El pasado 26 de febrero, la compañía vizcaína Marie de Jongh estrenaba en el teatro Barakaldo de Bilbao su primer espectáculo para público adulto: AMA (La terrible belleza), una “historia de super-anti-héroes de lo cotidiano” que fue acogida con gran éxito por parte de crítica y espectadores. Desde su creación en 2008 hasta hoy, la formación encabezada por Jokin Oregi ha puesto en escena algunos de los montajes familiares más aclamados de los últimos tiempos, y ha consolidado un estilo caracterizado por narraciones conmovedoras y una total ausencia de diálogos, lo cual ha contribuido a eliminar obstáculos idiomáticos y a internacionalizar sus propuestas.
Los próximos 11 y 12 de marzo, a partir de las 20 horas, AMA (La terrible belleza) vivirá su primera función fuera del País Vasco sobre el escenario del Teatro El Musical. Escrita y dirigida por Oregi con el asesoramiento escénico de Pablo Messiez, la obra gira en torno a un personaje que, de repente, se ve abocado a una realidad que desconoce y le supera, pues tendrá que cuidar tanto a su hija como a sus padres, ambos de avanzada edad. Comienza aquí un viaje iniciático sobre la fortaleza de las personas frágiles, y que también es un canto a la belleza épica del cuidado mutuo. Desde la pura emoción, la pieza se mueve entre la magia y la tragedia para reflexionar sobre cuestiones inmutables como la vejez, la enfermedad, los miedos, la demencia o el Alzheimer.
Los intérpretes llevan, además, “máscaras-cero”, las cuales van más allá de lo neutro y están desprovistas de humanidad. “Nos gusta la idea de que esta máscara sitúa a nuestros personajes al borde del abismo, de la deshumanización”, reconocen desde la compañía. “Nos resulta atractiva porque creemos que, en cierta medida, todos vivimos en esa delgada y frágil frontera. Más allá está lo terrible, donde habitan los monstruos a los que tememos, o, dicho de otra manera, está la locura, pues esa frontera la tenemos en nuestro interior. De esa manera, caminamos durante todo el espectáculo sobre una delgada línea, donde a veces es difícil discernir en qué lado estamos. La máscara nos abre un universo poético que se plasma en la forma y el contenido del proyecto”.