María Carbonell. Foto: Susana Godoy.

Soy María Carbonell, tengo 43 años (a punto de los 44), y sin saberlo, los amigos de Verlanga me han hecho uno de los mejores regalos de cumple, inaugurar los vermuts del mes de octubre. Todos los días 28 de este mes tan bonito me encanta celebrar la vida con mí familia y amigos, así que brindo por ellos, y por supuesto, por la imprescindible Verlanga. Ojalá al año que viene ya lo pueda celebrar como tanto me gusta; una comida en la terraza del Botijo (mi bar preferido de València) con los amigos de siempre.

Hace una década (más o menos), empecé la carrera que siempre quise hacer Historia del Arte, y en mí tiempo libre empecé a escribir en la web musical de Alquimia Sonora. La suerte o como cada cuál lo quiera llamar, me llevó a conocer a Amalia Yusta, coordinadora de la web en València. Desde ella hemos dado apoyo a las bandas locales, los hemos acompañado en todos estos años, hemos visto bandas nacer, a muchas otras morir, y nos convertimos en una de las páginas de música de referencia en la ciudad. Ahora estamos menos activas, pero siempre intentamos seguir con nuestra esencia, ¡El apoyo a muerte a la música de València!

Cuando empecé en Alquimia Sonora quise poner fotos a las crónicas de conciertos a los que asistía. Y gracias a eso, nació una nueva pasión: la fotografía. Me costó algunos años (demasiados) hacer algo decente; conseguir que las fotos tuvieran algo de luz, algo de nitidez, un poco más de calidad. Y aún hoy, diez años después, siento que en este arte nunca se acaba de aprender, que siempre quedan caminos para la perfección, o la experimentación, o encarar nuevos proyectos. Creo que somos referentes en captar lo que acontece en la música en directo de nuestra ciudad y espero no dejar esto nunca. Soy fotógrafa musical, y decir esto, me ha costado mucho tiempo. Gracias a todas las personas que han confiado en mí, sin ellas costaría mucho más conservar esa pasión. La constancia me ha llevado hasta aquí, y no pienso abandonar el camino.

Fueron unos años decisivos para saber qué vida quería sentir y exprimir; di rienda suelta a todas las inquietudes culturales que tenía (disfrutando del cine, teatro, exposiciones…) y hasta ahora no he parado en casi ningún momento. Estuve cinco años muy lejos de mí ciudad en una ciudad increíble. Almería dio cobijo a una nueva etapa, y ahí me convertí en promotora de conciertos creando Pita Sound Prom. Una promotora que duró más o menos 6 o 7 años, y que sirvió de puente entre mis dos ciudades, llevando la música de aquí allá, y la de allá aquí. Fue un bonito sueño roto por una serie de circunstancias que quiero conseguir olvidar. La ilusión se mató, no sé si ella solita o la condujeron (no muy amablemente) a la cuneta.

2016, fue el año de regreso a mi amada Valência. Desde entonces han pasado muchas cosas. Las más importantes: volver al lado de mi familia y poder vivir con Susana Godoy, compañera también en Alquimia Sonora y una infinidad de proyectos más. Pudimos crecer fotográficamente gracias a recorrernos muchos conciertos y de estudiar en Revelarte, la mejor escuela de fotografía, con tres profesoras de altura (Olga, Susana y Vanessa). Y después de todo este rollo…

 

Una canción: Cualquier de La Habitación Roja, que es mi grupo preferido de siempre, y el que ha marcado todas las épocas de mí vida; mis relaciones, la amistad, el cómo mirar la ciudad, oler el mar, admirar la luz de València, la nostalgia, el amor, los besos, el peso de los años… un sinfín de cosas que no podría explicar por aquí. Hoy he visto el vídeo de “El día internacional de los amantes”, y aún tengo los pelos como escarpias, en ella se funde muchas cosas que describen a la perfección a como siento el amor y por qué me gusta tanto mi ciudad. “València, no s’acaba mai” (y este vermut tampoco, ya veréis) de Julio Bustamante que la adoro. “Dame un beso”, de El Ser Humano, aunque también te podría decir que me gustan casi todas sus canciones, pero esta en concreto me recuerda cuando estaba en Almería, y echaba infinitamente de menos a Susana. “Acantilado”, de Spheniscidae, siempre ha sido una buena forma de salvar tus miedos, y me recuerda mucho a un cuadro de Caspar David Friedrich. He dormido con las canciones de McEnroe muchas noches de mi vida. Ricardo es otra de mis debilidades. Citaré “Naoko” que, aunque la haya escuchado miles de veces, siempre llega un momento de la canción en la que rompo a llorar. Y, por último, que, si no, no pararía nunca, “Fluorescente”, de Nueva Vulcano, que tiene un músculo impresionante y me pone muy feliz.

