Me llamo Tatiana Clavel Gimeno y soy investigadora, madre y creadora. Siempre digo que las contradicciones me definen. Ahora estoy ocupada en coordinar La Mutant, teatro municipal donde voy a poder poner proyectos en marcha de la mano de la comunidad artística. Siempre he trabajado e imaginado acompañada por gente con la que me siento muy vinculada como Raúl León, Rocío Pérez o Santi de la Fuente, y es por eso que en estos momentos siento miedo al vacío. Cito a Juan Domínguez cuando digo que quiero crear una comunidad de cómplices alrededor de La Mutant.
Personas que me acompañen en esta nueva etapa, para construir juntas un espacio donde compartir, un lugar de encuentro para el pensamiento a través de la investigación y la experimentación, donde poder vivir una experiencia colectiva.
Una canción:
«Pikito», de Rusowsky y «Cayo la noche x Diles x Soy peor». Tengo una melómana/DJ en casa que me hace los viajes en coche maravilla.
Una película:
Espíritu sagrado, de Chema García Ibarra; El agua, de Elena López Riera y El gran carnaval, de Billy Wilder.
Un montaje escénico:
Crowd, de Gisèle Vienne, y The Watching Machine, de Macarena Recuerda Shepherd, pieza programada en La Mutant el 19 de mayo, y que nadie se puede perder.
Una exposición:
¿Es el museo un campo de batalla?, de Hito Steyerl, la vi en el Reina.
Un libro:
Ninfas, de Giorgio Agambem, fue el punto de partida de la investigación de mi tesis doctoral.
Una serie:
Doctor en Alaska y Autodefensa.
Un podcast:
¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?
Una comida:
La paella de marisco de mi padre de los domingos.
Un bar de València:
Una calle de València:
Fos.
Un lugar de València que ya no exista:
L’Altre Espai, sala destinada a la danza y el Nou Pernil Dolç, bar que regentaba en el Carmen la bailarina Olga Poliakoff donde te indicaba cómo te tenías que sentar.
¿Con quién te tomarías un vermut?
Siempre con Raúl León.