Alain Dupláa en el centro de la imagen, acompañado del resto de miembros de Dual. Foto: Jaime Sebastián.

El primer disco grande de Dual, Nuevos Principios (Peanut Records), exhala mimo por los detalles en todas sus canciones. Pop que acuna melosamente cuando se decanta por melodías más acústicas y rock vital, con una tendencia nada dismulada a agitar los cuerpos de la gente, cuando las cuerdas de los instrumentos piden paso. El 12 de enero lo presentan en la sala Wah Wah junto a Júlia. Su cantante, y guitarrista, Alain Dupláa selecciona para Verlanga sus favoritos musicales.

Una canción:

Comfortably numb, de Pink Floyd.

Soy el menor de 4 hermanos y recuerdo de pequeño poner sus casetes y discos cuando estaba en casa. Por un lado estaba la música de mi hermana que era Luis Miguel y Alejandro Sanz y por otra la de mis hermanos, que iba desde Bryan Adams a Pink Floyd. The wall me maravillaba y me aterraba a partes iguales (no era el disco más adecuado para un niño de 8 años, viéndolo en retrospectiva). Pero entre todas las canciones que conformaban el álbum había una que englobaba estas dos emociones anteriores: la parte cantada por Roger Waters era cruda y sombría y la de Gilmour todo lo contrario. Se me pone la piel de gallina cada vez que escucho You are only coming through in waves / Your lips move but I can’t hear what you’re saying. Una obra maestra con el mejor solo de guitarra que he escuchado en mi vida.


Un disco:

Dynamo (Soda Stereo, 1992).

Ser el dueño de una cafetería que se llama Cerati Café y no hablar de Soda Stereo ni de Cerati es un pecado. Dynamo es el disco “raro”, el de la experimentación y lo onírico. Un disco del 92 que sigue sonando a nuevo, a fresco, con canciones magistrales como Primavera 0 y, mi favorita, En remolinos. Un “patito feo” que con el tiempo se convirtió en “álbum de culto”. Para mí el disco más sincero de la banda.


Un concierto:

The Wall, Roger Waters (Palau Sant Jordi, 29 de marzo del 2011).

Perdón por ser tan repetitivo, pero me estaría engañando a mi mismo si no eligiese este concierto. Compré la entrada ni bien me enteré y la conservo como “oro en paño”. Un concierto increíble (aunque no estuviese Gilmour) en el que lloré y canté como nunca y, por encima de todo, comenzó mi relación con la que hoy es mi mujer. No tengo más preguntas, Señoría.