gente de a pie no lo aprecia hasta que no se lo quitan, hasta que dejan de verlo. Pero es cierto que cada vez más gente, a raíz del documental o de la web, me hablan más de ello, se van fijando más en los rótulos y cada vez nos etiquetan o nos mandan material por las redes.
En el documental, unos voluntarios (diseñadores en realidad) aparecen limpiando precisamente uno de esos rótulos en azulejo destinado a acabar desapareciendo si no es por ellos. ¿Os habéis encontrado durante el rodaje con algún caso de haber llegado tarde?
Sí, fuimos a grabar algunos y habían desaparecido, u otros que cuando íbamos se habían deteriorado mucho. En la cafetería New York, en la calle San Vicente, por ejemplo, localizamos unos rótulos iluminados, pero cuando volvimos un mes después estaban apagados. Les pedí si podían encenderlo y apagarlo para poder grabarlo, pero me explicaron que no, que se les había roto uno y si se encendía producía una desconexión en todo el local y se les iba la luz, así que no lo encendieron.
Hay un dato escalofriante que aporta Juan Navas (diseñador que también hace una labor encomiable en la recuperación de rótulos y carteles de la ciudad con su proyecto Letras recuperadas, del que ahora hay una exposición en la Galería del Tossal), que calcula que se han perdido alrededor del 70% de los rótulos que él fotografió en su día, que ni siquiera son todos los existentes. Es una pérdida de patrimonio brutal.
Mucho. Solo hay que pensar que cada vez que abren un local nuevo o cogen un local antiguo, lo primero que piensan es en la imagen gráfica, en cómo van a mostrar su logotipo allí. El primer paso es coger el cartel que hay y quitarlo sea en el formato que sea. En muchos casos la persona que ha adquirido el local no tiene conciencia de que ese rótulo está protegido. Muchas veces arrasan con todo y cuando se enteran de la situación, es a posteriori o cuando alguien les ha preguntado por el rótulo y ya lo han tirado. Y es muy difícil ese control, aunque estén dentro de un bien catalogado, a no ser que estén en una calle muy, muy concurrida, muy vigilada o que sea un edificio muy emblemático. Sí que es verdad que hay muchos estudios de interiorismo que están optando por restaurar lo que ya está y seguir con ese legado. Y son reformas que tienen una textura y un valor muy interesantes. Igual que hay muchas franquicias que también están optando por respetar lo que existía. Y eso, la verdad, siempre suma.
Después de su estreno en Cinema Jove, ¿qué recorrido va a hacer el documental?
Se podrá ver el martes, 26 de julio, dentro del ciclo Cine a la fresca, en el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia. Además de proyectarlo, queremos hacer un pequeño evento con dj incluido e inaugurar una pequeña pieza en memoria de estos rótulos dentro del patio interior del colegio. Después, moveremos el documental por diferentes festivales durante todo el año para en el 2023, seguramente, subirlo online para que todo el mundo lo pueda disfrutar.