4, 3, 2, 1,… ¡Cuello!
Nada mejor para conocer a un grupo que repasar su discografía.
El power trío valenciano ha publicado el mejor disco de su carrera, «Decadencia».
Junior Mackenzie tiene disco nuevo, «Files of Life».
Tulsa huye de los patrones clásicos y básicos de la canción pero sin renunciar al hit introvertido.
El plazo termina el 30 de enero de 2017.
Peer Gynt en la Sala Russafa revisita el clásico de Ibsen con música rock.
Agonizaban, musicalmente, los años ochenta y en Valencia otro grupo volvía a adelantarse en el tiempo. Terminal Sur apostaban por fusionar el pop, la rumba o los ritmos magrebíes en un disco al que no le sobraba ni un arreglo ni una estrofa.
Las canciones de Vamps eran (y son, para qué engañarnos) irresistibles. Esa mezcla perfecta entre punk y glam, de estribillos adictivos, se tradujo en un fantástico disco a finales de los ochenta. José Vicente Ferrando (guitarra y voz del grupo) viaja hasta entonces para recordar todo lo que envolvió a la formación de la banda y a la grabación del álbum.
Como si The Clash hubieran surgido en los años cincuenta. Como si Bob Dylan se hubiera levantado un día con la voz de Darren Hayman. Como si John Lennon hubiera cambiado al Maharishi Mahesh Yogi por la discografía de Violent Femmes. Así es Ezra Furman.
Tote King ha vuelto y tiene ganas de que todo el mundo se entere. «78», como el año en que nació, es el título de su nuevo disco. De nuevo, letras cuidadas, dardos llenos de crítica mordaz, referencias culturales y cierta obsesión por captar el momento.
En el punto exacto entre la epicidad y la melancolía, entre el rock de guitarras y la psicodelia emergente, entre la tristeza sónica y las luminosas melodías. Justo ahí se sitúan Lost River Bastards, grupo valenciano que anda enfrascado en la grabación de su segundo disco, «First II», continuación de las tres canciones que dieron lugar a «First».
Guillermo Artés ya avisa de sus intenciones desde la portada, transmutado en una especie de Walter White. No ha cambiado de vida tan drásticamente como el protagonista de «Breaking Bad», pero su música sí. El pop o el folk de anteriores aventuras ha dado paso a un furioso rock and roll de enérgica base blues bautizado como Pentatronika. «Fuego» se llama el primer artefacto.
“Una ciutat invisible” es el segundo disco de Tardor, once descargas de rock nervioso de guitarras, con cierto aire épico y algún que otro guiño pop. ¿The Killers a la valenciana? Sería demasiado reduccionista. Canciones como “Ontàrio” o “Vint-i-set” les ponen muy delante en la pole position.
Lanuca (Ángela Bonet) tiene nuevo disco, “Gran Mandíbula”. Un álbum de siete temas que, como se puede leer en su contraportada, “está dedicado a todos los que sondean el abismo al menos dos veces al día”.
Second Coming ya llevan casi veinte años juntos. Grabando canciones, dejándose la piel en los conciertos, rindiendo tributos a sus héroes musicales y derribando límites estúpidos todo ese tiempo. Nunca han ocultado su querencia por el revival mod británico, pero eso sí sin renunciar a otros sonidos como el brit pop o las melodías de origen mancuniano.
Sons of Bill son el secreto mejor guardado de Estados Unidos. Cuatro discos les contemplan. Pero, discos discos. Como se entendían antes. Sin rellenos que esquivar. «Love and logic» (cuatro estrellas sobre cinco en The Guardian) es su más reciente ejemplo. Una obra maestra.
Sólo le he dado una vez en mi vida un disco a un dj para que pinchara una canción. Fue hace treinta años y fue un domingo por la tarde. Los domingos por la tarde de la adolescencia de instituto tenían esa calma viscosa de un gazpacho casero dejado reposar.
Sólo hay tres canciones en su bandcamp, pero son suficientes para caer rendidos ante la rotundidad que despliegan. Aires psicodélicos perfectamente engarzados en unas canciones (ahora más pop, ahora más rock) con un potencial tremendo. Señores y señoras, Holy Paul no descubren nada (ni ganas), pero si te atrapan con su lazo, estás perdido.