Adriana Bayona. Foto: Eduardo Peris.

Me llamo Adriana Bayona, soy de Bogotá, pero también soy madrileña y ahora valenciana. Me defino como una persona libre, creativa, soñadora. Me encanta viajar, conocer gente de todo el mundo y tener mi mente abierta. Intento aprender de todo.

Me gusta la gente que me haga reír. El arte, la música, me ha interesado siempre por el movimiento que crea entre las personas, y por la capacidad que tiene para contar y expresar cómo es la vida.

En mi vida siempre han estado presente los animales, la interacción con ellos es totalmente natural y sencilla y me enseñan a ser mejor persona.

Mi trabajo también es algo muy importante para mí. Empecé colaborando con una ONG en actividades culturales entre Latinoamérica y España, como el proyecto Jóvenes por la Paz, donde interactuaban jóvenes españoles y colombianos. De ahí pasé a dedicarme a la música latina, en la organización, producción y promoción de conciertos o festivales, como el Mulabe (Música Latina en Benicàssim). Un poco más tarde entró en mi vida el flamenco, que me cautivó su fuerza, su energía y su verdad.

Hago muchas cosas, entre otras, organizar el ciclo Panorama Flamenco, que podéis encontrar en los teatros Talia y Olympia una vez al mes, o el Festival de Otoño Panorama Flamenco, de octubre a diciembre en la Sala 16 Toneladas.

 

Una canción:

«La vida es un carnaval», de Celia Cruz. Es un mensaje de positividad brutal.

Una película:

La vida es bella, de Roberto Benigni. Me gusta pensar en cómo las historias inventadas, la ficción, pueden sacarnos de la realidad en un momento trágico y hacernos sobrevivir.

Un montaje escénico:

Stocos, de Muriel Romero y Pablo Palacio. Un proyecto de danza transdisciplinar, interpretado por Muriel Romero y Ruth Maroto en el Mercat de les Flors en 2011.

Una exposición:

Máquinas y almas, en el Reina Sofía, en 2008. Unía arte y tecnología y fue totalmente impactante y emocionante. Recuerdo sobre todo la instalación de Theo Jansen, esa estructura gigante móvil simulando un esqueleto de un gran animal inventado, en la entrada trasera del museo, y la de Sachiko Kodama, una escultura dinámica que cambiaba de estado en respuesta de los sonidos del entorno o la actividad del público, transformándose de sólido a líquido y viceversa según los estímulos.

Un libro:

El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez.

Una serie:

La maldición de Hill House, de Mike Flanagan.

Un podcast:

No escucho podcasts.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Andy Wharhol, porque Eduardo Peris ya me lo acaba de hacer para este vermut.

Una comida:

Ajiaco, comida colombiana tradicional de Bogotá. Es una sopa con tres tipos de patata, pollo, mazorca, arvejas y guascas. Riquísima. Os la recomiendo.

Un bar de València:

Mi local favorito de València, el Tablao Flamenco El Toro y la Luna, porque es el sitio más auténtico y donde me siento en casa.

Una calle de València:

La calle Caballeros.

Un lugar de València que ya no exista:

El Nou Pernill Dolç, de Olga Poliakoff.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Con Freddie Mercury.