En la obra de Patricia Pardo, el clown siempre va mucho más allá de la carcajada. A lo largo de más de dos décadas de trayectoria, la artista de Alaquàs ha consolidado un estilo muy definido donde el humor circense es una antesala a la cruda realidad: tras las clásicas persecuciones, gags y slapsticks con los que suele abrir cada representación -una técnica para relajar al espectador y obligarle a bajar la guardia-, Pardo aborda siempre cuestiones amargas y ruines que van de la corrupción a las desigualdades sociales, pasando por la violencia o el maltrato animal. Y lo más curioso es que el público, entregado a la causa gracias a ese frenesí inicial, asume y se implica en esta transición como si fuera lo más normal del mundo.
En Madonna, la pieza que estrenará en el Teatre El Musical del 14 al 17 de octubre, Pardo vuelve a construir complejas metáforas sobre la sociedad actual a partir de la comicidad circense. Desde el escenario, las acróbatas y clowns Dayné Álvarez, Mari Marcos y Natalia d’Annunzio, acompañadas de las directoras (Pardo y Olga Osuna), relatan el viaje de una familia de tres generaciones a través de diferentes números inspirados en la circense clásica-cabaret, todo mientras la intérprete de signos Ana Casanovas, integrada en la puesta en escena, permite con su labor que la obra resulta accesible también a la comunidad sorda. Pero esto no es todo: también habrá una marioneta realizada por Andreu García y hasta una escultura creada por Zoltart. Y sonará «Like a Virgin», y también la música de Eva Gómez y Laura Miñarro que, según Patricia Pardo, aporta «originalidad y espectacularidad» a la obra.
Y así, el viaje recorre las disciplinas tradicionales del clown hasta desembocar en una mirada crítica sobre los conceptos de empatía, respeto y amor: “Queremos navegar entre la expresión circense convencional y el lenguaje escénico contemporáneo, utilizando cualquier herramienta artística al alcance, renegando de los parámetros conservadores de la escena cuando sea necesario”, explica Pardo. “Queremos adentrarnos en la fragilidad y la cabezonería del clown, pero también en el juego de la ficción y la realidad, la auto-ficción, y en la utilización de la habilidad física y el gag como medio narrativo o metafórico, y no exclusivamente como habilidad física o espectacular. Aspiramos a construir imágenes-metáfora que parodien el egocentrismo, la debilidad, nuestra contradicción a la hora de encontrar el equilibrio entre el bienestar propio y el de los demás”.