Barbiturikills. Foto: Carles Prats.

Hola ¿Qué tal? Soy Bárbara Sebastián, también conocida como Barbiturikills pero todo el mundo me llama Barbi y así suelo firmar mis muros. Soy una señora que pinta en la calle. Digo lo de señora porque cuando me pilla la policía me dice: “¡Señora! ¿Qué hace?” Y es que una tiene ya una edad. Nací en Valencia en Octubre del 72.

Mi leitmotiv son los conejitos rosas, unos personajes ácidos y amorosos. Un recurso gráfico que me permite ser muy expresiva y hace muy fácil reconocer mi trabajo en la jungla de asfalto. Estudié Bellas Artes del 90 al 95, pero aunque siempre me interesó el formato grande y la intervención urbana, no empecé a pintar mis movidas por las calles hasta hace aproximadamente 12 años, cuando compartí taller con la XLF. Ellos me contagiaron esta pasión y me aceptaron en su Crew; me enseñaron a manejarme con los sprays, la ley de la calle y a compartir el buen rollo de pintar con los amigos, que es lo más importante. Aunque a veces te tienes que separar un poco para desarrollar tu proyecto personal.

No es el primer colectivo al que pertenezco, anteriormente estuve en Respeto Total, un colectivo con un carácter más conceptual pero igualmente inmerso en la cultura urbana. Mi lado conceptual sigue latente, cuando la ocasión lo merece lo saco a relucir. Mi última movida de este rollo fue en 2014, y se llamó Ruinas del Futuro que desarrollé con mi amigo Jota Izquierdo. Recogí de la basura el trencadís que cayó del Palau de les Arts y lo subastamos en favor del Colegio 103, un colegio público hecho con barracones ubicado a escasos metros de la Ópera, unes esos dos factores y la literatura sale sola.

Actualmente comparto un taller precioso que se llama La Instal.lació, allí estoy con otros artistas y diseñadores y tenemos algunos proyectos en marcha pero aletargados por las circunstancias en las que nos movemos, espero que pronto podamos sacarlos a la luz. Os adelanto que cuando esto ocurra seremos un referente cultural de la ciudad.

Aunque no lo parezca yo creo que mi trabajo como “grafitera” e ilustradora también es bastante conceptual. Tengo una estética muy cartoon y un poco naif pero todas mis pinturas tienen una historia detrás. No soy muy sesuda, pero sí soy ideológicamente descarada y me importa mucho hacer una mínima reflexión en todo lo que hago. Mi obra sigue la corriente del “Pesimismo Mágico”. He de reconocer que me importa bastante la reacción del público y busco su aprobación con su sonrisa, por eso intento hacer siempre cosas divertidas. No os preocupéis, esto también lo trabajaré con mi psicoanalista.

Tengo un lema: Revolución, humor y amor.

Un disco: Tengo varios álbumes preferidos que me gusta escuchar enteros, de cabo a rabo, me los sé de memoria no les sobra ni les falta ningún tema, el orden es perfecto y el universo al que me transportan también, son: Morrison Hotel, de los Doors que es uno de los que más escucho. Californication, de los Red Hot Chilli Peppers, este para que suene en el coche. El delicioso Forever Changes de los Love (como dice Diego R.J., posiblemente el grupo más infravalorado de la historia). Para los domingos por la mañana el Andy Warhol de la Velvet Underground. Pero mi preferido tiene que ser de Bowie, no puede ser de otro modo, The Rise and Fall of Ziggy Stardust an the Spiders from Mars sería el más indicado.

Una película: Hay 4 road movies de los 90 que me flipan, Corazón Salvaje, Amor a quemarropa, Thelma & Louise y Las aventuras de Priscila, la reina del desierto. Hay algo en la carretera que me atrapa, igual que en la obra de Tarantino que cada vez que estrena algo me siento como una niña la noche de Reyes. Pero sin duda alguna mi película favorita es Some like it hot… nobody is perfect.

Un montaje escénico: Fui de rebote a ver Turandot al Palau de les Arts, me pareció un auténtico desparrame. Lo pasé genial. Pero la obra de teatro que más me ha gustado estos últimos años es Federico y José Antonio, de mi buen amigo Jacobo Julio. Una fantasía en torno a Lorca y Primo de Rivera muy interesante y reflexiva. La recomiendo a topemente.