Una película: De los últimos años, me quedo con Carol, de Todd Haynes. La sensibilidad de cada plano contando el amor entre dos mujeres en los años 50. Bella y cruda a la vez con las interpretaciones magistrales de Cate Blanchett y Rooney Mara. Como lesbiana reivindico que en el cine es necesario que se cuenten historias como la de Carol. Ya hemos visto muchas películas en las que la heterosexualidad es la norma, y en pleno siglo XXI, necesitamos diversidad, otras voces y otras vidas. De cuándo éramos jóvenes, pues Los Goonies, Karate Kid o E.T., son algunas de las que me fascinaron y hacían imaginarme dentro de ellas. De entre medio no cito nada, porque, aunque antes, en la época de la facultad iba mucho al cine, mi mala memoria no recuerda mucho ahora. El ritmo de la vida… ays.

Un montaje escénico: No suelo frecuentar mucho las artes escénicas. Desgraciadamente no me da la vida para ello. ¡Ojalá! Dicho esto, y como asidua de la Sala Russafa, te diré que cualquier pieza teatral de Chema Cardeña o la última que vimos de su compañera Iria Márquez Un lugar de partida. Siempre que voy a una obra en la Sala Russafa salgo muy satisfecha, la verdad.

Una exposición: Pues aquí te diré varias y todas de fotografía, aunque también me gusta mucho ver expos de pintura… La València d’El Flaco, siempre que veo sus fotos me entra nostalgia de tiempos no vividos, me genera mucho interés conocer a través de ellas cómo se movía la sociedad en el ámbito cultural en otras décadas. La València Olvidada, de Joaquín Collado, que te transporta a la València de los 70, siempre he tenido la fantasía de viajar a épocas pasadas (lo sé, no soy la única) y si es mi ciudad pues mejor que mejor. Tuvimos la suerte de escuchar a Joaquín y pude hacerle una foto, que me guardo como un tesoro en mi colección. La cámara y la vida, de Paco Jarque, comisariada por Tania Castro, y que tuvimos el placer inmenso de asistir a una de sus visitas guiadas en las que pudimos comprobar la labor titánica que realizó durante un año investigando su obra, contado los pormenores, el por qué por las circunstancias quedó englobada en el año Jarque, su relación con la familia. Historias tan bellas, tan profundas y de tanto calado… Musicales, pues En clau femenina, de Liberto Peiró, que recogía 100 obras de su amplio archivo. Fue una oportunidad única de ver sus fotos en formato grande y fue una exposición importante para la visibilidad femenina en la música… Por último, y por no convertir esto en un testamento…, la que más me ha tocado últimamente y se va a quedar muy marcada en mí interior, es la exposición Rockviu: Quatre dècades de rock, del gran fotógrafo y referente Xavi Mercadé. Fuimos adrede a Barcelona este verano en nuestras vacaciones con nuestras amigas, Amalia y Aurora. Me dijo cuando se enteró que estábamos allí, ¡qué pena que no esté en Barcelona!, si no os hacía de guía. A los dos o tres días, nos encontramos al entrar en las redes con la tristísima noticia de que había fallecido, os lo cuento y no puedo parar de estremecerme. Ha sido un golpe muy duro para el mundo de la fotografía musical, sobre todo en Barcelona.

Un libro: Me quedo con las novelas de Nickolas Butler, que descubrí gracias a la intuición de Susana al comprarme un regalo de cumpleaños. Me encanta cómo escribe y los sentimientos que desprende. A raíz de eso descubrí una autora que también se ha convertido en favorita, Rachel Cusk. Cuatro por cuatro, de Sara Mesa, me impactó mucho, por la atípica forma de encarar una novela, y porque la incomodidad de todo lo que cuenta se convierte en un misterio muy atrayente que va descubriendo muchas facetas de los seres humanos. Ahora tengo pendiente de leer Un amor, del que he leído muy buenas críticas. Por último y aún no he acabado, pero estoy muy enganchada El lustre de la perla, de Sarah Waters, ambientada en la época victoriana, y que narra la historia de amor entre dos chicas. Es fascinante imaginar como podía ser una relación así en aquel momento, como se convierte en una relación tóxica a la vez… tengo muchas ganas de acabarlo para saber por dónde va a transcurrir la historia. Como mencioné antes con Carol, necesitamos libros así, para que nuestra identidad lésbica esté representada y conseguir que la ficción se abra a nuevas historias, vidas y mundos, muy desconocidos hasta la fecha.

Una serie: Pues muchas series, Perdidos, A dos metros bajo tierra, The Good Wife y The Good Fight, en casa adoramos a Diane Lockhart, Stranger Things, La Maravillosa Señora Maisel (divertida a morir y maravillosa visualmente, el uso del color me parece brutal), El cuento de la criada (aparte de la historia que cuenta, me parece magistral a nivel visual, no hay plano que no tenga interés, y todo está repleto de simbología, referencias pictóricas y posee un uso primoroso de la luz). Te nombraría más, pero no es plan, 😉.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? Ilustrador, pues Ada Diez o Virginia Lorente. Y ahora te añado yo, por si quieres hacerlo para futuras, a los fotógrafos que quisieran que me retrataran. No me gusta nada que me hagan fotos, así que mi mejor retratista es Susana, porque sabe cómo hacerlo para que me sienta cómoda y saca lo mejor de mí. Pero creo que, si me gustaría que me retrataran con su cámara gente como Juan Terol, Clara de Luna o Estrella Jover.

