Álvaro García Devís.

Me llamo Álvaro García Devís, aunque me suelo acortar el primer apellido cuando firmo. Soy un adulto disfuncional natural de Sagunt, ahora en Benimaclet. Sin carnet de coche, sin carrera universitaria, sin saber decir que no a nada. Así que quiero aprovechar este espacio para dar las gracias a las personas que me han dejado que mi profesión sea hacer (unos seis años ya) lo único que se me da bien: escuchar, leer, ver y escribir. ¡Gracias, Mikel, Carmen, Carlos!

En Culturplaza intento escribir diariamente sobre cine, música y cultura de clase y sus interseccionalidades. Además, pongo especial atención a la situación laboral de trabajadores y trabajadoras de la cultura y a la creación artística de las nuevas generaciones. En mi cuenta de Twitter, sin embargo, te cuento cuando voy al cine solo y arremeto contra la iconoclastia y la fetichización de los libros.

Para el vermut, me he prometido no hacer como casi todo el mundo aquí, ceñirme a decir una única cosa y no mil, y tomar decisiones erróneas y poco reflexionadas. Estos 15º de alcohol nos lo permiten. ¡Endavant, que es lunes y nos espera el trabajo asalariado!

 

Un disco: Aunque el primer disco que tuve comprado con “mi propio dinero” fue Antics, de Interpol, recuerdo con mucho cariño Lamparetes, de Antònia Font, que me descubrió una buena persona al poco de llegar al instituto, cuando no tenía referencia alguna de música en catalán. Tal vez no sea mi favorito, pero sí fue una puerta abierta a otras muchas cosas.

Una película: Siempre que me preguntan recomiendo Café de Flore, de Jean-Marc Vallée. Una película de raíces pop y eminentemente accesible a todos los públicos, con un uso de la música magistral (ay, las pelis que integran bien la música), pero que arriesga en su montaje y cuyo discurso sobre el amor es tan integral que te deja noqueado. La tenéis en Filmin, pero si no tenéis cuenta, recordad que piratear también es hacer política en favor de un patrimonio cultural común, rico y accesible.

Un montaje escénico: Las canciones, de Pablo Messiez. Me pareció extraordinaria en el TEM (a las puertas del confinamiento, si no recuerdo mal). Chejov está sobadisimo y cuando eres periodista lo escuchas como referente para TODO. Este montaje lo aborda de manera singular y certera.

Una exposición: Des/orden moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras se pudo ver hace relativamente poco en el IVAM y me pareció una manera excelente de abordar la opresión a la disidencia sexual, que ha ido mutando a lo largo de la historia pero que sigue dándose en la actualidad con un nivel de violencia indecente. Queda mucho por aprender como sociedad en este terreno, y que un museo aborde el melón es un orgullo.

Un libro: La búsqueda del interlocutor, de Carmen Martín Gaite, es un manual para pensar sobre el proceso de escritura y la literatura al que se le puede subrayar muchísimo y tachar poquito. Si te gustan los libros, tal vez esta sea una de las lecturas más estimulantes que vayas a abordar.

Una serie: Bojack Horseman, de Raphael Bob-Waksberg. La vida está ahí, en una serie de animación sobre un caballo actor depresivo en Hollywood. Cada capítulo es mejor y duele más.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? Yo quiero ser un personaje alto y elegante de la línea fina de Miguel Calatayud.

Una app: Radioplayer es una gozada. Vull dir, es que son todas las radios del estado sin tener que tirar de las aplicaciones de cada una. Como yo duermo con la radio puesta, me parece un must.

Una comida: Nada como una buena lasaña. Y si es con soja texturizada y me ahorro el maltrato animal, pues aún mejor. DMs abiertos.

Un bar de València: Cuando hacía entrevistas presenciales antes del apocalípsis coronavírico, el Aquarium era un lugar recurrente. Rompes el hielo con la persona que te acompañe riéndote del lugar y su fauna, la cerveza no es cara y la atención es exquisita.

Una calle de València: València es una auténtica bestialidad de ciudad, la camines por donde la camines. Yo recuerdo con mucho cariño el trayecto de mi antigua casa a los Babel: calles Ramiro de Maeztu, Rodrigo de Cepeda y Vicent Sancho Tello.

Un lugar de València que ya no exista: El Forn de Barraca, cuya desaparición es símbolo de todo aquello que queda por pasar si no paramos la dictadura del cemento y el alquitrán.

¿Con quién te tomarías un vermut? Con quien le apetezca. Yo pago la primera y el resto a pachas si decides tú dónde y llevas la iniciativa de la conversación.