A Samuel Reina nos empeñamos algunos en convertirlo en el crooner local, una suerte de Richard Hawley valenciano. ¡Qué ciegos estábamos! Y que cortos de mira. Puede que su primer álbum, Alarms, tuviera algo de ello. Pero ya con el segundo (comentado aquí, canción a canción, por el propio autor), Simulacros de naufragio, se marcaba un triple salto pop que anunciaba que había mucho camino por delante y ningún destino fijo al que llegar. Con Prohibido hacer fuego, el tercero, la libertad se palpa en cada canción. Es un disco enorme, gigante, de los que parece que nunca se acaben y cada vez se descubre algo nuevo, infinito. Todo él. Las canciones, las letras, las músicas, el humor que asoma, sus referencias a la actualidad, sus momentos más clásicos, el aire crepuscular que arrastra. Escrito en el confinamiento, pero tremendamente abierto. Reina hace lo que quiere y lo mejor no es que todo luce y encaja a la perfección, sino lo que se intuye que está por venir. Seguro que Javier Krahe, desde allí donde esté, sonríe cada vez que lo escucha.
Samuel Reina actúa el próximo sábado, 18 de septiembre, en los Aperitiver de Tulsa Café.