Una comida: Todas mis comidas preferidas llevan arroz. Como buena celíaca, el arroz y el maíz son mis amigos. Pimientos rellenos hechos por mí padre (cuándo podía hacerlos), arroz al horno (con el de mí madre y mí tía me conformo), pero los he probado muy buenos fuera de casa, el último en Casa La Abuela de Xàtiva. ¡Menudo homenaje nos dimos!, y el arroz con pimientos rojos y longanizas que me hacía mí Tata, la maravillosa mujer que nos cuidaba de pequeños. Por último, la paella valenciana, y todos los arroces, ya sean valencianos o de dónde sea, si están bien hechos… Senyoret, negro, de bogavante… Me encanta disfrutar de un buen arroz, con algún entrante y vino blanco en sitios como La Marítima Veles e Vents, Nas de Suro (Perelló), L’Alter (Picassent)…

Un bar de València: Pues yo soy asidua a estos: El Botijo (mi niño bonito), llevo yendo ya más de diez años o así, y fueron de los primeros en tener cerveza y pan sin gluten. Manuel, uno de sus socios, siempre me ha tratado genial, es un amor. También me gusta ir a El Bajo Bar, al Cex, George Best y sobre todo al Splendini, reservar la mesa de al lado de la cristalera y estar con los amigos tomando un vino. Y si me dejas meter alguno de comida (no sé para que pregunto, si debe ser el vermut más largo de la historia…), me gustan mucho Anyora Bodega, La Taula de Paula, Casa Montanya o Ca La Mar.

Una calle de València: Pues una de mis calles preferidas de València es la Calle de La Paz. Creo que muchos valencianos coincidimos en esto. A mí del barroco lo que más me gusta es el tema de las perspectivas en los trazados urbanísticos de las ciudades. Y aunque sabemos que no viene de ahí, siento esa calle como un punto de vista infinito hacia al frente hasta que vislumbras la torre campanario de Santa Catalina. La verdad, es que me duele y mucho, haber perdido la perspectiva que había desde la desaparecida calle Zaragoza, la portada de la catedral fue concebida para verla desde allí para producir una ilusión óptica de mayor sensación de espacio. Para mí, es una de las tantas barbaries que se han llevado a cabo en la ciudad de València. Aún sin haberla conocido…

De todas formas, tengo muchos rincones preferidos. Me encanta bajar al río a despejarme después de trabajar, ir al Jardín Botánico o el de las hespérides o a Viveros, callejear sin rumbo por Ciutat Vella, llegar a calles invadidas por el caos, los solares, y observar junto a Susana, en las paredes y los escondrijos todo el arte urbano que bulle en la ciudad. Otro sitio especial desde que estoy con ella, es la plaza de la Almoina, me encanta sentarme allí y ver el potente cimborrio durante la hora azul.

Y Blasco Ibañez, en el tramo de las facultades, es una calle que me trae muchos recuerdos, y siempre la relaciono con mi madre, la cual pasó su última etapa profesional como jefa de protocolo del rector de la Universitat de València. Siempre asocié esa avenida a las historias que me contaban mis padres de su juventud: las manifestaciones, los grises, el atentado a Manuel Broseta. Me parece un lugar muy nostálgico, sobre todo cuando llueve.

Un lugar de València que ya no exista: Pues bueno, qué te voy a decir. Primero, obviamente, el Deluxe. Fuimos muy felices en ese rinconcito del Cedro que tan bien sabía llevar Luis Nácher. Vimos conciertos muy especiales, programé con Pita Sound Prom, y bailé con Susana, Amalia, y Amparo hasta tarde cuándo aún éramos jóvenes. Nunca se pueden borrar esas vivencias y lo bien que nos trataba Luis.

La antigua fábrica de Cervezas El Turia, en la Calle San Vicente, la visitamos dos veces, sin llegar a meternos de lleno en su interior, porque yo soy muy prudente y pude frenar los pies a mi mujer, jeje. Pero por lo menos la medio conocimos. Luego te nombro las naves de Macosa, porque no creo que duren mucho, y todos sabemos que tarde y temprano desaparecerán. Siempre he soñado poder llevar a cabo allí un gran complejo cultural. Como soñar es gratis, me imagino en las naves una sala de conciertos con amplio aforo. Y en los alrededores, espacios para locales de ensayo, oficinas para llevar a cabo todos los proyectos que ideáramos, un skatepark (jaja), parking, y espacios para rodajes, estudios de foto y muchas cosas más. A nivel de patrimonio, empezaría y nunca acabaría, y todos sabemos todo lo que hemos perdido…

¿Con quién te tomarías un vermut? Uh, con mucha gente. Soy muy tímida y tampoco soy de las que me acerco a personas que admiro, pero no conozco para hablar con ellas. Así que el vermut lo aprovecharía para una buena conversación con gente como Rafa Cervera, Julio Bustamante, Oscar Flexi Discos, Miriam de Lisasinson, la ilustradora Virginia Lorente o José Mardi de Splendini, por citar algunos. Y cómo no, contigo, Rafa.