Una exposición: A principios de los 90, en el IVAM, Gordon Matta Clark. Ver como “rompía” los muros me dio mucho en qué pensar… por ese tiempo tuve la oportunidad de hacer de asistente en otra exposición, de nuevo en el IVAM aunque sita en el Centre del Carmen. Era del artista brasileño Cildo Meireles, conocerle confirmó mi absoluta devoción por el humor y el discurso crítico en el arte. Aprendí mucho en el IVAM durante esos años.

Un libro: Algo bueno de las restricciones actuales, el confinamiento y la enfermedad (tuve covid y estuve aislada un mes) es que he leído bastante más de lo que estaba leyendo. El libro que más me ha sorprendido y gustado estos últimos meses es Mono de trapo: Antología, de Tony Millionaire, un exquisito cómic de aventuras surrealistas, con guiones inquietantes, un dibujo claro que seduce y entretiene y una edición impecable. Me gustan mucho los libros y este es un libro precioso por dentro y por fuera. Me lo recomendó José Molongui, de Futurama, me encanta ir a Futurama, a veces pillo las novedades de mis autores preferidos como Jaime Hernández, Simon Hanselmann o Chester Brown, pero casi siempre pido consejo y descubro cosas muy guapas.

Una serie: No te voy a engañar, veo un huevo de series, muchas buenísimas, pero he de confesar que la que más me ha enganchado últimamente y me muero por la próxima entrega es Cobra Kai.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? En plan valiente me arriesgaría a que Goya retratara mi alma, a ver si su pincel me ama o me odia. En plan cobarde, sería muy cute que David Hockney me retratara con mi perrete.

Una app: Una que te dice las fases de la Luna y a qué hora sale y se pone, me ayuda a organizarme para ir a ver salir la Luna en la playa. Se llama Luna y tiene un botón que le das y aúlla un lobo.

Una comida: Mira, yo todos los días comería arroz… jajajajaja. No, en serio, para mí el comboi de hacer un arrós al forn o una paella es difícil de superar. He aprendido este año a hacer el arrós al forn (me ha enseñado mi hermana que le sale brutal) y me he puesto creativa y con ayuda de paellaway lo he aprendido a hacer también dentro de una calabaza (o sea usándola de cazuela), eso es redoblar el comboi. Aunque el que mejor me sale es el arrós & bledes, ese pionero del veganismo. Me encanta cocinar y comer con los colegas, en especial con «la buena vida» y las quedadas en Tárbena. El sabor que más me fascina es el de la alcachofa.

Un bar de Valencia: El Café Museu. Allí estoy como en casa. Además organizamos el “Concurs Internacional d’Ensaladilla Russa” y el “Concurs Intergalàctic de Arrós al Forn”. Tengo muchas ganas de volver a poder hacer esas movidas con César, lo pasamos genial, lo echo mucho de menos.

Una calle de Valencia: La plaça de la Mare de Deu, el ambientillo que allí se genera, desde niña lo he disfrutado mucho, para mí es el corazón de València. Tomarme una orxata sentada en los escalones y ver a la peña pasar me parece un entretenimiento perfecto. A pesar de la fuente, que me genera sentimientos contradictorios.

Un lugar de València que ya no exista: A mí me encantaba ir al cine, tengo recuerdos imborrables de cualquier sala clásica de la ciudad… recuerdo un enorme Chiti Chiti Bang Bang pintado en el pasillo de entrada del antiguo Lys. El riesgo de ir al Metropol con su doble sesión y sus pervertidos. En el Cinema Valencia conocí a los Hermanos Marx, a Buster Keaton y a Berlanga y me reí mucho. En el Goya bailé al ritmo de Baloo y el Rey Louie y me cagué de miedo cuando los enanitos despeñan a la bruja. En el Gran Vía regresé al futuro y viajé al 2001 por primera vez. En el Alameda me enamoré de Flash Gordon y en el Oeste de Indiana Jones… pero todos esos momentos se perderán en el tiempo… como lágrimas en la lluvia.

¿Con quién te tomarías un vermut? Con Josep Renau, me encantaría que me diera unos cuantos consejos y me contara alguna batallita.